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Las cartas de San Martín y la memoria provincial

casama
Carlos María San Martín, en 2017 / J. Jurado
José Rivero Serrano / CIUDAD REAL
Entre enero de 1999 y diciembre de 2001 –cerca de tres años cabales y casi justos–, sostuve una entrañable correspondencia con Carlos María San Martín, fallecido en 2018, ya en su regreso a Ciudad Real –creo que tras enviudar y volver junto a sus hijos aquí otra vez– sin que pudieran completarse las ideas y discusiones que esas tres cartas reflejaban y sostenían. Habría sido grato, pero no pudo completarse el ciclo de idas y vueltas

Ese recuerdo llamado ‘una vida’, no es sino un relato, tan ficticio como una novela, pero igualmente verosímil. Félix de Azua.

La verdadera vida es la que sucede en los márgenes, en la periferia, en los excursos. Andrés Gómez Flores.

Buena parte de lo afirmado en la recensión de la primera serie de las ‘Efemérides manchegas’ (‘La historia en los periódicos o la pasión provincial’), tiene vigencia y continuidad en la Segunda serie del trabajo de Francisco Pérez Fernández publicado durante 1975 en el diario ‘Lanza’, que nuevamente edita la BAM un año después de la primera entrega. Historia en los periódicos que, agrupada, junto a otros trabajos de Víctor de la Serna (‘Por tierras de La Mancha’, 1959), de Carlos López Bustos (‘Un madrileño recuerda La Mancha’, 1973), de Dulce Ramírez Morales (‘Memorias de un niño que olía a mosto’, 1981), de Carlos María San Martín (‘El diario Lanza. Recuerdos de un director’,1985) y de Cecilio López Pastor (‘Recuerdos de una vida, 75 años de periodismo activo’, 2006), componen una explicación cabal, y no sé si muy precisa, del paisaje social y cultural de esos años centrales del siglo ido”. Eso escribía en mi texto Doble filo, doble corte, doble ojo, a propósito de la segunda entrega de “Efemérides manchegas, 2ª serie” de Antón de Villareal” (Lanza, 16 de marzo de 2013) y que daba cuenta de algunas entretelas de la vida y la prensa provincial en los avatares del siglo pasado, en su ecuador. Vida y prensa en ese hondón de los años cincuenta, que ahora actualizo con las tres cartas que me dirigió Carlos María San Martín, para abrir algunas cuestiones y para cerrar ciertas rememoraciones en torno al diario provincial Lanza, a los ochenta años de su aparición.

Entre enero de 1999 y diciembre de 2001 –cerca de tres años cabales y casi justos–, sostuve una entrañable correspondencia con Carlos María San Martín, fallecido en 2018 (https://www.lanzadigital.com/provincia/kasama-unico-superviviente-del-equipo-fundacional/), ya en su regreso a Ciudad Real –creo que tras enviudar y volver junto a sus hijos aquí otra vez– sin que pudieran completarse las ideas y discusiones que esas tres cartas reflejaban y sostenían. Habría sido grato, pero no pudo completarse el ciclo de idas y vueltas. Producido ese carteo desde su retiro de Aguadulce en Almería, en la calle Suspiro del Moro número 11, y motivado –como se desprende de las palabras de CMSM– por la lectura de sendos trabajos míos, de índole ensayística uno y de corte ficcional otro; pero que, pese a ello, dieron lugar para levantar diferentes opiniones que retrataban los cauces de la vida provincial en esos años difíciles del siglo XX entreverado.

Dicha correspondencia, como otro suspiro de Carlos María San Martín, similar al de la calle de su domicilio almeriense, tuvo su punto de arranque, en principio, en la lectura de mi libro El sentido de la mirada. Las artes plásticas en Ciudad Real 1939-1962, que había aparecido en 1998 en la BAM de la Diputación Provincial, y en el que en palabras de San Martín “me dedicas muchas páginas y me citas reiterada y profusamente”. Cosa que Carlos exageraba desde cierta vanidad protagonista, y halagada tal vez por la rememoración de alguien, treinta años más joven que él, y que se aprestaba a recordar y a escribir del pasado mineral y lejano y ya ido. Como el mismo reconoce “no se si me halaga (‘que hablen de uno, aunque sea mal’), me abruma (por la excesiva importancia que se me da) o me asombra (porque valorar las intenciones, aparte de dificilísimo, casi nunca responde a la auténtica realidad)”. Bien es verdad lo afirmado, que CMSM aparece en algunos pasajes menores, no tantos como pudiera parecer por sus palabras de reconocimiento. Bien cierto es, que emerge con nitidez y reiteración en el pasaje del episodio de Pensando en joven, al cual dedica casi toda la extensión de su primera entrega epistolar del 26 de enero de 1999.

CARTA 26 ENERO 1999
Carta del 26 de enero de 1999 de Carlos María San Martín / J.R

Aventura literaria curiosa, en la prensa provincial, sostenida por Ángel Crespo y Fernando Calatayud, que desde Ciudad Real y desde las páginas de Lanza, dieron salida a lo que se ha dado en llamar como Segundo Postismo o Segundo momento del Postismo. Una estrategia de ese Segundo Postismo ubicable en revistas provinciales como Deucalión en Ciudad Real, Doña Endrina en Guadalajara y El Pájaro de paja en Cuenca; con un considerable número de nombres provinciales figurando y activando la mecha viva de la creación alternativa de esos años. Como los ciudadrealeños Ángel Crespo, Fernando Calatayud y la adoptiva María Luisa Madrilley; los alcazareños Antonio Fernández Molina y Pepe Corredor Matheos; los valdepeñeros Juan Alcaide, Gregorio Prieto y Paco Nieva, y el manzanareño José Fernández Arroyo Molina. Aventura que se clausura, tras las desavenencias de 1948 y que ya han sido narradas con detalle y exactitud por Amador Palacios en su obra Jueves postista. El papel de Ciudad Real en el Postismo. Los artículos de Lanza (1991). Donde aparecen, desde las primeras piezas del 21 de enero de 1946, “¿Postismo en el cercao?” de Juan Alcaide, hasta la pieza final del 24 de noviembre de 1949, de un sorprendente –al menos para mí en estas lides literarias polémicas y Postistas– Emilio Bernabéu, “El postismo”, con dedicatoria: A Ángel Crespo y Pérez de Madrid. Asumiendo el maduro Bernabéu una defensa de Crespo, en momentos de abandono de la tribuna abierta por la sección de Lanza. Junto a estas piezas de autores conocidos por su vinculación provincial, aparecían junto a los citados Crespo y Calatayud, Paco García Pavón (“En torno a la exposición de los 16”, del 5 de mayo de 1948), Carlos Edmundo de Ory, Gabino Alejandro Carriedo o Agustín Fernández Salso entre otros. De todo ello, CMSM da cuenta de sus recuerdos en su escrito primero. “Entre los jóvenes un poco menores que yo, se encontraban Ángel Crespo y Fernando Calatayud. Creo que andarían por el Examen de Estado o quizá ya lo habían pasado…Enseguida conectaron conmigo o yo con ellos. Como tenían inquietudes literarias y, a su edad, les estaba casi vedada la ‘gran prensa’, más que nada por su inexperiencia y falta de nombre, querían acogerse a la de su provincia para darse a conocer y hacer sus primeros pinitos como escritores, de cara al público. Pocos años más tarde, en el 46 o 47, me pidieron que le cediese un espacio en la página de Letras. Esa página era una de las que llamábamos ‘especiales’ para dar variedad al periódico. Creo que aparecía los jueves…Como yo estaba siempre muy agobiado de trabajo, pues eran muchos y diversos mis cometidos en el periódico (alguna vez llegué a hacer una jornada de 12 o más horas, aunque no siempre), me pareció de perlas que Crespo y Calatayud me aliviasen, responsabilizándose de ‘llenar’ toda o gran parte de la página, buscando ellos las colaboraciones oportunas. No me acuerdo si el título de ‘Pensando en joven’ me lo sugirieron ellos o se lo sugerí yo. Es lo mismo. Aparte de lo que me quitaban de trabajo, me parecía justo y conveniente que se ‘diese cancha’, aunque fuese tan modesta como la nuestra, a los posibles valores provinciales…Hay que aclarar que, durante mi estancia en la Escuela de Periodismo, conocí a Camilo José Cela, que a la sazón era funcionario del Departamento de censura de la Dirección General de Prensa. Los estudiantes de Periodismo íbamos con frecuencia a dicha Dirección General, porque Agustín del Río, Jefe de la Agencia de Colaboraciones de Prensa del Movimiento, nos colocaba, de vez en cuando, algunas de nuestras ‘paridas’…Y después nos pasábamos por el Gabinete de Censura, porque Cela (que todavía no se había dado a conocer ni publicado ‘La familia de Pascual Duarte’) era un tío muy ameno conversando, muy guasón y ‘coñón’, que nos contaba unos cuentos y chistes divertidísimos. En mayo del 48 cuando surge el incidente con ‘Pensando en joven’ y los postistas, tenía yo 27 años, o sea que generacionalmente, estaba más cerca de ellos que de otros grupos. Tal vez mi reacción fue desmedida, porque, como joven entonces, era naturalmente apasionado, pero el detonante no fue, como podría suponerse, ni la presión de la Dirección del Periódico, ni de la Jefatura del Movimiento, de la que dependía Lanza, pues no había pasado aún a manos de la Diputación (lo que sucedería en el 51), ni un fervor ideológico, ni la línea del régimen respecto a las Artes Plásticas (que yo desde luego, ignoraba), ni un conservadurismo burgués. Nada de eso se me pasó por la cabeza. Fue una reacción personal contra lo que estimé insinceridad, algo que siempre ha forzado mi capacidad de aguante. Me pareció que, bajo la capa del Postismo, era factible que se amparasen posturas de ‘gato por liebre’ o de tomadura de pelo. Creía que Carlos Edmundo de Ory, Crespo, Calatayud y otros eran valores literarios en agraz y Chicharro Lamamie de Clairac en pintura, pero ¿cómo admitir que Cela era pintor? A mi entender, ni lo fue entonces, ni lo es ahora ni lo ha sido nunca. Precisamente el cuadro titulado ‘Padre con sus hijos’ era el de Cela. Conociéndole, no me, imaginaba que fuese sincero, aunque no quisiera, ni necesitara valerse del Postismo, como demostraría por sí solo, sino que se trataba de una más de sus ‘bromas’”. Los dos párrafos siguientes de la carta, prolongan la impresión de insinceridad citada en tantos ‘ismos’ y una coda a una broma sobre un ‘escrito postista’ del propio CMSM, publicado en la sección Altavoz. “Si un ismo, o bajo su capa, alguien puede hacerse pasar por lo que no es, o hay un fraude o el movimiento tiene un fallo esencial grave. Desde luego que mis conocimientos artísticos eran limitados como afirmaba Crespo, dolido, después en ‘Albores’. En principio los ‘ismos’ siempre me han dado aprensión por su proclividad a la exageración y al ‘capillismo’ que corren el peligro de desembocar en el sectarismo”. El finiquito de CMSM con el Postismo y con la página Pensando en joven, no impidió otro encuentro posterior con uno de los protagonistas del conflicto, como refleja el texto de la entrevista de CMSM Con Fernando Calatayud. Finalista del Premio Nadal, publicado el 13 enero de 1955. De igual forma, que se dio protagonismo alternativo al proyecto de la revista Arcaduz, fundada en 1956 (Entrevista con los fundadores de Arcaduz, Lanza, 12 de abril 1956), y dirigida por Martínez Val, y que conto en su único número físico –antes de pasar a constituir la revista oral Aspa en 1957(Lanza, 30 de marzo 1957)– con portada de Gregorio Prieto y colaboraciones de García Pavón y el despliegue del director con su emocional Teoría de La Mancha. Como si frente al presunto internacionalismo de los Postistas se optara por el repliegue sentimental y patriótico de los valores próximos; de lo cual puede dar cuenta la singular y reflexiva serie de Octavio Rodríguez Huéscar, denominada Temas manchegos, y que entre 1956 y 1958 despliega en las páginas de Lanza, con advocaciones populares y sintéticas como El Molino de agua (Lanza, 27 de septiembre de 1956) o como la pieza Éxodo y llanura (Lanza, 23 de mayo de 1957).

CARTA 10 FEBRERO 1999
Carta del 10 de febrero de 1999 / J. R

Todo ello –el trabajo de Amador Palacios y el mío propio–, como reflejo del venero de sugerencias y posibilidades que esconde aún la colección de Lanza para ciertos estudios y prospecciones silenciosas de esos momentos cruciales en la formación sentimental de algunas generaciones y en su prolongación cultural, cerrada o abierta, según los vientos. Unas posibilidades que yo había descubierto, con anterioridad y por azar, siguiendo el rastro de las breves colaboraciones de Paco García Pavón en sus entregas semanales y denominadas, Hoy martes, publicadas desde el 24 de febrero 1953 al 26 de enero de 1954. Un ejercicio de periodismo literario provincial –que no, provinciano– de enorme sagacidad que acabé reseñando en el número 13 de la revista Añil (otoño de 1997), con el trabajo denominado Obra menor. Rastreo que me permitirían la inmersión y seguimiento en las colecciones de Lanza, buscando a García Pavón y descubriendo entre otras cosas, las piezas de información cultural de los jueves citados por CMSM, Letras, Música y Artes de muy variado mérito, talante e información. Por más que CMSM omita esas breves colaboraciones de García Pavón, incluso no cite tampoco, los certeros artículos publicados en Lanza en 1951, entre el 18 y el 22 de septiembre bautizados como Ciudad Real. Notas de un viaje apresurado. Que cuentan con una reedición de 2009 (Recortes de prensa de CLM), donde introduje un prólogo aventurado, entre la quietud y la urgencia, que denominé como García Pavón. El viaje apresurado o la quieta velocidad. Para dar cuenta de las disyuntivas y avenidas, que se iban abriendo en los proyectos escritos de Pavón. Y que se manifestarían, finalmente, en los textos de 1953 bajo la formas de Escolios, sobre las crónicas viajeras publicadas en el ABC de Madrid, por Víctor de la Serna, tras su llegada triunfal a Ciudad Real la noche del 22 de mayo de 1953.

CARTA 13 DICIEMBRE 2001
Carta del 13 de diciembre de 2021 / J.R

Por esa parte, el trabajo El sentido de la mirada, había supuesto un continuado esfuerzo de documentación en fuentes directas –catálogos de exposiciones variadas, monografías diversas, prensa periódica, crónicas variopintas y referencias bibliográficas de todos los que por allí desfilaban y se embozaban–, y entre ellas claro está el rastro citado de Lanza como reguero de informaciones y como venero de justificaciones varias. Rastro que ocupaba un lugar destacado en toda la información sobre las artes plásticas que yo estaba barajando en esos momentos críticos de mi periplo e indagación en el sub denominado enfáticamente como Diario de La Mancha. Sin olvidar el eslogan publicitario, mayestático y ocurrente de los años sesenta: ‘Con Lanza el mundo en sus manos’. El lugar en el mundo, en el que precisamente CMSM había sido subdirector entre 1943 a 1969, y posteriormente, director de 1969 a 1982. Como él mismo me hacía saber con detalle: “Llegué a Ciudad Real en abril del 43, un mes antes de la salida del periódico, que fue el 20 de mayo, para formar parte de la redacción fundadora de Lanza como subdirector. El Instituto de Estudios Manchegos publicó, en 1985, un libro mío sobre la historia del diario e incluye mi currículo personal. En síntesis, mi bagaje cultural (sería pretencioso decir intelectual) era modesto, pero decentísimo: Humanidades en la Universidad Pontificia de Comillas (ya sabes, los clásico latinos, griegos y castellanos, etc.…). Licenciatura en Derecho y Titulación por la Escuela Oficial de Periodismo, primera promoción. Pero lo destacable no es esto, sino que tenía sólo 22 años, estando fijada la mayoría de edad, entonces, en los 23”.

Donde había desempeñado –eso no lo cuentan la cartas, sino el libro memorialístico El diario Lanza. Recuerdos de un director (1985); aunque en el interior, el subtítulo del libro no es sobre los recuerdos citados del director, sino sobre Un periódico singular– diferentes perfiles de escritura bajo diferentes seudónimos justificados por la polivalencia de escrituras y obligaciones de una cotidianeidad de largas sesiones de trabajo. Seudónimos tales como el más conocido para la información deportiva Kasama –autentico territorio predilecto de San Martín como veremos, que prolongó el seudónimo de combate deportivo en otros medios, como las ondas radiofónicas de Radio Nacional y, creo, que también la cadena SER, con patrocinio del coñac Fundador –‘Ahora está… ¡como nunca!’, cuyo representante en Ciudad Real era Fernández Balbuena–. Junto a otros menos activos, más desapercibidos o menos vistosos, pero todos ellos ‘nom de plume’, como Honorato de Calatrava y Caballero de la media capa; castizando el seudónimo para cometidos diversos de índole provincial y local muy previsibles. Además de otros más genéricos, que escondía la pluma productiva y estajanovista de San Martín como Altavoz –para temas de política local, que hereda de Gómez Picazo–; Nunca la lanza embotó la pluma –con voluntad editorial, toda vez que el director Gutiérrez Ortega parecía poco proclive a estas lides escritas y ocupado andaba en otros menesteres–; Hora cero –de información internacional, sobre todo–; Nueva aurora cada día –reflexiones culturales diversas con algún acento religioso–; Columna de humo –tratamiento humorístico de temas de actualidad– y, finalmente, un sorprendente Paralelo 39 –también sobre política internacional– que emula al Paralelo 38, tan decisivo en la partición de Corea tras la guerra. Como muestra de lo afirmado, del nombre plural, baste ver que el 15 de mayo de 1953, se presentan en la misma página, dos textos de San Martin: el primero, firmado por su nombre, CMSM, ‘Hernán Pérez del Pulgar ¿toledano o realeango?’–que da cuenta de un debate reciente sobre la pertenencia natural de Pérez del Pulgar–, y el segundo bajo el ‘nom de plume’, El Caballero de la media capa, dentro de la sección Paralelo 39, denominado ‘Regalos prácticos’. Que, tras un arranque propio de la sociología del regalo, acaba con la parodia del regalo como premio a un ganador de una prueba motociclista de Rumania, consistente en un par de zapatos.

En cualquiera de esos perfiles y seudónimos, San Martín no dejaba de ser para mí, en el tiempo de mi documentación y escritura, un referente lejano de un tiempo vencido y de un periodismo oficial y severo, bien diferente del tono próximo que emergía en las cartas de 1999 a 2001, con otro rostro más matizado y humano, incluso cercano y cómplice. Como el que trataba de hacerme ver esa proximidad, aludiendo a la amistad con mis padres, al pasado futbolístico de mi padre –aunque dudara del equipo en el que jugara: ¿Manchego o Ferroviario?, e ignorara que, finalmente, gracias al futbol de esos años, mi padre pudo conocer a mi madre en Almadén, en un desplazamiento futbolístico de esos años de polvo y lejanías–, y a la coincidencia de edad con alguno de sus hijos: “De mi numerosa prole, cuatro te superan en edad, una tiene la tuya y, otros tres, son un poco menores”, estableciendo cierto hermanamiento generacional y afectivo entre su familia y la mía. Perfil, pues, alejado y oficialista el del periodista de los años cincuenta, por más que hubiera encontrado en mi búsqueda antes citada, piezas sorprendentes y bien diversas a las habituales suscritas bajo su nombre, como los dos textos sanmartinianos de 1955, Villa Real clave y destino (Lanza, 25 mayo de 1955) y La ciudad de las ocho puertas (Lanza, 31 de agosto de 1955) –que venían a cuestionar oblicuamente y con alguna ironía, el oficialismo sobre la ciudad en el año celebrativo del séptimo centenario y su pompa y circunstancia; un oficialismo, curiosamente dirigido y encabezado culturalmente por Emilio Bernabéu–. Por no citar los artículos críticos con el momento presente, como fueron Bugui, bugui en Moscú (Lanza, 15 de enero de 1954), donde, critica con ironía, la supuesta, por increíble, extensión en la URSS de la afición por el jazz y otras músicas ocicidentales –decadente música burguesa en la patria del socialismo proletario, venía a decir–; y el más irreal –¿qué dirían sus hijos en casa, ante tales argumentos del padre exasperado y, puede, que descentrado? –, por explosivo ‘Algo falla en el planeta tierra. La locura colectiva del rock and roll’ (Lanza, 13 de octubre de 1956), donde llega a decir que “se han creado un peligroso tipo de jóvenes peores que los existencialistas; son los teddys boys y teddys girls”. Y los más aventurados esbozos –pero siempre avisados– sobre Françoise Sagan (No se puede vivir peligrosamente, Lanza, 9 de mayo de 1957) y sobre Pier Paolo Pasolini (Cristo, San Mateo y Pasolini, Lanza, 25 de marzo de 1966). De la Sagan, CMSM me contaba en su tercera entrega del 13 de diciembre de 2001 lo siguiente: “En cuanto a mi artículo sobre la Sagan, ‘No se puede vivir peligrosamente’, que no recuerdo su contenido (y no tengo ganas ni paciencia para mirar mi archivo), si te puedo decir que no fue colocado intencionadamente donde dices, porque la verdad es que, entonces, no tenía ni puñetera idea de la pugna que comentas, sobre las ilustraciones de las crónicas y ni siquiera llegué a tratar a Gómez Cuadra o, al menos, no recuerdo haber cruzado alguna palabra con él. De la Sagan no he leído más que ‘Bonjour tristesse’… que me dejó un sabor de amargo pesimismo…Solía escribir lo que me apetecía y cómo me apetecía y, colocar un artículo en una página u otra, mucha veces dependía de la maquetación y ajuste de la confección del periódico”.

El caso que cita CMSM uniendo a Françoise Sagan con el pintor de Puertollano, Gómez Cuadra, puede ser incomprensible para el lector poco avisado y que desconozca algunos precedentes. Fernando Gómez Cuadra había sido elegido por el Gobernador y Jefe Provincial del Movimiento del momento, José Utrera Molina, como ilustrador de la reedición de La ruta del calatraveño de Víctor de la Serna. Reedición, por cierto, del trabajo editado por Prensa Española, ya que las crónicas habían sido publicadas originalmente en ABC. De todo ello, me emplee en el 2000 (La Tribuna 18 agosto y Añil, número 21, otoño de ese año) con motivo de la reedición última por ediciones Maeva. “La reciente reedición del trabajo de Víctor de la Serna ‘La vía del Calatraveño’ (ediciones Maeva, Madrid 2000) ha abierto algunos interrogantes singulares. Entre otros, el del sonoro silencio tributado en los medios escritos provincia­les y en el mancheguismo militante por el que fuera recibido, allá por mayo de 1953, en olor de multitu­des. Comenzaba –o mejor continuaba– De la Serna esa peripecia viajera que reseñaba diariamente ABC; crónicas dictadas telefónicamente y volcadas al olor de tinta de la letra impresa del diario madrileño. El proyecto viajero de De la Serna, según nos cuenta su hijo Alfonso en el prólogo del texto de Maeva, pretendía retomar otro viaje ilustrado como el realizado a finales del si­glo XVIII por Antonio Ponz en su ‘Viaje de Es­paña’ y que se denominó ya   como ‘Nuevo Viajé de España’. Proyectó que sólo contó con dos entregas ‘La ruta de los foramontanos editada con prólogo de Gregorio Marañón y ‘La vía del calatraveño’, y unas cró­nicas andaluzas ‘Mari­na de Andalucía’, que se agregan a la edición que venimos comentando­. La muerte de De la Sema en noviembre de 1958, in­terrumpió el proyecto viajero y lo dejó, obviamente, inconcluso. Y quizás incomprendidoEn 1959 en Ciudad Real, tras la muerte del es­critor, la Delegación de Organizaciones de la Jefa­tura Provincial del Movimiento decide publicar las crónicas en forma de libro, anticipándose a la edición que ya preparaba Eugenio Montes para Prensa Española, propietaria del diario ABC, y que vería la luz un año después, en 1960. El texto de Ciudad Real con pie de imprenta en la Imprenta Provincial el 27 de junio de 1959, tiene dos particularidades –o tres si citamos el prólogo floreal y tupido de rosas y de sombras y flanqueado por el verbo falangista y azul del Gobernador y Jefe Provincial del Movimiento Utrera Molina–: su nombre y sus ilustraciones. El nombre que adoptan las crónicas sernianas en su edición de Ciudad Real es el de ‘Por tierras de La Mancha’ y cuenta con el subtítulo ‘Reportajes de viaje por España’, que aparecen ilustradas con 10 dibujos, más la portada, del pintor de Puertollano Fernando Gómez Cuadra, que a la sazón vivía en París. Junto a estas diferencias es preciso anotar unos esquemas de ruta de las catorce crónicas – realizados con premura y escasa calidad gráfica – y un subtítulo de cada capítulo. Subtítulo entresacado de lo más llamativo del texto consecuente. Así, ‘Polders, arrozales y bosques’ para hablar de Daimiel y Villarrubia, ‘Una Ucrania entre dos Prioratos’ o ‘Pólvora, peces y silencio’ para retratar los lagos (sic) de Ruidera. El texto de Prensa Española, con prólogo de Eugenio Montes –firmado en Roma en, la Epifanía de 1960– y que se publica en ese año se llama, paradójicamente, ‘La ruta del Calatraveño’ y aparece ilustrado con catorce dibujos de Gregorio Prieto y capitulares y colofones de Bufrau, quien ya había ilustrado la edición de ‘La ruta de los foramontanos’ (Prensa Española, 1955; 4ª edición 1959). ¿Por qué dos ilustraciones para un sólo proyecto?, o ¿ya eran proyectos distintos? ¿Por qué dos, modelos gráficos en las antípodas expresivas?”. Todo ese listado de recorridos viajeros sernianos fueron matizados –como ya hemos citado antes– por las piezas menores, pero valientes de García Pavón –escribir socarronamente sobre unos de los escritores más oficiales del franquismo triunfal, como Víctor De la Serna, era tener ganas de complicarse la vida, como así acabó resultando–. Los Escolios a don Víctor de la Serna (Lanza, 2 de junio de 1953) y los Nuevos escolios a don Víctor de la Serna (Lanza,10 de junio de 1953), supusieron un contraargumento al verbo alado y vegetal del escritor, nacido en Valparaíso y apegado a la Cantabria materna, cuando descubría en el secarral del llano manchego ‘Polders, arrozales y bosques’ y Pavón replicaba al chileno, que “no encontrará su señoría en el llanazo manchego, más sombra que la de su sombrero, ni más flor que la de su solapa…y  no encontrará donde beber agua como no sea en el botijo de algún gañan”. Cuando lo que latía en las visiones contrapuestas de ambos escritores no era tanto una diversidad política cuanto un modelo literario antagónico. Fruto de la herencia asumida del 98 –Azorín, sobre todo– por García Pavón, y la contra visión del aborrecible decadentismo del 98, en De la Serna, que hablaba ya de una España renacida, triunfal y fluvial. Entre otros pesares diversos, Pavón sufriría la disolución –o la falta de financiación final– de su proyecto viajero de 1951, que se llamaría –como ya avisó en algún suelto periodístico– Viajes por la Mancha; el aplazamiento de la revista provincial y literaria, promovida por él, llamada Rocafrida; así como, también, el desplazamiento en la cabecera organizativa del muy oficialista Congreso Andante de Escritores, verificado en el verano de 1954. Que contó con alguna otra advocación, tal como Maximiliano García Venero lo llamó, paradójicamente, Congreso andante por la Mancha en honor a Azorín (Lanza, 18 de marzo, 1954).

CLAVILENO 1955 DEDICVADO A CR
Revista ‘Clavileño’ de 1955 dedicado a Ciudad Real, con un dibujo de Gregorio Prieto / J.R

De ello, de esas duplicidades y omisiones, de esos desencuentros y tirones, CMSM da cuenta con ironía y retranca, pero sin entrar a fondo en ese debate abierto entre De la Serna y García Pavón. “No me extraña nada lo de las omisiones que apuntas en la reedición de las crónicas manchegas de Víctor de la Serna, estando por medio el ABC. ¿Cómo iban a confesar ahora, que fue el Movimiento el que editó la colección de artículos publicados en el periódico de los Luca de Tena? Ahora, siempre que pueden, ponen a parir a Franco, cuando fueron ellos los que pagaron el famoso ‘Dragon Rapide’ que trasladó al General de Canarias a Tetuán para que se pusiese al frente del Alzamiento. Porque los liberales de ABC nunca concibieron el hecho más que como un ‘golpe’ para que recuperara el trono Alfonso XIII y no como una maniobra más amplia para ciertas reformas que estaba pidiendo, a gritos el país, desde la derecha, la izquierda y desde todos los ángulos de la política”. Olvidando CMSM que aunque las crónicas viajeras salieran en el monárquico diario ABC, De la Serna procede del diario Informaciones, germanófilo hasta el último momento como muestra su apoyo fervoroso a la causa nazi, que llega hasta 1945, como reza y señala un artículo de Víctor de la Serna en el diario madrileño Informaciones del 2 de mayo  del año de 1945, año del hundimiento nazi. Un vínculo ferviente y fraterno, como contó y cantó el editorial del mismo periódico el día anterior, al conocerse el suicidio de Hitler: “Con la palma del martirio, Dios entrega a Hitler el laurel de la victoria”. El mismo Víctor de la Serna, que ya había viajado, en octubre de 1941, a Berlín y luego al frente divisionario de Wolchow, en compañía del Conde de Mayalde, director General de Seguridad; y que repite nuevamente su estancia berlinesa, en 1943, como séquito de Arrese, secretario general de Falange. Un Víctor de la Serna, también habitual de los encuentros del restaurante Horcher, donde coinciden Pierre Daye, Adalbert Laffon, Charles Lesca y Eugenio D´Ors, entre otros germanófilos y nazis declarados como Hans Lazar. Un artículo de De la Serna, el ya citado de 1945, en justo pago a sus fidelidades alemanas que subvencionan y promocionan la cabecera de Informaciones y su difusión continuada de las ‘Cartas berlinesas’. Un artículo de De la Serna sobre un Hitler ya muerto y rociado de benceno de automoción, en el búnker de La Cancillería: “Pero Adolfo Hitler ha nacido ayer a la vida de la Historia con una grandeza humanamente insuperable”.

VICTOR DE LA SERNA RAIMUNDO FERNANDEZ CUESTA Y OTTO DIETRICH
Víctor de la Serna,Raimundo Fernández Cuesta y Otto Dietrich / J.R.S

Redición de la obra, una vez muerto De la Serna, por el Movimiento de Ciudad Real en 1959, bajo el nombre de Por tierras de la Mancha con las ilustraciones citadas del pintor Gómez Cuadra, que fue residente en Paris en esos momentos, anteriores a su suicidio y responsable de las ilustraciones del serniano texto manchego, con un tono de decido expresionismo y colores ácidos, y de aquí la conexión que hace CMSM con Françoise Sagan. Puede consultarse los aspectos menores en el relato Tierras metálicas, telas de araña, publicado en 2013 en la revista digital Hypérbole. (https://hyperbole.es/2013/02/tierras-metalicas-telas-de-arana/), procedente de la obra Viajar de noche y otros relatos.

VICTOR DE LA S ERNA POR TIERRA DE LA MANCHA 1959
Portada de ‘Por tierras de La Mancha’, de Víctor de La Serna, de 1959

Como el cierre de la primera entrega dejaba ver el ofrecimiento de CMSM, “quedo a tu disposición para lo que te interese, del periódico o de la vida provinciana, desde el 43 al 87, en que me vine vivir a aquí”, traté de aprovecharme de ello, formulando las dudas y preguntas que no había podido resolver. Señalamiento, que además había subrayado con acierto, en el párrafo anterior con algunos intereses personales míos: “me da la impresión de que te interesa mucho intentar desentrañar la realidad de las cosas provinciales, sobre todo de los años 39 al 75”. Me acogí al ofrecimiento y le dediqué una extensa respuesta de seis folios, sometiendo al informante a un interrogatorio de segundo grado, que motivó su carta del 10 de febrero de 1999, salteada de información en respuesta a mis múltiples preguntas. Donde da cuenta de la génesis de la afamada Exposición de Artes Plásticas de Valdepeñas –cuyos primeros impresos de convocatoria patriótica, me prestó Luís de Cañigral–; de las opciones por el arte figurativo defendidas en la prensa provincial; de un recorrido de nombres propios de artistas del momento –Gregorio Prieto, Antonio López Torres, Antonio López García, Gloria Merino, Antonio Guijarro, Villaseñor, Pepe Cañadas Mazoteras, Manuel Prior, Miguel Navarro, Vela Siller, Alfredo Calatayud, Mon Montoya, para cerrar con Kirico y Núñez de Arenas, recuerdo que comparte con su hijo José Manuel–; y de una captura del momento político en el filo temporal, de 1977 a 1979, con Nino Velasco como protagonista principal, por vía directa del PSP, Partido Socialista Popular fundado por Enrique Tierno Galván, del cual emergen en sus recuerdos, sobre todo, Francisco Granados y Javier Paulino –que llegarían a ser miembros del Congreso y del Senado, una vez verificada la unificación con el PSOE–, con valoraciones diferentes que me reservo ahora. Sorprende que, en su comentario epistolar, CMSM anote datos sólo sobre el PSP, cuando podría haber realizado alguna anotación sobre las elecciones de 1977 y de 1979, tanto del PSOE –Manolo Marín, que aparecía en las listas del Congreso, igualmente era compañero de alguno de sus hijos–, como de UCD –partido de cierto aluvión provincial con el tomellosero Blas Camacho y seguidores del Partido Popular de Pío Cabanillas, con un relevante grupo de arquitectos e ingenieros–, tanto de la AP de Fraga –más próximo a algunos miembros destacados de la redacción de Lanza, con la larga sombra de Luís Martínez Gutiérrez en el horizonte–, como del PCE –donde recuerdo haber tenido CMSM, alguna desavenencia o tenida, con José Antonio García Rubio, cabeza de la candidatura en 1977 que en 1979 cedió el lugar al pintor exiliado Pepe Ortega–, del cual hablaba de refilón y apuntando a los ‘que no nos hablaron de él, en su momento’. Por más que ese exiliado y nativo de Arroba de los Montes, había sido el contacto de Pablo Picasso con el Comité Central del PCE en los años previos. Y por más que en el número 3 de la revista Almud, y con motivo de las dos exposiciones celebradas en Almagro en 1980. Una en la Galería Fúcares de Norberto Dotor, y la otra en el espacio de la iglesia de San Agustín, que fue cancelada tras diversas presiones relevantes: hasta El País y el semanario La Calle –revista controlada por el aparato cultural del PCE, tras la separación de un grupo de redactores de la progresista Triunfo, considerada ya como socialdemócrata– se hicieron eco del debate de la clausura y censura, sostuvimos una entrevista algunos miembros del Consejo de Redacción, en diversas gratas sesiones, en la galería y en el Parador de Turismo. Entrevista que apareció con el nombre ‘Un color es bello, cuando es verdadero’ y que fue acompañada y simultaneada de largos paseos por la Plaza almagreña y pausados vinos en el Ché, exaltando Ortega –melancolía del exilio galo y de los soles brumosos– los vinos blancos de Villarrubia de los Ojos y criticando la falta de contenido visual de las campañas del PCE de 1979 –Municipales y Generales– por parte del que había dado contenido gráfico a la campaña de 1977, con las piezas enormes, del Decálogo para la democracia. Propuesta programática gráfica de Pepe Ortega que, además, había sido expuesta en las librerías de Ciudad Real Oretum y Tartessos en ese filo temporal de finales de los 70. Por lo que resulta raro e improbable el comentario de CMSM. “No sé porque los que conocían su obra no hablaron más de él antes de 75 o del 77”. Yo creo que la sola referencia al libro de Ortega, Los segadores, de 1966, contestarían algunas dudas sobre esa probabilidad improbable. Un libro pegado a la denuncia del realismo social del momento –hay una secuencia denominada Hoces y manos–, editado en la Colección Ebro –promovida por el mismo PCE en recuerdo de la batalla de la Guerra Civil–, por más que el libro estuviera editado por Touchstone Publishers de New York y contara con un texto prologal de José Manuel Caballero Bonald.

ANGEL CRESPO
Imagen de Ángel Crespo / J.R.S

También en el conglomerado del PSP referido, aparece Nino Velasco, en cometidos de propaganda según contaba CMSM en su carta. Puede que mi interés en la persona de Nino Velasco –más allá de haber coincidido con él, en la época de El Manchego entre 1980 y 1981 en los talleres de Gráficas Cervantes de la calle Paz, donde yo colaboraba, publicando la sección Las palabras y las cosas, bajo el seudónimo Interino–, naciera del conflicto con la sección que Velasco, junto al TEAV –sobre todo Miguel Ángel Mila– había conseguido establecer en Lanza, con su sección Amarillo, Cadmio, limón. Sección que detonó en 1979, a raíz de una crítica desfavorable –aparecida sin firma, pero responsabilidad del referido colectivo– sobre una exposición de la pintora Gloria Merino. De ello rememora CMSM “Nino Velasco aparte de caerme gordo, por su doblez y no ir nunca por derecho, era también de los que ponían a parir a Lanza. Yo no me movía por motivos personales, pero eso sí, cuando tocaban al periódico, saltaba. Eso a lo mejor, influyese en mi incidente con él. La verdad es que me acuerdo ni por qué fue. Ni se si fue por Gloria Merino o no”. Lo que no parece recordar CMSM es la recogida de firmas –probablemente promovida por miembros del Grupo TEAV– protestando contra la supresión del texto sobre la pintora y solicitando su íntegra publicación en el periódico. En esta ocasión, los abajo firmantes se propagaron entre el Colegio Universitario, la dirección del Museo Provincial, incluso algunos ilustres pintores asentados, que se sumaron al debate de forma interesada para sorpresa de CMSM. Creo que la repuesta de CMSM fue la de imputar a la dirección del periódico, la capacidad de decisión de qué textos merecían ser publicados y cuales no, desde su exclusivo interés periodístico. Junto a ello, Velasco había publicado el mismo año 1979, dentro de las publicaciones del Museo Provincial, Silva De Varia Lección, el panfleto –incendiario para las aguas quedas del estatismo agrario y cultural de la ciudad– Ciudad Real mi amor. Boceto para una memoria sobre el estado cultural de Ciudad Real. Texto crítico y arrojadizo sobre el adormecido estado cultural de la ciudad, que colmó algunos vasos. Sobre todo, cuando Velasco fijaba en el apartado Prensa su específica anotación sobre Lanza. “Se publica el diario Lanza, que dirige Carlos María San Martín. Se trata de un periódico que, comparado con otros de ciudades similares a la nuestra, presenta un volumen de papel y una contextura general de diario que le permite ser una publicación más sólida o madura. Salvo esta dato formal, el contenido propiamente periodístico resulta bastante sorprendente: siendo un periódico que no puede competir con la prensa de Madrid a nivel de información nacional, su verdadero cometido, que sería la noticia, comentario o crónica de la vida local y provincial, está servido de tal forma que un lector asiduo del mismo jamás podrá saber a ciencia cierta qué pasa en nuestra zona y como late. Ejerce pues, una rara habilidad: la capacidad de ofrecer mucho papel escrito que no dice absolutamente nada”. La enmienda a la totalidad sobre el papel de Lanza –la capacidad de ofrecer mucho papel escrito que no dice absolutamente nada–, realizada por Velasco a alguien que llevaba 36 años comandando el periódico y que consideraba casi como algo propio, aclara la abierta animadversión de CMSM al hablar de Velasco.

Algún tiempo después, ya en 2001 le remití a CMSM un ejemplar de mi conjunto de textos breves, publicado como Viajar de noche y otros relatos publicado ese mismo año y que dio pie a la tercera entrega de su correspondencia de diciembre de 2001. Ese conjunto de relatos publicado en una editorial de Puertollano –Intuición editorial en 1999– como Viajar de noche y otros relatos, contaba con piezas como Experiencias modernas –recuperado, muy tardíamente, en Lanza en cuatro entregas a lo largo de 2022, del 28 de enero al 14 de febrero–. Junto a ese relato de corte memorial sobre los años de formación sentimental y ciudadana, aparecían otras piezas breves como la ya citada Tierras metálicas, tela de araña de la cual ya hemos hablado. El relato que, creo, interesó a CMSM particularmente, al estar referido al fútbol de esos años, futbol de barro y linimento, fue el denominado Grupo XIV, que daba cuenta del grupo de la Tercera división de la liga futbolística, que agrupaba equipos extremeños, madrileños, albacetenses, toledanos, conquenses y ciudadrealeños. En un momento en que los encuentros de la Copa de Europa se seguían en los salones de Casino –aún la televisión no era carta común en los hogares mesocráticos– y en los que las conferencias sobre la materia, como las de Federico Carlos Sainz de Robles en Alcázar de San Juan, relatada por mi padre, hablando de teorías novedosas como la MW húngara. Teorías probablemente robadas a Pedro Escartín, notable articulista de MARCA, y responsable de teorías insólitas y extravagantes, como el esquema de juego desplegando un imposible 4-3-4 más el portero. Conjunto de textos –todos los citados y alguno más– que Carlos contaba “haber leído con fruición y gusto, de un tirón”. Donde bajo el cobijo de la denominación Grupo XIV aparecían las capturas de las crónicas deportivas firmadas ya como Kasama, acrónimo de su nombre y apellidos, como ya queda dicho antes. Y que le dio ocasión, en su respuesta al envío, para corregirme o confirmarme en algunos aspectos. “Las que más me han interesado han sido las que se refieren a cosas de Ciudad Real y, especialmente, de la capitaleja y luego te explicaré el porqué de esta denominación, hoy afortunadamente obsoleta”. Denominación de capitaleja que ni es exclusiva –o no era exclusiva entonces– de Ciudad Real. En Albacete, cuenta Martínez Sarrión en su texto de 2002, Albacete, mis gentes y mi tierra, se aplicaba desde Hellín tal apelativo de ‘capitaleja’ a la capital cuchillera. No sé si en Cádiz, por parte de los jerezanos se aplica tal denominación a la capital provincial de menor población o en Alicante los de Elche lo hacen vertiendo inquina sobre la capital provincial. Por su parte CMSM, fijaba: “Bueno lo de los grupos de Tercera División, es otro cantar. No se los distribuyó con una idea de ‘organización castrense’, sino porque era más fácil numerarlos del uno al catorce, o al quince, que denominarlos grupo galaico-asturiano o castellano-extremeño o murciano-andaluz…Tampoco estoy de acuerdo en que la rivalidad Manchego-Calvo Sotelo se debiese, ni siquiera en el subconsciente, a razones político-clasistas. “La Capitaleja’ (así llamada despectivamente por los pueblos grandes de la Provincia) era rival para todos ellos, por creerse demográfica e históricamente, tan importantes o más que ella. Hoy, afortunadamente, no existe esa rivalidad, porque Ciudad Real las ha superado en todo. Puertollano ha menguado en tanto que Ciudad Real ha crecido en número de habitantes, en expresión de la cultura, en modo de vida, etc…y ningún pueblo (o ciudad, si quieres) se le puede igualar dentro de la demarcación provincial. La rivalidad Ciudad Real-Puertollano era la más fuerte porque Puertollano, dentro de los pueblos más cercanos a ella, era el más importante, más que Daimiel o Valdepeñas pingamos por caso. Alcázar y Tomelloso, aunque rivales, estaban más alejadas. No digo que la capitalidad administrativa no crease rivalidades, pues todos tenían que acudir a ella para sus gestiones importantes (igual que ahora, por supuesto, a pesar de la autonomía), pero no con un trasfondo político subterráneo. Un socialista de pro, Javier Paulino, fue presidente del Manchego y hasta Ismael López de Sancho, que luego se proclamó de no sé qué partido democrático. Y el Calvo Sotelo, siempre estaba dirigido por los ‘señoritos’ jefes de la Empresa. Había fieles del Manchego tan proletarios como los mineros; y seguidores furibundos del Calvo Sotelo tan ricos o burgueses y mesocráticos, como los del Manchego”.

FRANCISCO GARCIA PAVON
Francisco García Pavón / J.R.S

De las cuentas y datos de algunos colaboradores, que aparecen en los tres escritos de CMSM, me quiero detener –por haberlo citado al principio de estas líneas al hablar de las Efemérides Manchegas– con Paco Pérez Fernández, singular referente de algunos trabajos periodísticos. “En cuanto a Paco Pérez, cuñado de Gutiérrez Ortega, profesor en Tomelloso y Daimiel, periodista antes de la guerra y de militancia socialista en los años 30, había sido corresponsal nuestro en las citadas localidades, colaborador asiduo, culto e inteligente, cronista oficial de Ciudad Real, lanzados en cierto modo por García Pavón, compañero suyo como profesor en los Carmelitas de Tomelloso, me parece que siempre estuvo abierto a todos los valores de la provincia, tanto literarios  como artísticos”. No cita CMSM que Paco Pérez-Fernández, también conocido como Antón de Villareal, es el autor de las citadas Efemérides y que fue propuesto –o al menos, verificó la petición– por Paco García Pavón para ser nombrado Cronista Oficial, junto a Julián Alonso, fallecido ya Emilio Bernabéu anterior faro de la crónica local. Sobre las Efemérides manchegas. 1ª serie, había escrito ya el texto La historia en los periódicos o la pasión provincial (Lanza, 5 de junio 2012). Donde dejaba ver algunos claroscuros de las historias contadas y de los recuerdos rememorados. “Varios son los enigmas que han rodeado a las Efemérides manchegas de Francisco Pérez Fernández, publicadas originalmente con fecha de 1971 y depósito legal de 1972. Y entre esas sombras vacilantes convienen destacar las dudas sobre la publicación de la segunda entrega en 1975 que ya habían desfilado en el periódico Lanza; el formato extraño de un calendario celebrativo, que eso es la Efeméride, un calendario o almanaque que recorre asuntos plurales y cambiantes con una mirada gélida y sólida, y donde se amalgaman una nota sobre el ferrocarril inquieto, precedida por la conmemoración del óbito de un obispo vascongado, para prolongarse con el perfil de un héroe americano; el carácter híbrido de los textos recopilados: a caballo de cierta divulgación histórica y enjaezados con asuntos de un indudable poso memorialístico; el esfuerzo por unificar una escritura que a veces es propia, y otras más es prestada y así se señala esa segunda autoría como fuente o referencia; o esa misma horma estilística que se quiere igualar  tanto para lo próximo rememorado como para lo lejano avistado, como el que utiliza simultáneamente, prismáticos y lupas para mirar la vida y la historia. Por no hablar del extraño efecto envolvente de la capa de silencio que sobre ciertas cuestiones se verifican”. Como ahora puede ocurrir con las respuestas, sugerencias y comentarios de CMSM. También algunos silencios salteados de los memorialistas del periodismo provincial juegan como las cartas de las baraja. Mostrando que las cartas epistolares, pueden desplegar otras combinaciones y otros trofeos.

Marzo y abril 2023.

 

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