Esta semana se ha generalizado la recogida del cereal en la provincia de Ciudad Real, donde las primeras siegas habían comenzado a principios de mes, debido a que el calor de últimos de mayo adelantó el proceso impulsando el final del ciclo de los cultivos. La cosecha “va muy deprisa” y, tal y como se está dando, la previsión es que todo el cereal esté recogido para finales de junio. Las estimaciones de campaña avanzan que “va a ser muy buena”, con una producción que rondará las 970.000 toneladas. El pronóstico apunta que el rendimiento será un 15% superior respecto a la anterior campaña, “que ya fue buena”, según señala José María Ciudad, portavoz de la Sectorial del Cereal de Cooperativas Agroalimentarias de Castilla-La Mancha y presidente de la Cooperativa San Isidro de Ciudad Real, una de los dos cooperativas cerealísticas puras que operan en la provincia, junto a Tierra de Calatrava de Miguelturra.
De las aproximadamente 276.000 hectáreas de cereal sembradas en el territorio provincial saldrán las 970.000 toneladas pronosticadas. De esta producción, la mayoría -algo más de 520.000 toneladas- corresponden a cebada, el cereal mayoritario en la provincia, con 137.000 hectáreas de cultivo. De trigo (49.000 has) se esperan unas 181.000 toneladas, mientras que de avena (70.000 has), triticale (15.000 has) y centeno (1.500 has) las producciones estimadas son de 210.000, 53.000 y 2.1 toneladas, respectivamente, a las que habría que añadir las 4.8 toneladas previstas de maíz. Los datos responden al buen comportamiento de la climatología que ha favorecido un alto rendimiento por hectárea, de 3.800 kilos en el caso de la cebada, 3.700 en el del trigo, 3.500 para el triticale, 3.000 para la avena y 1.500 para el centeno.
De cumplirse las estimaciones, la provincia de Ciudad Real estaría contribuyendo con alrededor de un 23% al conjunto de la producción esperada para Castilla-La Mancha que este año es de 4.4 millones de toneladas (incluida la cosecha de maíz), un 18% superior a la anterior campaña, para una extensión total de 1.265.000 hectáreas. En el conjunto del Estado, las últimas estimaciones de la sectorial nacional del cereal de Cooperativas Agroalimentarias, que la semana pasada se reunía en Madrid, apuntan a 25,2 millones de toneladas. De certificarse esta cantidad, se estaría ante la segunda mejor campaña desde que existen registros, sólo superada por la de la pandemia (temporada 2020/21), en la que se alcanzaron los 27,5 millones de toneladas.

El tiempo ha acompañado
El gran rendimiento previsto para esta campaña está directamente relacionado con la climatología. “Ha llovido bien, ha llovido en su tiempo, encima ha hecho fresco, ha madurado muy bien la planta y vamos a tener una gran campaña”, asegura José María Ciudad. El cooperativista resume que “el tiempo ha acompañado” desde el inicio de la sementera hasta el final del ciclo, que ha habido buenas precipitaciones y que sólo ha hecho calor a finales de mayo, cuando las cebadas ya estaban hechas, por lo que el fuerte incremento de las temperaturas “no les ha afectado”.
Las intensas precipitaciones de esta primavera han resultado en conjunto beneficiosas, ya que sólo en zonas muy limitadas de la provincia, cercanas al Valle de Alcudia y en el entorno de Almodóvar del Campo ha habido inundaciones que han resultado dañinas para el cereal. Por otro lado, el pedrisco del mes pasado ha afectado sólo a algunas localidades de la provincia, como Malagón, Piedrabuena, Villarrubia de los Ojos o Fuente el Fresno. En tanto que el persistente calor con el acabó mayo ha afectado sólo “un poquito” a las leguminosas, como el guisante. De esta manera, en términos generales, “el año ha acompañado mucho”, “ha ido perfecto”, por lo que “estamos hablando de una muy buena campaña de cereal”, reclaca Ciudad que asegura que “hay pocos años que se recuerdan que haya acompañado tan bien el tiempo a nivel general a los cultivos de cereal, sobre todo en Castilla-La Mancha y especialmente en la provincia de Ciudad Real”.
“Otra cosa es el mercado”
La climatología ha acompañado y la producción va a ser muy buena, pero “otra cosa es el mercado”. Ciudad comenta que el precio de salida del cereal esta campaña es inferior al del año pasado “que ya fue bajo” aunque, “como esto es una carrera de fondo”, señala que hay que ver “cómo evoluciona” a lo largo del año, teniendo en cuenta que los parámetros que le afectan “siempre son externos”. Explica que el precio de referencia en España, “con el que tenemos que competir”, viene determinado por “el precio del exterior, el del resto del mundo, más el porte”, desde la llegada a puerto del cereal hasta la distribución a cualquier punto de la península.
Esta supeditación está relacionada con que España no produce lo que necesita. “Es un país deficitario en producción de grano”, señala Ciudad, debido a que el consumo de pienso -industria de transformación que es el principal destino del cereal nacional- está en torno a 38 millones de toneladas anuales. De manera, que ni siquiera la producción casi histórica de este año, llega a aproximarse a esas cifras. “Por lo que tenemos que importar, sobre todo, maíz y trigo”, indica.
El principal destino del cereal que se produce en la provincia de Ciudad Real y en el conjunto de Castilla-La Mancha es también este, la fabricación de pienso. Sólo un pequeña parte se destina a la producción de semillas y al consumo humano mediante harinas panificables y usos en reposterías y sémolas para la fabricación de pastas.

Equilibrar costes y obtener beneficios
En este marco de referencia, Ciudad comenta que los precios que se están barajando actualmente rondan los 175 euros (por tonelada) para las cebadas y los 180 euros para los trigos. Con estos precios, el portavoz de la sectorial de Cooperativas Agroalimentarias dice que para que las explotaciones obtengan beneficios deben tener un alto nivel de producción. “Necesitas más de 3.000 kilos por hectárea y eso no te lo garantizan en cualquier zona”, apunta. Así explica las dificultades que experimentan muchas explotaciones (sobre todo de la mitad sur de la península, como las de la provincia de Ciudad Real) para equilibrar los costes de producción y obtener beneficios.
“Para cubrir costes necesitas muchos kilos. Ese es el problema que tenemos”. En zonas de secano, como Ciudad Real, “los rendimientos medios no llegan de un año para otro a los 3.000 kilos por hectárea”, lo que hace que la rentabilidad del cereal sea “complicada” con los actuales niveles de precio y, sobre todo, teniendo en cuenta los costes de producción. La cobertura de estos costes “ha sido siempre un tema muy delicado”, indica Ciudad, que vincula de nuevo el asunto a la capacidad de producción por hectárea. “Con los costes de producción que tenemos, con 2.000 kilos no cubres gastos y tienes un gran problema”.
Manifestaciones del sector
Así lo perciben, de hecho, la mayoría de los agricultores que, convocados por las distintas organizaciones agrarias, se han manifestado ya dos veces este mes de junio en Madrid ante las puertas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y ante las de la sede de la Comisión Europea. Se quejan, precisamente, de los altos costes de producción, que dicen que se han incrementado por encima de un 30% en los últimos años, y de las bajas cotizaciones del grano, lo que está generando “una crisis de rentabilidad”, según manifiestan. Opinan que la situación es “crítica”, debido al “hundimiento de los precios” y la “competencia desleal” con “entrada masiva” de cereal de terceros países. Por todo ello demandan a las instituciones “medidas urgentes”, con ayudas directas para cubrir los sobrecostes que se han producido en el mercado de los fertilizantes, y el control de las importaciones. Denuncian que el precio del cereal se ha hundido alrededor de un 40% en los tres últimos años y hablan de “especulación financiera” y de “desequilibrio en la cadena de alimentación”, ya que esa bajada no se repercute luego al consumidor y ponen como ejemplo la subida del pan en un 19%.

Futuro complicado
Ante este panorama, las perspectivas y el futuro del cereal “es complicado”, sostiene José María Ciudad. El cereal sigue ocupando la mayor superficie de cultivo en España, pero “su baja rentabilidad” está haciendo que cada año se pierdan cultivos para destinarse a otros de mayor provecho como los leñosos (pistacho, almendro, olivo…), indica. Además, de “la competencia de las placas solares” frente a las que “evidentemente” se puede hacer poco. Añade que “no se puede competir con los incentivos que le dan a un propietario por poner placas solares en su explotación y olvidarse del campo”.
Pese a este contexto, lo que Ciudad deja bien claro es que el cereal “es fundamental para la alimentación humana”, tanto a través de los trigos destinados a hacer pan y sus derivado como de las fábricas de pienso, necesarias para la alimentación de los animales y la producción de carne. De esta manera, augura que “si se termina por no cultivar cereal, tendremos un problema de alimentación tarde o temprano”.
Por este motivo, el presidente de la cooperativa San Isidro considera que “hay que apoyar como sea a los agricultores, comprender que tienen que tener rentabilidad para seguir con el cereal”. Ya que lo contrario “es el suicidio a medio y largo plazo del país”. Este año remarca que van a salvar por el incremento de la producción, “pero con unos rendimientos muy limitados por el precio”. De otra manera, con un mal año de producción nacional y normal en el resto del mundo, con un precio internacional no muy elevado, “entramos en pérdidas generalizadas”. Opina que “es un error grave” que toda la alimentación que se basa en el cereal dependa del exterior, y si esto sigue siendo así y el campo se desincentiva y abandona el cultivo, “tarde o temprano, -insiste-, lo vamos a pasar mal”. “Vamos a tener un problema”.

Cooperativización e integración
Para minimizar los reveses que genera esta situación, el portavoz de la sectorial del cereal castellano-manchego apuesta por la cooperativización. Señala que este tipo de organización es “un elemento fundamental”, un “apoyo” determinante en la comercialización y una “garantía” en la liquidación que, al final, recoge “el precio medio que ha habido a lo largo de la campaña”. Enumera que el trabajo de la cooperativa es atender las necesidades de los socios, sondear el mercado y tener unos buenos clientes.
En este punto, indica un nuevo hándicap, ya que los clientes, las fábricas de pienso (principales destinatarias del conjunto del cereal), “cada vez son más grandes” y “hay menos agentes que se dediquen a comprar”. Mientras, en el otro lado, el de los productores de cereal, se lamenta que “estamos muy desunidos”. “La producción está totalmente atomizada”, asegura, por lo que la comercialización se convierte en un problema añadido. “Nosotros somos muchos, -describe-, y cuando tienes que salir a vender tiene cuatro sitios a los que ir a llamar, mientras que cuando ellos salen a comprar tienen miles de sitios a los que ir”. La solución, desde su punto de vista, es la integración “alcanzar más dimensión para poder competir”.
