Cazadores de Ciudad Real y Castilla-La Mancha, y en general todo el sector cinegético, siguen indignados este jueves, horas después de que la Junta de Comunidades haya prohibido los desplazamientos para cazar fuera del término municipal, como medida adicional para frenar la expansión del coronavirus.
“Es un absoluto despropósito”, asegura Agustín Rabadán, presidente de la Federación de Caza de Castilla-La Mancha, que quiere hacer entender a la opinión pública que la caza, como se practica en el último año (ni comidas ni desayunos en grupo, mascarillas y distancia), es una actividad “segura y necesaria”.
Caza por daños y sobreabundancia
“No estamos hablando de caza recreativa, sino de cacerías por daños en la agricultura y sobreabundancia de poblaciones, de control de especies. Hasta en 200 localidades de Castilla-La Mancha se organizan batidas por tratarse de comarcas en emergencia cinegética”, explica.
La nueva orden de la Junta y su aclaración ante las decenas de dudas que tienen los cazadores no prohíbe cazar, pero las limitaciones “son tantas” que en la práctica suponen acabar con las monterías (la temporada finaliza el 21 de febrero), o las batidas por emergencia cinegética (hasta el 31 de marzo). “Es muy difícil que una montería completa se cubra solo con los residentes”.
Rabadán también hace hincapié en la complejidad para solicitar permiso para cazar en zonas de emergencia cinegética, en las que los conejos se comen literalmente la agricultura.
Un cambio de criterio que no se entiende
“Pero lo que no se entiende es que hasta ayer [por el miércoles) se considerara que la caza es una actividad necesaria, como en otras comunidades, y de la noche a la mañana, que se haya desempeñado con normalidad en lo peor de la pandemia, y que de la noche a la mañana se tenga que paralizar la actividad”, apostilla el presidente de la Federación de Caza.
“Incredulidad” de los propietarios de coto
Fernando Villanueva, de Aproca (la asociación de propietarios de cotos) admite que han recibido la noticia con “incredulidad”, por las condiciones especiales en las que se viene desarrollando la caza toda esta temporada, para evitar contagios por coronavirus que “no se han producido”, insiste.
“Gravísimo problema medioambiental”
“Hemos estado cazando desde marzo, en lo peor, y no nos podemos enterar ahora por un ‘email’, de estas nuevas medidas, esto es un despropósito”. Villanueva argumenta en la línea de la Federación de Caza, de que con estas restricciones lo que habrá es un “gravísimo problema medioambiental y de salud”.
“Si en Castilla-La Mancha se abaten cada año más de 90.000 piezas de caza mayor, ese año un 70% de estas piezas no serán abatidas”, también opina que los 9.000 accidentes de tráfico causados por especies cinegéticas en España se incrementarán de forma exponencial”.
Además insiste en que el sector ha sabido adaptarse y poner en marcha un modelo seguro, “no nos merecemos esto y es posible que la decisión tenga consecuencias administrativas”, recalca.
Lo peor, para la caza mayor
Manuel Aranda, delegado de la Federación de Caza en Ciudad Real, entiende que lo primero es salud, y opina que los cotos sociales de los pueblos no se verán especialmente afectados “quedan cuatro fines de semana, lo peor será para la caza mayor”.
Aranda reconoce que la temporada en Ciudad Real ha sido atípica con tantas limitaciones, “también se ha notado que la gente no está tanto por cazar, tenemos miedo todos, es una temporada un poco rara”.
Control de poblaciones cinegéticas
Respecto al control de poblaciones de conejo en la comarca de emergencia cinegética el Gobierno de Castilla-La Mancha ha explicado que durante el estado de alarma el artículo que prevalece de la Resolución de 17/04/2020 es el tercera, y ahí solo se faculta al vigilante del coto de caza y al agricultor de la parcela dentro del coto, previa comunicación a la Delegación Provincial de la Consejería de Desarrollo Sostenible de la provincia donde radique la parcela.
Si la parcela agrícola que tiene daños colinda con estas zonas de seguridad, que es donde se refugian los conejos que provocan los daños, el coto colindante y el dueño de la parcela tendrían que ponerse de acuerdo para reducir las poblaciones de conejo en esa zona.