Son las diez de la mañana en el centro de salud de Corral de Calatrava, un coche de la Guardia Civil escolta a otro del Sescam que transporta un cargamento del “oro” de estos tiempos: las vacunas contra el coronavirus. Hay expectación en la sala de espera de urgencias, en la que aguardan algunos de los receptores de las dosis de Pfizer, que este viernes son dependientes de grado tres y las personas que les cuidan.

Del vehículo sanitario se apean el enfermero José María Flores y la enfermera en prácticas Andrea Martín Rojas, miembros de uno de los equipos de vacunación de la gerencia de Ciudad Real. “En muchos sitios nos reciben con aplausos, es fabuloso”, explica Flores.

Sin aplausos, pero con sonrisas
En Corral no ha habido aplausos hoy; no hace falta, las sonrisas del personal sanitario y los pacientes lo dicen todo. Flores y Martín han cruzado el vestíbulo con los contenedores térmicos al despacho de enfermería en el que en apenas un cuarto de hora han instruido al personal de un centro del que dependen consultorios de Cañada, Caracuel, Ballesteros, Villar del Pozo y Los Pozuelos, para que ellos mismos pongan las dosis a sus pacientes, lo que agiliza el proceso.

Ciudad Real, que ya ha vacunado al personal sanitario y a la mayor parte de los mayores de residencias con las dos dosis, empezó la semana pasada a inmunizar a mayores de 95 años. Esta semana ha comenzado la vacunación de los más frágiles, grandes dependientes y sus cuidadores, y en breve, dos semanas a lo sumo, mayores de 80 años.

Coordinados con la enfermería de primaria
Todo de forma simultánea, bajo la dirección de los centros de salud y con la colaboración de los equipos de vacunación, responsables de explicar la técnica de reconstituir la vacuna y cargar las dosis. “Estamos con ellos para aconsejar”, señala Flores, enfermero del centro de salud número 3 de Ciudad Real y miembro de unos de los equipos de vacunación del área sanitaria de la capital, que extiende su gestión hasta ambulatorios tan alejados como el de Agudo.
Con la coordinación del equipo y los enfermeros adscritos a Corral en nada de tiempo se han distribuido las cuarenta y ocho dosis de la vacuna. A pacientes que no pueden desplazarse hasta el centro le han puesto la vacuna en su casa, como al nonagenario Juan Rafael.

“Ni deseando ni no deseando”
Juan, que a sus 91 años guarda cama después del último “arrechuchillo”, dice su hija y cuidadora, Isabel, conserva una lucidez mental admirable para su edad. Lo peor son los dolores que lo mantienen postrado y por los que, según dice, “rabio”. De la vacuna, que apenas ha notado, asegura que no la estaba “ni deseando ni no deseando, que la pongan cuanto antes”.
“A ver si los dolores se van”
El confinamiento ha agravado los problemas de movilidad de Juan. El año pasado estuvo tres meses postrado en la cama, se recuperó, “y el día 24 de enero, justo el de la Virgen de la Paz [fiesta patronal de Corral], salí con el andador y cuando volví a casa no podía ni subir el descansillo de la puerta”, “a ver si los dolores se van también con esta inyección”, bromea.

Vacunas para la familia García-Zamora
Julio y Alejandro, dependientes de grado tres a los que cuidan su madre Rosa y su hermana Patricia, de la familia García-Zamora, han sido otros vacunados este viernes en Corral de Calatrava. Todos menos Julio han pasado la covid, en el caso de la madre un proceso grave, con seis días de ingreso hospitalario en esta tercera ola de contagios.


“De cinco que somos en la familia solo mi marido y Julio dieron negativo. Lo he pasado fatal, todavía tengo secuelas, empezó a dolerme la cabeza y sigo sin estar bien”, explica mientras recibe la vacuna tras los pinchacitos a sus gemelos que apenas notan, “menos que una avispa”, cuenta Julio.

Tomasa, cuidadora de Adelaida, su madre de 91 años, con demencia senil, ha llegado al centro de salud empujando la silla de ruedas de su progenitora. Reconoce que ha pasado este año temiendo contagiarse y llevar el virus a casa, “somos seis de familia, la tenemos a ella, salimos todos y además yo trabajo en un colegio. Hoy nos han vacunado a ella y a mí, de momento no hemos notado nada ni siquiera el pinchazo”, refiere mientras espera los quince minutos de rigor, por una posible reacción adversa.

Esta cuidadora admite que ha llegado a este día “algo asustada, se dicen tantas cosas de la vacuna, pero claro que nos tenemos que vacunar todos, es la única manera de cortar esto”.
En poco menos de una hora las dosis del Corral han terminado de suministrarse, o bien directamente en el centro, o repartidas en domicilios como las dos que se ha llevado Mercedes Parra, enfermera de Los Pozuelos de Calatrava, a esa localidad.
“Somos un equipo, aquí cuando llega la hora de las vacunas nos ayudamos unos a otros. La semana pasada empezamos a vacunar a los mayores de 95 años y ahora a toda la gente dependiente del centro de Corral, que incluye las poblaciones de Los Pozuelos, Cañada, Ballesteros, Caracuel y Villar del Pozo”, afirma.
Voluntarios y satisfechos
Los enfermeros de vacunación son voluntarios. José María Flores, experimentado profesional de la enfermería (empezó en 1986 y trabaja en atención primaria desde 1993, ahora en el centro de salud tres de Ciudad Real) lleva vacunando desde el 30 de diciembre y está encantado.

“La vacuna es la esperanza”
“Como experiencia es algo fabuloso, me ha dado una fuerza profesional como si volviese a empezar. Ver a la gente mayor esperándote en las residencias, no solo te aplauden, si pudieran te abrazarían o besarían. Para ellos, para todos nosotros, la vacuna es la esperanza, es un alivio a todo lo que estamos pasando”.
A las ocho de la mañana en el hospital
Un día normal de un equipo de vacunación empieza a las ocho de la mañana en Hospital General de Ciudad Real (en el caso de este equipo, hay tres en el área de Ciudad Real y otros adscritos al resto de áreas sanitarias) y termina a las tres o las cuatro de la tarde, cuando regresan de poblaciones más lejanas.

Las dosis se llevan en contenedores térmicos en los que se mantiene la cadena de frío a entre 2 y 8 grados (descongeladas y conservadas así aguantan cinco días sin suministrarse). Si el reparto es Ciudad Real al vehículo sanitario lo escolta la Policía Nacional y la Guardia Civil para ir a localidades de la provincia como Corral de Calatrava.

Este viernes el primer “reparto” lo han hecho en una residencia de Calzada de Calatrava, la segunda parada, a las diez, ha sido Corral de Calatrava y de ahí regresaban a Ciudad Real para inmunizar a ochenta y dos pacientes pendientes de vacunar en la residencia Gregorio Marañón de Ciudad Real.
En cada sitio al que van es el equipo de vacunación el que prepara los viales e instruyen a sus compañeros para que empiecen a vacunar, “también les damos consejos de la experiencia de estos meses manejando este tipo de vacunas”. A partir de ahora son los centros de salud los que toman las riendas de citar a las personas. “Tenemos una capacidad muy alta de suministrar vacunas, en cuanto disponemos de ellas”, remata Flores.

Para Andrea Martín, estudiante de cuarto de enfermería, las prácticas en vacunación del coronavirus están siendo toda una experiencia, “la gente mayor es superagradecida y supercariñosa, llevo dos semanas vacunando”, dice, como alumna de José María.