El centro de mayores de La Solana rindió su particular tributo al Día del Libro. El salón principal acogió un acto protagonizado por el taller de lectura y escritura, dirigido por Aurora Jiménez. Varios de sus alumnos leyeron textos, salpicados por la música del cantautor solanero Francis Alhambra. Entre las autoridades, se encontraban presentes la concejala de Bienestar Social, Toñi Ramos, el delegado provincial de Bienestar Social, Eulalio Díaz-Cano, y la concejala de Cultura, Ángela Notario.
La directora del centro, Carmen Vizcaíno, se congratuló por celebrar este acto, que rinde culto al libro y a la lectura. Toñi Ramos recordó que este día es un homenaje a la palabra escrita, a la imaginación y al conocimiento que trasmite de generación en generación. Destacó que el Centro de Mayores honra así a los verdaderos guardianes de la memoria, la sabiduría y la tradición, tanto oral como escrita. “Los libros han sido para muchos mayores una ventana al mundo; ellos son los sabios de la casa, los abuelos del saber que leyeron bajo candiles”.
“A través de las páginas aprendieron historias, soñaron, se educaron y compartieron enseñanzas”. Aprovechó su discurso para reclamar que hoy más que nunca es esencial reconocer el papel fundamental de las personas mayores que han transmitido el amor por la lectura. “Nos han enseñado que un libro no solo informa, sino que consuela, acompaña y enriquece el alma”.
Eulalio Díaz-Cano felicitó al Centro de Mayores por organizar actos de esta naturaleza. Recordó que en el año 2022 ya participó en un acto similar (entonces era alcalde) y trajo un libro, en concreto Una historia de la lectura, de Alberto Manguel, además de hablar del primer lector silencioso conocido, San Ambrosio de Milán. Esta vez, abrió el libro El infinito en un junco, de Irene Vallejo, que habla de cómo se traslada la palabra a los demás. Leyó un fragmento que refiere el papel de los sofistas y su enfoque sobre la naturaleza o el conocimiento del lenguaje. Y terminó con una anécdota de su abuelo paterno, de profesión practicante, que señalaba con lapicero para no perderse mientras atendía entre lectura y lectura.
Aurora Jiménez, monitora del taller de manera voluntaria, expresó su satisfacción por escuchar a Toñi Ramos, antigua alumna suya, que bebió de sus progenitores el gusto por la lectura. Admitió que “es muy gratificante trabajar con este grupo de personas con tantas ganas de aprender y dialogar”. Después introdujo a los encargados de leer, en concreto Julián, Ángela, María, Catalina, Asunción y Juana, aunque esta última no pudo asistir y leyó en su lugar el presidente del consejo de mayores, Luis Romero. Al finalizar, se entregaron obsequios a los participantes por su colaboración desinteresada.