El verano de 2022, que además de por las olas de calor consecutivas se recordará como el verano del fuego en España, ha supuesto “una dura prueba de estrés” para las 2.500 personas empleadas en el plan Infocam contra incendios forestales en Castilla-La Mancha. “Hemos trabajado en las condiciones más duras que recordamos por número de olas de calor, duración y sequía acumulada. Antes ya arrastrábamos unos meses muy malos, la vegetación estaba como predispuesta a arder por la falta de lluvia”, cuenta Nicolás López, director técnico del centro operativo de incendios de Castilla-La Mancha.
5.000 hectáreas, casi el doble desde enero
La superficie quemada en Ciudad Real desde el 1 de enero, 5.000 hectáreas, casi dobla la del año pasado por estas fechas. Unos malos datos relativos según López: “Ha habido muchos incendios, sobre todo en julio y agosto, pero el 80% han sido conatos –de menos de una hectárea- y se han dado por estabilizados en menos de treinta horas desde el inicio, algo que no ha pasado en todas las comunidades y que dice mucho de lo bien que se ha trabajado”.
Ha habido cien incendios entre el 1 de julio y el 31 de agosto de este año, frente a los 93 en 2021, en un verano malo, “no sé si el peor, pero de los peores, comparable a los de 2012 y 2017 en los que las condiciones también fueron duras”. Los incendios más graves, por el riesgo para la población y las consecuencias, han sido el de Piedralá (Malagón) y Ruidera. Además del incendio Almadén-Saceruela, con el añadido de que se declararon de forma simultánea en julio.
Veinte incendios en un día, el reto del 25 de julio
López, que lleva veinte años en gestión forestal, reconoce que este verano ha sido bastante complicado y pone de ejemplo el 25 de julio, la jornada más negra en Castilla-La Mancha con veinte incendios declarados en el día, siete de ellos Ciudad Real, cuatro simultáneos (incluidos los de Malagón, Ruidera y Almadén). “Fue toda una prueba para nosotros de la que salimos muy bien; se atendieron todas las emergencias en función de la gravedad [se da prioridad por nivel de riesgo para la población], con una gran efectividad y salvaguardando las vidas de las personas que es nuestro principal cometido”, dice.

“Aquí se trabaja todo el año”
El director del centro de coordinación regional, que elude valorar cómo se trabaja en otras comunidades autónomas, destaca de Castilla-La Mancha “que aquí el personal está operativo todo el año, los doce meses, y en función del riesgo en tareas de extinción o de prevención”.
Según López es obvio que disponer de personal formado, preparado y con la actitud para intervenir en un incendio o hacer labores preventivas es una ventaja con la que cuenta el plan castellano-manchego.
Dispositivo activo al 100% al menos hasta el 15
De hecho el dispositivo sigue activo al cien por cien en estos primeros diez días de septiembre, un mes de riesgo alto (no extremo como julio y agosto), en el que las condiciones siguen siendo muy malas por la sequía. “Dependiendo de cómo evolucionen las condiciones meteorológicas veremos si a partir del 15 empezamos a aminorar los medios activos en extinción”.
Las fechas cerradas por el riesgo «no son razonables»
De cara a futuras campañas, que al ritmo del cambio climático se harán en condiciones peores de calor y sequía, este experto en incendios no es partidario de establecer fechas fijas dentro de las épocas de riesgo bajo, alto y extremo establecidas por meses del año. “Atender a fechas cerradas no es lo más razonable, con el calentamiento podemos tener un año como este, con temperaturas muy altas, pero alguno en el que no pase. La tendencia nos dice que cada vez habrá una temperatura más alta, pero no es continuo, tendremos dientes de sierra. Porque este verano las condiciones hayan sido extremas no quiere decir que 2023 sea peor. Tiene más sentido movilizar los medios en función del índice potencial de propagación de incendios”, cuenta, el famoso ‘IPP’ que se publicita a diario en la época de extinción (del 1 de junio y al 30 septiembre).
“Todos deberíamos gestionar mejor el monte”
En este verano del fuego se ha hablado mucho de las condiciones del monte por el abandono de la agricultura, un problema que en opinión de López no debe recaer solo en las espaldas de la administración, “todos deberíamos gestionar mejor el monte”. “Este año el plan Infocam ha intervenido en 11.000 hectáreas forestales de las 3,5 millones que tenemos, eso tiene un coste que toda la sociedad debe asumir. Tendríamos que utilizar más los montes, si no en actividades agrícolas o ganaderas, en otras como uso de la biomasa de combustible, sacaríamos rendimiento, ahorraríamos energía y los incendios serían menos virulentos. La administración sola no puede limpiar el monte, debe ser una tarea e implicación de toda la sociedad”.