Cada fin de semana de diciembre, enero o febrero, los meses más fuertes de monterías de la temporada de caza en Castilla-La Mancha unas 70.000 personas participan en cacerías, la mayoría en Toledo y Ciudad Real, esta última la provincia cinegética por excelencia. Miles de personas alrededor de una práctica ancestral, un deporte y una actividad comercial en el caso de orgánicos, rehaleros, acompañantes, guardas, propietarios de cotos, conductores u ojeadores, que sirve para reactivar la economía de los pueblos más pequeños en invierno.
El sector cinegético de la provincia pide que se pongan “en perspectiva” estos datos con el número de accidentes, en una temporada negra, admiten tanto Luis Fernando Villanueva, presidente de Aproca, como Agustín Rabadán, presidente de la Federación de Caza de Castilla-La Mancha, que se ha cobrado dos vidas en Ciudad Real en Almadén y San Lorenzo de Calatrava en el mes diciembre. Otra muerte en Molina de Aragón (Guadalajara) este mes de enero y tres heridos por disparo en Alhambra, Albacete y Cuenca.
“Cualquier muerte es terrible, no debería ocurrir. Como sector todos los que intervenimos debemos obsesionarnos con la seguridad”, afirma Luis Fernando Villanueva, el ciudarrealeño que preside la asociación regional de propietarios rurales y titulares de fincas. Villanueva insiste en que las estadísticas se repiten todos los años, pese al crecimiento exponencial del número de monterías.
Agustín Rabadán, presidente de la Federación de Caza de Castilla-La Mancha opina lo mismo y relaciona los accidentes tan graves con el alto número de monterías ante el retroceso de la caza menor. No es lo mismo recibir un perdigonazo de escopeta, que una bala de rifle, “aquí accidentes como los que tienen los ciclistas o aficionados a las motos se pagan con la vida”, incide.
Con todo, ambos analizan para Lanza, tras muchas conversaciones previas con el sector y la Administración, posibles mejoras en seguridad y ponen el acento en la formación.

«Que los chavales se formen es fundamental»
“Que los chavales se formen es fundamental”, dice Villanueva. Las nuevas licencias de caza se otorgan en Castilla-La Mancha desde hace tres o cuatro años después de haber superado un examen de aptitud y el curso oficial que imparte Aproca. “Lo que ocurre es que no hay prácticas, queremos proponerle a la Administración que sea obligatoria una práctica de tiro en el campo, para ver cómo se manejan con su arma”.
A Villanueva, que como muchos cazadores de mediana edad aprendió con familiares, padres, abuelos, tíos en cotos de caza menor, le preocupa que eso se haya perdido. “Ahora hay nuevos cazadores que sin haber cogido un arma empiezan disparando rifles”, cuenta. “A nosotros nos parece fundamental manejar primero bien la escopeta, no es lo mismo incorporarse a la caza con una escopeta que con un rifle, también por la modalidad de caza que se practica en grupo, en vez de la forma más solitaria de los apostaderos de caza mayor”.
La caza mayor no es solo cuestión de moda, sino “de la falta piezas de caza menor de forma generalizada en España. En las últimas décadas ha habido un descenso de conejos, perdices, liebres…, tenemos que incentivar esas presas”, apunta.
Respecto a cómo mejorar la formación de los nuevos cazadores Villanueva considera clave la parte práctica, y su asociación ya ha movido ficha. “Aproca le ha propuesto a la Diputación de Ciudad Real la creación de un campo de tiro para estos entrenamientos de nuestros cursos”, dice.
“Entendemos que los cursos como se dan ahora no son una formación suficiente para mejorar la seguridad”, cuenta. La licencia de caza se obtiene una vez superado el curso de Aproca y el de armas con la Guardia Civil.

Cazar en Castilla-La Mancha
El análisis de Villanueva para llegar a “cero accidentes” pasa también por introducir mejoras en la gestión de los cotos que pide al Gobierno de Castilla-La Mancha. “Los cortaderos [cortafuegos] que hacemos en las zonas de monte de las fincas son todos en línea recta, pedimos más flexibilidad, que se nos permita hacerlos en curva o colocando montículos, para que a la hora tirar haya más protección” (está medida ya se trabaja con la Administración).
También cree que muchos accidentes ocurren por falta de experiencia sobre el terreno de los cazadores, “los hábitats de Castilla-La Mancha son diferentes a los del norte de España. El monte mediterráneo es bastante cerrado”.

Las distancias entre puestos
El presidente de Aproca en Castilla-La Mancha no cree que el problema de la seguridad venga de que no se respeten las distancias en los puestos, “se deben respetar, sin ninguna duda, pero no creo que ese sea el problema. No hay tantas monterías con fines economicistas, muchas son batidas lúdicas, para amigos o de sociedades de cazadores, además los organizadores son los primeros interesados de que no ocurra nada en su montería”.
Villanueva incide en que los accidentes mortales del año no han sido por problemas de colocación, sino por mala praxis, el factor humano. “Las normas las conocemos todos, el seguro debe estar puesto siempre, no hay que dirigir el arma a otra persona y solo se debe disparar a lo que se ve, pero no está demás insistir en ello cuando todavía quedan muchos días de caza”, remata. “Para mí la seguridad debe ser una obsesión, no está demás insistir en las normas y en la colocación”.
Fernando Villanueva, que también preside Artemisan, la fundación que promueve la gestión y conservación de las especies de fauna y flora, explica que están haciendo un nuevo estudio de los accidentes de caza en España para hacer una radiografía más en profundidad. Además están reeditando el estudio socioeconómico sobre el peso de actividad del año 2017.

Las incorporaciones a la caza mayor desde la menor
Agustín Rabadán, el presidente de la Federación de Caza de Castilla-La Mancha, comparte con Villanueva que el crecimiento de las monterías en detrimento de la caza menor tiene que ver en que haya más accidentes. Y también opina que influye la incorporación de cazadores de caza menor a la mayor.
No obstante, comenta que por terribles que sean las cifras de Castilla-La Mancha este año el número de accidentes es ínfimo “si tenemos en cuenta que cualquier fin de semana hay 70.000 personas cazando en las cinco provincias”. Claro que subraya que cualquier accidente en el sector no es ninguna broma, “un disparo accidental puede ser mortal”, admite, frente a una caída haciendo otro deporte como el ciclismo.
De la posibilidad de incorporar una práctica de tiro a la prueba para sacarse la licencia de armas considera que está bien, pero incide en que para conseguir un permiso de rifle no se necesita prueba alguna, “con un permiso previo de armas de escopeta se consigue el rifle sin examen”.
Rabadán también apunta “al exceso de confianza” en algunos accidentes. A su modo de ver obligar a quienes participan en una cacería a llevar chaleco naranja, como en cotos del norte, sumaría. “En Castilla-La Mancha basta con llevar una banda de un color de alta visibilidad”; “extremar o abundar en medidas que redundan en la seguridad no daña”.
Doblar en un puesto: “Está muy controlado”
En cuanto a si cree que hay muchos cazadores que se saltan la norma de doblar (dos escopetas en un puesto), asegura que no, “está muy controlado, hay vigilancia de los postores, no digo que no se produzca, pero no es lo general. Es una falta muy grave si ocurre”, refiere. Y respecto al alcohol en las cacerías, dice que se pueda aplicar a cualquier otra actividad, “puede que se tome una cerveza en el almuerzo previo, pero lo mismo que cuando paran otros deportistas a hacer un descanso. Es obvio que si no se está en condiciones no se puede manejar un arma de fuego. Normalmente no se bebe en exceso y desde luego no se debe”.
Otra explicación a los accidentes es la cantidad de gente que caza en terrenos que no conoce “aquí la orografía es distinta al norte, se caza en línea de cortaderos, a res pasada, disparas. También tenemos sierras, pedrizas de roca que pueden generar rebotes”.
Licencias de caza en Ciudad Real: 31.232
La provincia de Ciudad Real cuenta con 31.232 licencias de caza, 11.210 licencias D para rifles de caza mayor y casi 20.000 licencias E para escopetas (19.929), además de 91 de menores, según datos facilitados por la comandancia de la Guardia Civil de Ciudad Real. Los ocho Equipos de Intervención de Armas están distribuidos por distintas comarcas de la provincia. Solo la oficina de Intervención de Armas de la comandancia controla 3.950 licencias D, 5.902 licencias E y 53 licencias de menores.
Otros datos: 91 menores de edad tienen permiso de armas
El año pasado solicitaron exámenes para obtención de licencia de armas 489 personas de las que finalmente lo hicieron 412, con una tasa de aprobados del 75%. De los solicitantes 71 eran menores de edad (solicitud de licencia M) aunque al examen se presentaron 67 de los peticionarios, con un porcentaje de aprobados del 60%. En total en la provincia hay 92 licencias de menores.
La Guardia Civil y los agentes medioambientales hacen inspecciones en los cotos de caza toda la temporada, son aleatorias, en ocasiones por indicación de Sanidad y con veterinarios, las de seguridad “se hacen todos los fines de semana, como los controles de documentación en carretera”, explican desde el instituto armado.
Castilla-La Mancha, una de las comunidades más cinegéticas de España, cuenta con 14.000 cazadores federados y se estima que existen unas 90.000 licencia. La temporada de caza menor termina este próximo 8 febrero y la de caza mayor el 21.