Eduardo Muñoz Martínez
Colaborador
Pregunta.- Para irnos conociendo, ¿quién es el padre trinitario Ángel García Rodríguez?
Respuesta.- Soy de Valdepeñas, donde nací hace cincuenta y seis años. Cuando cumplí los dieciséis, al terminar Bachillerato, me surge la vocación: ¡Jesús te llama!, ¡Cristo te necesita!, y empiezo a preguntarme ¿y si yo fuera sacerdote? Al principio tuve mis dudas, porque tenía proyectos, deseos, ilusiones,… y sin embargo ahí seguía interrogándome ese ¿y si Cristo te llamara? Entonces entré en contacto con los Trinitarios, hice el noviciado en Córdoba y comencé a sentir que Dios me llamaba, que aquel sueño de los dieciséis años iba en serio. Entonces solicité ir a estudiar a Argentina, haciendo Teología en la Universidad Católica de Buenos Aires.
Después de seis años volví a Valdepeñas para ordenarme sacerdote. Ahí comenzó la realización de un sueño misionero, al lado de los pobres, de los enfermos,… que se inicia en Lima, contemplando aquellas masas de desfavorecidos, de pueblos jóvenes que clamaban primero una presencia de Iglesia, de Evangelización, pero también de promoción humana, y gracias a muchas campañas, al pueblo de Valdepeñas, a muchas personas anónimas,… comenzamos a levantar consultorios médicos, comedores populares, centros de promoción para la mujer,… y descubrí que la misión te llevaba a Jesús, a la Evangelización, pero a su vez la Evangelización me llevaba a la promoción humana.
Años más tarde, a petición del Obispo de aquella diócesis abrimos una Misión junto al río Marañón, y empezaron a funcionar dos parroquias atendiendo a más de cien caseríos o «pueblitos» a los que llegamos a lomos de mula, a pie, en canoa,… pudiendo ir solamente dos o tres veces al año, dada la distancia. Ahí vi cómo Cristo me acompañaba y entendí la opción de la Iglesia por los pobres; la Iglesia ha de estar con todos, pero prioritariamente con los pobres. En sus rostros veía al de Cristo, y comenzamos a abrir caminos de evangelización, y de promoción; centros de formación de catequistas, consultorios médicos, para la defensa de los campesinos,…
También empezamos a utilizar los medios de comunicación, concretamente la radio, siendo la voz de los que no tienen voz, y aquello me costó amenazas y a algún compañero la muerte. Hoy la Iglesia tiene que ser profética, pero también instrumento para denunciar la injusticia. El misionero hoy no tiene que ser protagonista, sino la voz de Jesús, para anunciar y denunciar. Luego volví a Lima, después pasé a Chile, más tarde a España, y ahora de nuevo en Lima. ¡Casi treinta y siete años en América Latina! Luego podemos decir que mi labor es estar, acompañar y ser testigo de Jesús.
P.- «La Evangelización encomendada por Jesús a la Iglesia se halla aún en los comienzos». Lo dijo San Juan Pablo II ¿Cuál es su opinión al respecto?
R.- Yo creo que los cambios de época son una buena propuesta a la Iglesia para comenzar una nueva Evangelización, que es lo que el Papa Juan Pablo II decía en la carta que escribió a América Latina.
Esta nueva Evangelización supone nuevos métodos, nuevo ardor,… porque la sociedad también está cambiando, allí también llega la globalización y eso afecta a los valores. Hoy la imagen que muestra América Latina es que hay dinero, pero lo hay en los bancos, lo tienen los ricos, pero los pobres siguen siendo pobres, y eso lleva a una gran desigualdad social.
La Evangelización está en el principio porque siempre hay que comenzar, porque los cambios sociales son muy bruscos y no se puede responder a la necesidad solamente con un sistema de sacramentalización. Primero, como hizo Jesús, hay que encontrarse, sufrir, vivir,… con el pobre.
P.- «El DOMUND es una ocasión para contemplar la misión de la Iglesia como familia de quienes se reconocen hijos de Dios y hermanos de todos los hombres». ¿Cómo nos identificamos, a su juicio, con esta premisa del Director de OMP, Anastasio Gil?
R.– Tengo que comenzar diciendo que España, de acuerdo con las estadísticas, es el país que más misioneros está dando al Mundo, a pesar de la crisis vocacional. Solamente en Ciudad Real somos alrededor de setenta.
Hay una buena tradición de la iglesia española, con casi quince mil misioneros. Esto significa que la Iglesia tiene una raíz evangelizadora que goza de muy buena salud. Desde España se evangelizó América Latina; se llegó a los indios, gracias a Bartolomé de Las Casas y Antonio Montesinos,…
Yo creo que el DOMUND refleja a una Iglesia que a lo largo de la historia se ha tomado en serio el Evangelio, aunque con sus luces y sus sombras, porque la Iglesia es santa y pecadora a veces. Por eso creo que hay que felicitar y solidarizarse con tanta gente que participa en esta colecta. Si no fuera por el DOMUND no podríamos trabajar los misioneros.
P.- ¿Y qué les diría para despedirse a nuestros lectores?
R.- Yo les diría lo mismo que Jesús le dijo a sus discípulos: «¡no teman!», «¡no tengan miedo!», vayan y anuncien el Evangelio, vayan y hagan discípulos de Cristo a todos los pueblos. Hoy los misioneros os necesitamos. Necesitamos en primer lugar de vuestra oración, para que nos fortalezca, y también necesitamos de la ayuda económica, indudablemente. La Iglesia es tarea y labor de todos.