Tierra de paso para millones de aves que recorren el mundo de norte a sur, Ciudad Real asiste en estas semanas a uno de los flujos más importantes de aves migratorias. La laguna de Navaseca, a apenas seis kilómetros del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, se convierte en uno de los principales puntos de observación para los amantes de la ornitología y para cualquier persona capaz de apreciar las maravillas de la naturaleza.
Solo hace falta posar la mirada en la laguna desde los caminos del entorno para detectar la alta concentración de aves. Alejandro del Moral, guía intérprete de la empresa Caminos del Guadiana, confirma que en estos días “es fácil contemplar más de 60 especies” sin casi moverse del sitio. Lo que hace interesante a este paraje es “el gran número de especies que hay y la singularidad de muchas de ellas”.
Alemanes e ingleses son habituales en una provincia “con dos parques nacionales a menos de una hora de distancia en coche”, donde el potencial ornitológico es un gran desconocido. Cuando el campo centra el foco de la humanidad, Ciudad Real tiene la oportunidad de dar a conocer al universo las razones que la convierten en uno de los principales lugares de repostaje y cría para las aves que cruzan el Estrecho de Gibraltar. En los últimos días, muchos habitantes de Castilla-La Mancha, y sobre todo de Guadalajara, lo han descubierto.
Los flamencos y la malvasía

De un primer vistazo, los más llamativos son los flamencos, “tan grandes, con esos colores rosáceos”. Superan el centenar. En Navaseca están durante todo el año, aunque los adultos pronto empezarán su migración a las lagunas salinas del entorno de Alcázar de San Juan para empezar la nidificación. El agente ambiental explica que “en esas lagunas se sienten más seguros, porque apenas tienen vegetación” y pueden detectar a larga distancia la presencia de cualquier depredador.
Los flamencos más jóvenes, de color grisáceo, se quedarán en Navaseca durante el resto de la primavera y el verano. Son los que “no han conseguido pareja, no han hecho nido, y por lo tanto no tienen esa necesidad de desplazarse”. Algunos están en grupos de cuarenta y reposan con la cabeza recogida entre las dos alas. Su vida es “comer y dormir” y entremedias de ellos hay patos cuchara.

Enseguida es fácil contemplar la malvasía cabeciblanca, de pico azul y con la cola levantada, una especie en peligro de extinción. En un día, dice Alejandro del Moral, “puedes ver más de 100” en el entorno de las Tablas, uno de sus parajes preferidos de la Península. “Había años que a lo mejor llegaban 1.000 a España y aquí veías 100. Es un verdadero lujo verla tan cerquita”, dice el guía.
Canta el ruiseñor y las cigüeñuelas juguetean

El rumor de las gaviotas reidora es continuo y recuerda al mar. Desde hace años, Moral confirma que “miles y miles de gaviotas” han abandonado la costa y viven en Castilla-La Mancha. La causa es sencilla: se alimentan de los vertederos. Esta forma de vidã al mismo tiempo les provoca una alta mortandad, al igual que ocurre con las cigüeñas, que dejan de migrar, “no por el frío ni el calor, sino porque existe una fuente de alimento constante”.
Entre azulones y fochas, en los últimos días ha habido “varios cientos de cigüeñas migradoras en las Tablas y su entorno”, que continuarán el viaje pronto. Una pareja de polluela pintoja, “con poca presencia en España y que para encontrarla hay que viajar hasta sitios tan lejanos como Huelva”, ha sido protagonista en la última semana en Navaseca, donde también han empezado a aparecer patos colorados, “que fue el emblema del parque nacional durante muchísimos años”.
En la laguna canta un ruiseñor. Resulta impresionante como este pájaro de 16 centímetros de longitud puede atravesar cada año el Estrecho de Gibraltar. Moral explica que “los carriceros, son nueve o diez gramos de pajarillo, que come mosquitos y que cada año se hace miles de kilómetros para buscar alimento”. No solo vuelven a La Mancha, a Ciudad Real y a las Tablas, sino a su nido. Cada año hacen un nido nuevo, pero siempre en el mismo sitio.

Los pequeños carriceros que nazcan en 2021 en esta tierra con tan solo dos meses emprenderán el viaje de vuelta, una auténtica odisea que solo superarán unos pocos, pues están expuestos ante cualquier imprevisto, como una tormenta. Cuenta Alejandro del Moral que “las aves que siempre han atraído más al hombre han sido las migratorias”, de hecho, “los griegos ya las ponían alambres de cobre en las patas para ver qué pasaba con ellas, por qué desaparecían”. Les parecía “increíble” que fueran capaces de atravesar el mundo.
Además, hay moritos, “parecido al ibis de las tumbas egipcias”, pero negro. Una de las características más singulares es su pico curvo y cuando le da el sol “tiene un montón de colores distintos”. Cerca de ellos, las cigüeñuelas juguetean, parejas de gansos avanzan con sus pollitos en el centro y otros sorprenden a cualquier visitante con su aparatoso aterrizaje en el agua.
La causa principal de la alta concentración de aves en esta laguna es que “tiene agua estable durante todo el año”. Antes la Nava era una laguna natural, pero fue a principios de siglo cuando empezó a recibir las aguas limpias procedentes de la depuradora de manera artificial y constante.
Campos en verde y amarillo

El paisaje es muy agradable. En estas fechas, el entorno de la laguna tiene un tono amarillo pajizo, “porque la vegetación crece en verano, cuando baja el nivel del agua”. Ahora, el carrizo y la enea están muertos, son las fibras que han utilizado las gentes de Daimiel desde tiempos inmemoriales para fabricar los tejados de las casas y los serijos. Los campos, en cambio, están verdes. Según el verano se aproxime realizarán un intercambio de color.
Otros observatorios en La Mancha

El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y el resto de humedales de La Mancha, entre ellas la cola del embalse del Vicario en Peralvillo y la laguna de La Inesperada de Pozuelo de Calatrava, son otros puntos perfectos para asistir al flujo migratorio que atraviesa el interior de la Península Ibérica en busca de los lugares de nidificación y cría. Las especies que predominan son “aves de humedal” que buscan lagunas con poca profundidad.
Reconocido reserva de protección para las aves, Peralvillo ha acogido en los últimos días muchas espátulas, que es “un ave blanca, grande, de pico largo, que recuerda a una garza”. Hasta hace unos pocos años era difícil de ver en Ciudad Real. Por su parte, la laguna de Pozuelo de Calatrava destaca aparte por ser un maar, un cráter fruto de la actividad volcánica de la zona hace millones de años.
Hay que tener en cuenta que en España existen dos flujos migratorios principales, uno que va por la costa por la Albufera de Valencia y otro por el interior. Pocas “gasolineras” para alimentación y descanso existen para las aves que cruzan el Estrecho, que llegan a Doñana y terminan en La Mancha Humeda, muchas incluso para pasar la nidificación antes de llegar a Francia y al norte de Europa.
Otros sitios recomendables para avistar aves, más allá de las anátidas, son las Lagunas de Ruidera y el Parque Nacional de Cabañeros, donde según destaca Alejandro del Moral, “podemos ver las rapaces más interesantes de España”, como el buitre negro, el águila imperial y el águila real. Con un paseo por el entorno su avistamiento está al alcance de todos.
Alternativas para disfrutar de la naturaleza

Los mejores momentos para contemplar las aves son a primera hora de la mañana y a última de la tarde. En el calendario los periodos más interesantes son de mediados de febrero hasta los primeros días de la primavera, aparte de agosto y septiembre. Ahora Ciudad Real presencia la recta final de la migración, de manera que muchas de las aves ya tienen pollitos, aunque muchas no dejarán de formar parte del paisaje en ningún momento del año.
Motivos para contemplar aves hay muchos. “En un observatorio el tiempo pasa sin que te des cuenta: unos pájaros comen, otros chillan, otros vuelan y siempre va a haber algo que te mantenga entretenido”. Por eso, Moral confiesa que “éste es un buen momento para despejar la mente de la ciudad, de estar encerrados, y disfrutar de la naturaleza, que siempre hemos tenido muy cerca, pero que nunca hemos valorado tanto”.

Siempre es aconsejable ir con un guía, “primero porque te va a dejar material óptico, unos prismáticos de calidad o un telescopio”, y por supuesto, porque “es un buen traductor de la naturaleza”. Con ellos es posible descubrir de forma divertida cómo se llama cada ave, de dónde vienen y aprender a valorar que muchos de los pajarillos han atravesado toda África para llegar aquí.
Por supuesto, las visitas las puede hacer cualquier persona o grupo de forma independiente y hoy en día existen infinidad de aplicaciones en el móvil donde descargar guías gratuitas. Eso sí, Alejandro del Moral da unas recomendaciones para que la observación sea satisfactoria y siempre desde el respeto a la fauna de las lagunas.
Buenas prácticas en las lagunas

En primer lugar, el guía ambiental señala que hay que utilizar los observatorios y, muy importante, “nunca atravesar el carrizal”. “Si queremos seguir viniendo y que las aves permanezcan en la laguna tenemos que respetar sus espacios privados y más en época de cría”. Es en este anillo de vegetación que hay en el entorno de la laguna donde comen, crían, se esconden y duermen los patos.
Si las aves ven mucho trasiego de gente cerca del nido pueden abandonarlo y aparte “podemos crear caminos que luego puede utilizar un zorro o un jabalí para entrar a comerse los huevos”. Por eso, Alejandro del Moral insiste en que “no es necesario atravesar el carrizal para acercarnos unos metros más hasta la orilla del agua, cuando las aves se ven igual desde los caminos”.
Además, el guía destaca que “no hace falta convertir el campo en un jardín, lleno de vallas y carteles”, sino que las personas tienen que ser “lo suficientemente inteligentes” para saber que no hay que sobrepasar “la barrera natural de vegetación que protege las lagunas”. También insiste en que “en los observatorios nosotros estamos más cómodos, nos podemos sentar y las aves están más tranquilas porque no nos ven y no se irán”.

Cuando una persona se acerca a una laguna “hay que comportarse como un animal”, sin hacer mucho ruido para que el resto de animales no se enteren que está y sin dejar basura. Los plásticos en el agua, aparte de que no son biodegradables, en la mayoría de las ocasiones acaban en el estómago de los patos, porque tienen colores llamativos y les confunden con gusanos o insectos.
Otra cosa a tener en cuenta es que no hay que echar comida a las aves. “Los animales salvajes necesitan una alimentación natural, que está formada por algas e insectos sobre todo, pues su cuerpo no está preparado para comer gusanitos o pan”, explica. Así pues, al alimentarlos muchas veces “en vez de ayudarlos lo que estamos haciendo es enfermarlos”. Son las claves para disfrutar de la “paz del campo” en armonía con el entorno.