La procesión celebrada en la mañana del domingo, último día del novenario, cerró los actos organizados por la cofradía de la Virgen de Peñarroya que se iniciaron el viernes 6 de septiembre. Actos con motivo de la venida, seguidos de la Semana de Exaltación, ofrecimiento, novenario y la procesión final del mismo.
A las doce del mediodía del domingo, daba comienzo en la parroquia de Santa Catalina la última función religiosa de la novena, concelebrada por el párroco de Santa Catalina, Benjamín Rey, junto al misionero paúl padre José Luis. El templo estaba completamente lleno de fieles, con asistencia de representantes municipales, cofradías y otros organismos.
En la homilía, Benjamín Rey destacó los actos y cultos organizados a lo largo de tantos días del mes de septiembre, pidiendo especialmente a la Virgen por la paz mundial en unos momentos en los que, señaló, la situación es delicada por los muchos conflictos armados que motivan situaciones límites para muchos habitantes del planeta.
Concluida la misa, daba comienzo la procesión final del novenario, que realizó el recorrido por las calles del itinerario habitual, con un cielo que se mantuvo encapotado en la mayor parte del recorrido.
Abría la cruz alzada, seguida del estandarte de viaje, y la banda de cornetas y tambores de Nuestro Padre Jesús Rescatado, así como representantes de cofradías y hermandades de la localidad.
Las tradicionales banderas, que son bailadas a lo largo del recorrido de la procesión, lo hicieron en este desfile hasta un total de nueve, algunas de ellas incluso de rodillas al salir y entrar la Virgen del templo.
El estandarte de gala de la cofradía iba custodiado por dos faroles, acompañando las directivas de las cofradías de la Virgen de Peñarroya de Argamasilla de Alba y la de la Virgen de las Viñas de Tomelloso, encabezadas por sus respectivos presidentes. Los directivos de la cofradía de La Solana figuraban asimismo delante de la carroza con su presidenta Rosa Sánchez, que pudo participar en esos cultos finales a la Virgen tras unas dolencias de las que se está recuperando y que la han mantenido apartada de algunos de actos programados.
Tanto la capitana Jimena Marcos Salcedo, como el resto de mujeres directivas, lucían la mantilla española en la misa y en el recorrido procesional.
La Virgen desfiló con manto azul celeste
La imagen de la Virgen desfiló en su carroza, con el manto azul celeste, que estrenó el año 1992, adornando la carroza numerosas flores de diversas tonalidades, siendo acompañada por las tradicionales alabardas, como recuerdo de los que la protegían siglos pasados en sus desplazamientos al Castillo.
Detrás de la carroza marchaba el párroco de Santa Catalina, Benjamín Rey, el párroco y vicario de San Juan Bautista de la Concepción, Feliciano Harindinwuari, y el misionero paúl, José Luis.
Seguían la alcaldesa, Luisa Márquez, junto a concejales de los grupos popular y socialista, así como representantes de la Policía Local y de la Guardia Civil, cerrando el desfile la Banda Municipal de Música de La Solana, bajo la dirección de Ángel Sancho.
A la salida de la Virgen, la Banda Municipal interpretaba el Himno de la Patrona, mientras que en la parada que realiza la imagen en las celosías del convento de las Monjas Dominicas, la misma banda entonaba el “Ave María”.
Llegada al pórtico
Una vez que la Virgen llegó al pórtico de Santa Catalina, era la banda de Jesús Rescatado la que interpretaba una marcha. Dentro del templo, Benjamín Rey dirigía una breve meditación como final del novenario, cantándose posteriormente la salve y finalmente el Himno de la Virgen, acompañado por la música de la Banda Municipal.
Así finalizaban los cultos de bienvenida de la Patrona, que este año han contado en esta parte final con la novedad del cambio de hora de la procesión, que hasta el año pasado se realizaba en la noche del cuarto domingo de septiembre, pero que ha pasado a celebrarse a mediodía por decisión de la Junta Directiva de la cofradía.
Ahora la imagen de la Virgen será colocada en su camarín, ocupando la parte central del retablo de la parroquia de Santa Catalina, del que será descendida en el mes de enero, para la celebración del novenario de despedida antes de su vuelta al Castillo de Peñarroya.