La regulación del potencial vegetativo de los árboles leñosos -cepas, olivos, pistachos o almendros- a través de la poda es fundamental para impulsar sus posibilidades productivas, el rendimiento y la calidad del fruto.
La práctica de cortar selectivamente la parte vegetativa (sarmientos) se realiza con la llegada del invierno y tiene un papel esencial en cultivos en extensivo como la vid, donde Castilla La Mancha es líder en superficie al agrupar unas 475.000 hectáreas de viñas de diversas variedades de uva y con distintos sistemas de plantación.
La poda condiciona desde la floración de la planta, el envero y la maduración del fruto hasta su fertilidad (racimos por yema) y rendimiento productivo (en kilos por cepa de uva y de madera), asegura José Ángel Amorós Ortiz-Villajos, profesor de Producción Vegetal y Tecnología Agraria de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).
Se trata de una práctica, explica, que “es necesaria en todos de cultivos leñosos para equilibrar la planta y optimizar su producción y crecimiento”, aunque el proceso varíe en función de cada especie.
Precisamente, el recién estrenado invierno es el tiempo óptimo para realizar dicha tarea, apunta el docente de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Ciudad Real (ETSIA), en cocnreto entre los meses de diciembre, enero y febrero y no más allá de marzo, para aprovechar “el reposo vegetativo” del cultivo. La poda ha de ser preferiblemente en seco y al margen de heladas intensas.
Evitar el ’llorado’ de la viña
No es recomendable, a juicio de Amorós, ni antes de que caiga la hoja ni en jornadas cercanas a la brotación del fruto, en este caso porque puede provocar el ‘llorado’ de la viña. Este efecto, explica el profesor, se produce al final del invierno cuando “las heridas” realizadas con los cortes de la poda supuran un líquido (lloro).
“Tras la vendimia y antes de la caída de la hoja, precisa Amorós, no es el mejor momento para podar porque las cepas se encuentran en pleno estado de agostamiento de la vegetación (asegura la perennidad de la planta)”, mientras que hacerlo de manera tardía tampoco es recomendable porque la planta “puede perder las sustancias de reserva ya movilizadas por la planta y situarse en las partes podadas a través del ‘lloro’”. Y también se debilita.
Por el contrario, puntualiza el docente, la poda ‘por San José’ “es buena” en el caso de las parras domésticas porque “retrasa el brotado de las uvas y evita heladas de primavera”.
La poda en verde, “menos conocida que la de invierno o en seco” en Castilla-La Mancha, es otra técnica que se utiliza, recuerda el profesor, para equilibrar la cepa y mejorar su vigor, así como también se practica el llamado ”clareo” de racimos para descargar a la cepa de excesivo fruto.
Labor preventiva
La poda garantizará su objetivo si, tal y como recomienda Amorós, se practica el sellado de los cortes de la poda con resina para evitar “las cada vez más presentes enfermedades de la madera”. Es una labor profiláctica que evita el ataque de los hongos por esos márgenes y sus negativos efectos, que incluso puedan acabar con la planta.
Por tipo de podado, en plantaciones en vaso “se distribuye la vegetación en redondo, jugando con el número de pulgares por cada yema (producen los sarmientos con racimos de uva)”, mientras que en espaldera “se sitúan a lo largo de la línea” que marca la estructura de este sistema.
También se utiliza la poda ‘Guyot’ en la viña de altura, que consiste en dejar un pulgar y una vara (tres pulgares).
Responsabilidad
Amorós recuerda la ‘responsabilidad’ del podador a la hora de realizar los cortes, ya que “determina la producción del año siguiente”.
Ha de tener en cuenta la carga de racimos de cada variedad, pues por ejemplo la airén tiene racimos más grandes, y la cencibel, más pequeños.
Recuerda que la poda ha sido tradicionalmente una labor manual que ya se está mecanizando en parte con recortadoras de sarmientos, y que hace que la poda sea más rápida, así como ya está generalizado el uso de las tijeras neumáticas y eléctricas.