Desde que Alfonso X ‘El Sabio’ creara en el siglo XIII el ‘Honrado Concejo de la Mesta’ cientos de miles de cabezas de ganado y sus ganaderos han atravesado la provincia de Ciudad Real de norte a sur y viceversa hacia un destino menos castigado por las fuertes diferencias climáticas que existen en España en invierno y verano.
La ruta trashumante que une los Montes Universales, en las cimas turolenses del sistema Ibérico, con Sierra Morena, en Jaén, es la más larga de España. Los pastores y ganaderos recorren 500 kilómetros a través de las provincias de Teruel, Cuenca, Ciudad Real y Jaén, hasta llegar a los pastos de Andalucía en invierno o a los de Teruel en verano. La trashumancia está principalmente ligada con los rebaños de ovejas y cabras, pero también hay ganado bravo que sigue realizando esta milenaria tradición en vías de extinción.
Durante estos días, la ganadería de Alicia Chico, con reses bravas, atraviesa la provincia de Ciudad Real a través de la Cañada Real Conquense o de los Chorros, la cual discurre por el Campo de Montiel, concretamente por las localidades de Castellar de Santiago, Villamanrique, Torre de Juan Abad, Puebla del Príncipe, Terrinches, Albaladejo y Villanueva de la Fuente.
La de Alicia Chico es la única ganadería de bravo que todavía realiza trashumancia de larga duración. Hay ganaderías que realizan pequeñas trashumancias de, como mucho, diez días, pero no de un mes como lleva haciendo esta familia desde hace cuatro generaciones.
Cada seis meses esta ganadería turolense emprende un viaje que dura casi un mes. En noviembre huyen de las nieves de la sierra de Albarracín, y en junio, de la sequía de Andalucía. Unas 600 vacas bravas, de entre un mes de vida y 19 años, recorren media España guiadas por cuatro vaqueros a caballo, comandados por el mayoral de la ganadería, Tomás González, además de un vehículo de avituallamiento. Por el contrario, los machos son transportados en camiones para evitar riesgos innecesarios.
Durante 25 o 30 días estas 600 reses bravas recorren cada jornada una media de entre 25 y 30 kilómetros, que cada año se hace más difícil. “Las cañadas reales se encuentran en peor estado, los numerosos manantiales de agua que había se han secado por la sobreexplotación de los pozos y en muchos tramos ni siquiera tienen los animales alimento”, explica a Lanza el mayoral de la ganadería, encargado de guiar a estas reses. Estas dificultades hacen que los ganaderos tengan que llevar bañeras para abrevar al ganado, comprar pienso o dar rodeos de hasta 40 kilómetros para que las reses tengan alimento y agua. A esto se le añade que los refugios que había antiguamente para pastores y ganaderos hayan desaparecido y que tengan que dormir en tiendas de campaña durante el mes que dura la trashumancia.
Un evento único y cada vez menos usual que cuenta en muchas ocasiones con la colaboración de ganaderos por las zonas donde pasan y con ayuntamientos de las localidades por las que trascurren. “Muchos propietarios de las fincas por donde pasamos nos ayuda altruistamente y colabora con nosotros un trayecto de 15 o 20 kilómetros, como José Antonio Trujillo, vecino de Puebla del Príncipe, que cada trashumancia les suele ayudar en la zona de Ciudad Real, comenta el mayoral.
El mayoral de la ganadería, Tomás González, acompañado de los vaqueros Juan Moleón, Carlos Pérez, Jordan Gomariz y Ramón Puig, además del encargado del avituallamiento, Eleuterio González, llegarán a Albarracín entre 11 y el 12 de junio tras un mes recorriendo la Cañada Real Conquense durante unos 500 kilómetros.
Daños económicos por el COVID-19
La pandemia del COVID-19 no ha frenado la trashumancia que esta ganadería turolense realiza tradicionalmente cada mes de junio, pero lo que sí ha frenado son los festejos taurinos que este hierro tenía cerrados para este 2020. El mayoral señala que para este año, antes de que comenzara la pandemia, tenían ya unas 80 reses destinadas a este tipo de espectáculos.
“Si antes del COVID-19 apenas era rentable la ganadería brava, ahora con la pandemia serán casi insostenibles el mantenimiento de las ganaderías”, apunta el mayoral. Por ello, reclaman más ayudas de las a las Administraciones, “ya que es prácticamente inviable formar hoy en día una ganadería entre seguros y los costes de producción”. En este sentido, también piden colaboración para que la trashumancia siga existiendo, adecentando las cañadas reales y todo su entorno.