J. Y.
Ciudad Real
Aunque el invierno llegará de manera real este fin de semana y en los próximos días, la climatología ha sido hasta ahora muy benévola, con temperaturas irregularmente altas para los meses en teoría más crudos, como son diciembre y enero. Por ello, los agricultores de Ciudad Real y Castilla-La Mancha, con su negocio “a expensas del cielo”, se muestran preocupados por la falta de agua y por sus efectos en los cultivos, con probables mermas en producciones no sólo en herbáceos, oleaginosas u hortalizas, sino también en leñosos. Es más, aunque las lluvias de estos días “aliviarán”, las heladas previstas para las próximas horas también podrían ser perjudiciales, “si son intensas”, para los distintos desarrollos vegetativos porque “van muy adelantados”, según explicaron a Lanza representantes de organizaciones agrarias.
Si a nivel nacional, entidades como Asaja, COAG y UPA y las cooperativas alertaron hace dos días del peligro de “pérdidas graves” en diversos puntos de España, este viernes constataron este escenario, si bien las lluvias de las últimas horas “pueden aliviar” en la mitad sur donde “hay más problemas”.
“Hasta ahora no había llovido nada y la situación de los cultivos no era buena por la falta de reservas”, señaló Florencio Rodríguez, secretario provincial de Asaja. Explicó que “la tierra está húmeda en la superficie, entre cuatro y seis centímetros, pero abajo, por ejemplo en el caso de los cereales, no tienen fortaleza porque no han desarrollado su raíz de forma adecuada”.
Por ello, ante un eventual cambio de tiempo y ante la llegada de precipitaciones “podremos tener mejores expectativas”, pues, de lo contrario, “las pérdidas serían sustanciales”.
Entre otras consecuencias, el clima puede repercutir en el nacimiento de las plantas y provocar la aparición de plagas, según Asaja. Hay una preocupación especial por las parcelas de cereales de invierno, como trigo o cebada, sobre todo en las zonas donde la siembra ha sido más temprana, como Andalucía o Extremadura.
De esta manera, la escasa hidratación de la tierra afectaría, según Rodríguez, a todos los cultivos, como el hortofrutícola “que al no tener reservas en su desarrollo, mermaría la próxima campaña”.
Más perjudiciales serían las heladas previstas entre el lunes y sábado próximos, una vez que hay cultivos ya en flor, como el almendro, que se podrían ver “dañados”.
Juan Miguel Requena, de Asaja Ciudad Real, puntualizó que en zonas como el Campo de Montiel “el cereal no tiene necesidades perentorias de agua”, si bien “cuanto más agua caiga, mejor”, sobre todo para los leñosos “que tienen más carencia”.
Cambio drástico
El secretario regional de COAG, Ángel Gálvez, advirtió de las consecuencias de un “cambio drástico en el tiempo, como las heladas anunciadas”. “Sería horrible”, sostuvo, porque tras un invierno “raro, como si hubiera sido primavera ”, los cultivos “están muy adelantados” y las temperaturas por debajo de cero podrían quemar las flores en el caso de los frutales, las raíces en los cereales o las yemas de la uva.
Por ello y de seguir esta tendencia de falta de agua en la próxima primavera, “la única solución” para los productores “es el seguro y las medidas que puedan tomar las administraciones”.
Gálvez también apeló a la necesidad de que los gobiernos aborden “una verdadera política de aguas”, y que haya un consenso entre partidos para que el agua sea tratado en un pacto de Estado, ante un desequilibrio “que no tiene razón de ser”. “Hay cuencas deficitarias que pueden ceder, y otras que tienen que verter”, manifestó el portavoz de Coag.
De su lado, desde UPA señalaron en un comunicado que “el buen tiempo es malo para el campo”, dado que las condiciones meteorológicas adversas pueden causar “graves problemas de gestión y planificación de las explotaciones”.
En este sentido, las altas temperaturas afectan directamente a la proyección de los cultivos por parte de los agricultores, dado que podría darse el caso de que se juntaran en el tiempo dos cosechas.
De esta manera, los efectos serían una bajada de precios por exceso de oferta de hortalizas, además de otras “peligrosas consecuencias”, como el incremento de los gastos, la lógica reducción de cosechas y la pérdida de rentabilidad por parte de los productores.