El Museo Casa del Hidalgo de Alcázar de San Juan se ha convertido este jueves en el escenario de una celebración dedicada a la palabra, la historia y el alma de La Mancha. En un emotivo acto impulsado por la Diputación Provincial de Ciudad Real, se reconoció la labor de tres sociedades cervantinas: Hidalgos Amigos de los Molinos de Campo de Criptana, la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan y los Académicos de la Argamasilla, así como a dos personalidades que encarnan el espíritu del Quijote: Manuel José Carpintero Manzanares y Rafael Ubaldo Gosálvez Rey.
La cita, que daba comienzo a las seis de la tarde, combinó música, palabra y homenaje en evento presentado por la periodista Laura Izquierdo, e intercaló intervenciones institucionales, vídeos conmemorativos y piezas musicales interpretadas por la soprano Alicia Hervás al frente de un conjunto instrumental.
Un acto de reconocimiento colectivo
El evento contó con la presencia de representantes municipales y provinciales, entre ellos la concejala de cultura del Ayuntamiento de Alcázar de San Juan, Cristina Perea, quien inauguró el encuentro destacando la importancia de mantener viva la herencia cervantina como seña de identidad y de proyección turística y cultural de la comarca. También asistieron diversos diputados provinciales y autoridades locales de Campo de Criptana y Argamasilla de Alba, municipios estrechamente vinculados a la figura del ingenioso hidalgo.
Durante la ceremonia se fueron alternando las entregas de diplomas y galardones a las tres asociaciones homenajeadas. José Ortega, presidente de los Hidalgos Amigos de los Molinos, recogió el reconocimiento a esta entidad que lleva más de medio siglo preservando los icónicos molinos de Campo de Criptana. En su intervención recordó con emoción a Lola Madrid, figura clave en la consolidación de la asociación, cuyo legado —dijo— “sigue moviendo los engranajes de este sueño colectivo”.
Tras su discurso de agradecimiento, con un estilo muy quijotesco, mencionó algunos eventos que pondrán en marcha desde la asociación, así como su predisposición a seguir contribuyendo y colaborando con el legado del Quijote en la provincia. Además del diploma para cada asociación, también se hizo entrega de una placa conmemorativa a los miembros de sus juntas directivas.
Tras la asociación Hidalgos Amigos de los Molinos de Campo de Criptana se dio paso a la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan, cuyo presidente, Juan Bautista Mata Peñuela, quiso destacar lo importante que es dar a conocer el Quijote a los más jóvenes y tuvo un momento para recordar a Enrique Suárez Figaredo, socio de honor de la Asociación recientemente fallecido.
Tras la entrega del detalle a la Junta Directiva de la la Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan, fue el momento de dar paso a la última asociación, ‘Los Académicos de la Argamasilla’, cuya presidenta, Pilar Serrano S. de Menchén, también tuvo unas palabras para los asistentes en las que agradeció el galardón y de nuevo puso en valor al Quijote, su legado y la importancia de dárselo a conocer a las generaciones futuras.
Fue el momento entonces de homenajear a dos hombres que, en palabras de la presentadora, Laura Izquierdo, “han llevado los valores del Quijote al mundo”. Manuel José Carpintero Manzanares, educador, divulgador y presidente y fundador de la Sociedad Astronómica y Geográfica de Ciudad Real y Rafael Ubaldo Gosálvez Rey, profesor de Geografía Física de la UCLM que no ha podido acudir al encuentro pero se ha conectado desde Islandia para agradecer el galardón.
Legado Quijote: una apuesta por la unión y la identidad
El cierre institucional ha corrido a cargo de María Jesús Pelayo, vicepresidenta de la Diputación Provincial de Ciudad Real, quien subrayó que este homenaje marca “el inicio de un camino común dentro del proyecto ‘Legado Quijote’”, impulsado por la institución provincial desde el área de impulso sociocultural y turístico.
“Hoy no solo premiamos, sino que celebramos un símbolo: el de una provincia que se reconoce en su historia, en su cultura y en su gente”, afirmó Pelayo.
La vicepresidenta definió Legado Quijote como “una declaración de identidad, una forma de unir, difundir y engrandecer el espíritu cervantino de nuestra provincia”. Según explicó, el programa busca conectar a los pueblos que comparten raíces quijotescas para promover el patrimonio cultural y fortalecer el sentimiento de pertenencia manchega.
“Cada pueblo cervantino, cada molino, cada cueva y cada historia local forman parte de una obra mayor: la de una provincia que sigue escribiendo su propio Cervantes”, señaló.
Pelayo dedicó parte de su intervención a poner en valor la labor de las tres sociedades distinguidas: los Hidalgos Amigos de los Molinos, “guardianes de los gigantes que nos definen ante el mundo”; la Sociedad Cervantina de Alcázar, “reflejo del rigor investigador y divulgador que une a esta ciudad con el escritor universal”; y los Académicos de la Argamasilla, “herederos de la palabra viva que mantiene encendida la llama del ingenio”.
Para Pelayo, los homenajes individuales recayeron en dos manchegos cuya trayectoria refleja, “el espíritu más puro del Quijote”. El aventurero y divulgador Manuel José Carpintero Manzanares fue definido como “soñador incansable que ha llevado la bandera manchega hasta los confines de la Tierra”, mientras que el geógrafo y científico Rafael Ubaldo Gosálvez Rey fue recordado como “humanista que nos enseña a leer la geografía de Ciudad Real como si fuera un poema de roca, agua y fuego”.
“Ambos sois el ejemplo de que el Quijote no solo se lee, sino que se vive, se enseña y se conquista”, les dijo Pelayo durante su discurso, que finalizó afirmando que “La Mancha no es solo un lugar, es una forma de ser, sentir y mirar el mundo”.
Nuevos retos para 2026
Finalizando su discurso, María Jesús Pelayo también quiso dar algunas pistas sobre el camino que seguirá Legado Quijote el año que viene: “El próximo año Legado Quijote tomará un nuevo rumbo, el de los más jóvenes. Hay que ir a las aulas, a los centros educativos; no hay herencia más importante que la educación y no hay mejor libro para enseñar la vida que el Quijote».
Con esa declaración se marcó una hoja de ruta clara: convertir la memoria en patrimonio vivo y en recurso formativo.
