El cementerio de Manzanares es durante estos días un hervidero de gente. Se está procediendo a exhumar fosas comunes donde yacen los restos de centenares de personas represaliadas tras la Guerra Civil. Son víctimas de los peores momentos de la represión franquista que buscan un familiar que pueda recuperar sus huesos. Y con ello, su memoria.
Son exhumaciones amparadas precisamente por la Ley de Memoria Histórica. Una actividad tan significativa como laboriosa, que requiere celeridad a la hora de la identificación. De lo contrario, los restos sin reclamar volverían a ser inhumados en un tiempo determinado.
Una de esas exhumaciones corresponde a un hombre solanero y tiene nombre y apellidos. Se trata de Antonio Guerrero Araque, de 29 años, casado, de profesión bracero y miembro de UGT. Fue fusilado el 8 de noviembre de 1940 tras juicio sumarísimo en marzo.
A estas horas se busca a algún familiar que lo reclame, se proceda a la identificación y, llegado el caso, la entrega de restos para su correcto enterramiento. La empresa no será fácil, ya que este joven aparece en el libro ‘El Franquismo en La Solana; victoria, represión y hambre’, de Paulino Sánchez, sin que nadie lo haya reclamado hasta el momento.
La exhumación
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) coordina el operativo en colaboración con el Colectivo de Memoria Histórica de la localidad manzanareña, activa desde 2016. Uno de sus miembros es Pedro Alises, que ha recuperado los restos de su abuelo paterno, que fue sargento de intendencia.
En declaraciones a Radio Horizonte, ha explicado la génesis de este plan de exhumación y el gran simbolismo que hay detrás. De momento se ha abierto una fosa con dos cavidades en la parte de extramuros, donde yacen los restos de quienes rechazaban la extremaunción.
Se calcula que en el conjunto del cementerio hay enterradas 288 personas, de las que una treintena son de La Solana. Los trabajos arrancaron el lunes día 17 de mayo y se prologarán por espacio de veinte días aproximadamente. Harán falta varios meses antes de tener un resultado y poder devolverlos a las familias.
De momento solo serán exhumados los cuerpos que fueron enterrados fuera del cementerio, aunque en la actualidad ya están dentro tras la ampliación que hubo con la llegada de la democracia. Son una treintena en total.
Hasta el momento han encontrado total colaboración a nivel oficial. “Todas las instituciones nos han apoyado, amparándose en la Ley de Memoria Histórica”. Naturalmente, el rescate de los restos de esa ignominiosa inhumación desencadena una cascada de sentimientos.
“Hemos vivido muchos momentos emotivos porque son demasiados los años que algunos familiares llevan esperando”. “El sentimiento está a flor de piel”. La mayor parte de los hijos ya han desaparecido o son muy mayores, de modo que la mayoría de reclamantes son nietos o incluso biznietos.
Monolito en el cementerio de La Solana
Los restos enterrados en el cementerio manzanareño son de personas de muchos municipios. Era el camposanto de referencia comarcal para este menester desde poco después del final de la contienda armada. Sin embargo, en el cementerio de La Solana fueron enterrados 34 cuerpos en los primeros días tras el alto el fuego. Fueron fusilados los días 16 y 17 de abril de 1939 y metidos en una fosa común.
Esa fosa se abrió en el año 1979, coincidiendo con la llegada de los ayuntamientos democráticos, y volvió a cerrarse con el consenso de las familias. Según el cronista oficial de la villa, Paulino Sánchez, el alcalde de entonces, José López Posadas, solicitó al pleno ceder ese terreno a los familiares y contó con la unanimidad de los cuatro partidos representados en ese momento: PSOE, UCD, PCE Y CD-I. Se levantó un monolito que sirve como homenaje perpetuo.