Carmen Quintanilla, presidenta nacional de la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer), lleva más de tres décadas luchando desde su organización contra la violencia machista, lo que la lleva a ser tajante al asegurar que la violencia contra las mujeres, de cualquier tipo porque se ejerce de muchas maneras, es “la más clara vulneración de los Derechos Humanos”.
Por eso desde Afammer se ha trabajado “codo con codo” con los distintos gobiernos de España hasta que en 2003 se firmó la orden de protección a mujeres víctimas de violencia de género y, ya en 2004, la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, “además de que formé parte del equipo de redacción del Convenio de Estambul, que ratificó España”.
“Eso nos ha llevado a que, a pesar de que hoy tenemos cifras escalofriantes y mujeres que siguen muriendo a manos de sus maltratadores, estemos a punto de firmar un Pacto de Estado con el compromiso claro de todos los grupos parlamentarios para erradicar la violencia de género y que incluye propuestas de Afammer” afirma satisfecha Quintanilla.
Pero consciente de que el programa se agrava en el medio rural, esta ONG ha puesto en marcha una campaña pionera de información y concienciación en municipios de menos de 3.000 habitantes de las comunidades autónomas de Castilla-La Mancha, Andalucía, Castilla y León, Canarias, Valencia y Murcia que está llegando a 15.000 mujeres.
Proyecto ambicioso
“Es un proyecto piloto muy ambicioso que pretende dar un enfoque positivo porque alrededor del 76% de las víctimas salen de la violencia. Por ello hemos editado una guía que con el título ‘Un amor lleno de vida’ pretende explicar cómo la prevención empieza en el hogar, educando a las futuras generaciones en la erradicación de la violencia contra las mujeres”, apunta Quintanilla.
El proyecto incluye sensibilización y formación a través de jornadas con profesionales de la prevención y el tratamiento a las víctimas, pero también del liderazgo y empoderamiento de las mujeres “porque sólo así es posible romper ese círculo de la violencia”.
Esta guía da a conocer distintos tipos de violencia -económica, psicológica, física, social, ambiental, sexual y digital-, así como los recursos para salir de ella. También se habla de los peligros del amor romántico, de las etapas de la violencia -y como siempre el agresor vuelve siempre pareciendo arrepentido aunque no es un arrepentimiento real-, detalla los efectos que la violencia de género causa sobre las víctimas e incluye un cuestionario para que les resulte más fácil identificarla porque el problema es que muchas ni siquiera son conscientes de que lo son.
La presidenta de Afammer explica que la guía subraya la especial vulnerabilidad de este tipo de víctimas en el medio rural ya que se dan circunstancias como “los estereotipos de género más acentuados; un mayor control y exposición social; una mayor resistencia a los cambios culturales; infraestructuras insuficientes o más obsoletas; menor empoderamiento de la mujer; mayor dificultad para acceder al mercado laboral; mayor envejecimiento de la población; mayores dificultades para acceder a la información y los recursos; menos cobertura de las tecnologías de la información y la comunicación; y fuertes vinculaciones familiares”, resume desde su experiencia de más de tres décadas trabajando por la igualdad en el mundo rural.
Complementos
Para tratar de paliar algunos de esos déficit que detalla la presidenta de Afammer, el proyecto se complementa con cartelería en español e inglés -para que las víctimas de otros países también puedan tener mecanismos de defensa- con todos los recursos que tienen a su disposición explicados de forma clara y sencilla.
“Se trata de una campaña no sólo dirigida a las mujeres, sino también a los hombres y de todas las instituciones del medio rural ya que necesitamos implicar a toda la sociedad, no sólo a las víctimas como las únicas responsables de acabar con esa violencia en su vida”.
En este sentido, Carmen Quintanilla recuerda que la violencia de género se detecta en muchas ocasiones desde el ámbito sanitario o educativo, pero que en otras muchas son las familias o los amigos quienes saben que ocurre algo y no se atreven a preguntar; pero también pueden ser los vecinos que escuchan gritos o ruidos mientras sólo piensan ‘otra vez están discutiendo’.
“A lo mejor en ese momento no -apunta-, pero al rato o al día siguiente se puede llamar al timbre con cualquier excusa y preguntar si está bien o invitarla a un café para charlar y para tratar de romper el aislamiento al que la suele someter el agresor para tenerla controlada. Es importante tratar de ponerse en su lugar, animándola a hablar de su situación sin presionarla, explicándole que no es la responsable de lo que le ocurre y transmitiéndole que es posible salir y que cuente contigo”.
Respeto a la identidad
En otro orden de cosas, Carmen Quintanilla tampoco olvida la situación de incremento del machismo que se está dando entre las nuevas generaciones de jóvenes, que incluso en muchas ocasiones supera al de sus padres que ya han asimilado que la violencia contra las mujeres es un crimen y hay que atajarla.
En este sentido, y después de conocerse recientemente un dato tan alarmante como que más del 27% de los y las jóvenes cree que la violencia de género es una conducta normal en la pareja, Carmen Quintanilla aboga por explicar mejor aún el mensaje de la igualdad, basándose en que lo que se lucha por lograr es la igualdad de derechos y oportunidades pero siempre desde el respeto a la identidad de cada uno y a las diferencias entre hombres y mujeres.
“Creo firmemente en la igualdad a partir de ese respeto a la identidad. Y lo creo estando convencida del discurso feminista y siendo defensora a ultranza del avance de las mujeres en España y en la comunidad internacional, ya que precisamente esos son objetivos con los que nace Afammer. Por eso, no nos cansaremos de repetir que el amor es libertad, respeto y mantener la identidad de cada uno”.
Pacto de Estado contra la violencia de género
No obstante, y hasta que esa igualdad se alcance, Quintanilla vuelve a mostrarse confiada con un Pacto de Estado que, destaca, supondrá importantes avances para la protección de las víctimas, regulándose cuestiones como que el asesino de su pareja no pueda cobrar la pensión de viudedad como ocurría hasta ahora sino que se reparta entre sus hijos o que se tipifiquen mejor los delitos a través de las nuevas tecnologías ya que está comprobado el incremento del acoso a las mujeres a través de las redes sociales.
Asimismo, subraya otras medidas como un plan judicial personalizado de acompañamiento y asesoramiento a la víctima; impedir la custodia compartida en casos de violencia de género; incluir en todas las etapas educativas la prevención de este tipo de violencia; o mejorar la detección precoz en los centros sanitarios, entre otros.
“Son cosas de pareja, no te metas”
Una de las cuestiones por las que más ha trabajado Afammer en su lucha contra la violencia de género en el medio rural es por lograr sacarlo del ámbito de lo privado, primer paso para tratar de erradicarla.
“Cuando hace 35 años que nació Afammer eíbamos a los pueblos abordando este tema, la frase que más me repetían era ‘Carmen no te metas, que son cosas de pareja. Déjales a ellos que toda la vida ha habido discusiones en los matrimonios y luego ya se arreglarán’. Entonces hablar de eliminar la violencia contra las mujeres era una utopía porque existía una subyugación de la mujer”.
En este sentido, Carmen Quintanilla se congratula de que el trabajo que ha ido desarrollando Afammer a lo largo de estos años haya dado sus frutos, si bien reconoce que queda mucho camino por recorrer, “aunque se ha avanzado mucho en tres décadas y media. Entonces las propias mujeres nos reíamos de los chistes machistas porque se veía como algo normal en la sociedad, algo a lo que estábamos acostumbrados. Hoy en día, tras mucho trabajo y campañas de educación y sensibilización, la sociedad en su mayoría ya no lo tolera”.
Y en esa lucha no hay que olvidar que una de las ONG que más luchó en la IV Conferencia Mundial de las Mujeres en Pekín, en 1995, porque la violencia contra las mujeres saliera al ámbito público fue Afammer. que más denunció que había que sacar la violencia de género al ámbito de lo público.
(Entrevista incluida en el suplemento especial sobre violencia de género del semanario de Lanza)