Aníbal B. C.
Ciudad Real
Setas y hongos comienzan a despertar estos días otoñales en la mayor parte de Castilla-La Mancha, un territorio que se convierte en un paraíso para los amantes de la micología y donde brotan ya boletus aestivalis o amanitas caesareas.
Las altas temperaturas que han precedido a unos días de intensas lluvias anuncian un buen inicio de temporada micológica en esta región, donde crecen una buena parte de las setas y hongos comestibles que se encuentran en España. Los amantes de las setas están de enhorabuena porque las condiciones climatológicas han favorecido el crecimiento de un buen número de especies, muchas de las cuales son muy apreciadas culinariamente, porque encierran sabrosos secretos que no pasan desapercibidos para los paladares más exquisitos.
Valentín Rubio Galera, uno de los expertos castellano-manchegos más reputados en setas y hongos, asegura que el mundo de las setas es algo muy “divertido” al que cada año se van uniendo muchos más aficionados que aprecian las setas “como un rico manjar de la cocina mediterránea”.
Rubio recuerda que los “ingredientes básicos” para que las setas crezcan son que haya abundantes lluvias y sol, porque, como resalta, “a la inmensa mayoría de las mejores setas comestibles les gusta que haya sol y llueva”.
En Castilla-La Mancha, explica que existen catalogadas más de un millar de especies de setas y hongos, aunque la mayoría de ellas, apunta, no son comestibles o no tienen interés culinario.
Para este experto micológico, esta región puede ser considerar como ‘la Meca’ para las setas y hongos, pues en este territorio están representadas la mayor parte de las formaciones vegetales en las que encuentran el hábitat adecuado para desarrollarse.
Pinares, robledales, quejigares, sabinares o prados son algunos de estos hábitats donde las setas crecen de manera silvestre y espontánea. Estos días, en los quejigares o robledales de la región, ya han aparecido los primeros boletus aestivalis, boletus aereus, las amanitas caesareas o las macrolepiotas, advierte Rubio.
Mientras, en los prados también han aparecido ya los primeros champiñones (agaricus spp) y la buscada seta de cardo (Pleurotus eryngii ). Todas estas especies comestibles necesitan para fructificar temperaturas cálidas e incluso calor y lluvias, pero apunta que, según avance la temporada o el otoño, serán otras las que tomen el relevo. A primeros de noviembre, dice que, “con la bajada de temperatura y las primeras heladas, estas especies se retirarán hasta la próxima primavera u otoño, dando paso a otras especies que necesitan temperaturas más bajas e incluso frío para fructificar, como es el caso de la Lactarius deliciosus, Lepista nuda, Tricholoma terreum y Tricholoma portentosum.
Precaución y respeto
Rubio advierte que lo importante a la hora de salir al campo a recolectar setas es tener un conocimiento casi perfecto de las setas que se pueden llevar a casa, puesto que muchas son tóxicas y no deben recolectarse para el consumo. Este hecho no justifica en ningún caso que estas setas deban arrancarse porque, sostiene, “cada una de ellas cumple con una función clara dentro del ecosistema en el que se desarrolla, por lo que lo que se debe hacer es dejarla donde se encontró”.