Algunos portavoces ganaderos de Ciudad Real y Castilla-La Mancha han celebrado este martes la decisión del Gobierno regional de inmovilizar a las cabañas de ovino y caprino de las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo, para frenar la expansión de la viruela, aunque creen que “llega tarde” y que podría provocar “un tapón” en la cadena de producción del sector.
El confinamiento, anunciado por el consejero de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural, Francisco Martínez Arroyo, por el que solo se podrán mover los animales a los mataderos para su sacrificio, no afectará a la salida da de la leche a las queserías, por lo que la producción de queso manchego con Denominación de Origen no se interrumpirá.
Se tendría que haber decretado antes
La medida, según el ganadero valdepeñero José García de Mateo, “está bien2, aunque “tendría que haberse decretado en octubre o noviembre, tras conocerse los casos de septiembre”.
En declaraciones a Lanzadigital, la aprobación de unas limitaciones preventivas hace seis meses hubieran imposibilitado “la propagación de la infección” en la región, principalmente en Cuenca, donde se han realizado los cerca de 40.000 sacrificios registrados. A día de hoy, ha saltado a la provincia de Ciudad Real, ha informado García de Mateo, en concreto en Alcázar de San Juan, donde han cerrado un cebadero y un matadero. Al parecer, están pendientes “de los resultados positivos o negativos” tras la realización de las pruebas entre los animales posiblemente infectados, que se conocerán mañana.
El ganadero de caprino, que gestiona 160 cabezas en su explotación de La Consolación, espera que las medidas -inmovilización de los animales y limpieza y desinfección de los medios de transporte, principal foco de infección, de animales, leche o piensos- sean “tan efectivas como en Andalucía”, e impidan que “cada dos meses haya brotes”.
El también portavoz de UPA ha pedido ayudas a la administración regional ante la subida de costes que tendrán que asumir los ganaderos para el engorde de los corderos y cabritos, ante la prohibición de trasladarlos a los cebaderos. El pienso para este fin “es más caro, a más de 60 céntimos el kilo”, y repercutirá “negativamente en nuestros beneficios”. Así “se podrá compensar “el gasto adicional”.

“El ganadero es la víctima”
En la misma línea, el presidente de ASAJA, Pedro Barato, ha mostrado su “máxima preocupación” por el futuro de las cabañas de ovino y caprino en la provincia y la región, al ser la viruela “una enfermedad muy complicada”, que “puede tener unos condicionantes de futuro muy graves para nuestras ganaderías”. Incluso, el daño, en su opinión, será mayor en las explotaciones con queserías propias.
Así ha valorado la situación a preguntas de los periodistas en la entrega de la Mención Especial de la entidad a Manuel Gallardo Casado, presidente de la Real Federación Española de Caza, donde ha defendido al ganadero “como víctima y no como culpable”, a la vez que ha solicitado a “los poderes públicos” compensaciones económicas para cubrir las pérdidas.
A su juicio, una vez establecidas las medidas sanitarias, tiene que “haber menos reuniones (en referencia a la celebrada esta mañana en Toledo) y más ayudas financieras para la reposición del ganado”, en base a los precios de los animales en las lonjas o los mercados”, y no con “racaneando con baremos del siglo XIX”.
Cuando todo está abierto, a la espera de cómo evoluciona la enfermedad “que se propaga muy rápidamente”, es “urgente”, ha insistido el líder agrario, “compensar a los ganaderos que han realizado inversiones”, coincidiendo con un momento feliz. “Ahora que podían respirar un poco, con precios de la leche aceptables y el sector organizado, viene la hecatombe”, ha lamentado.
Barato ha insistido en la preocupación del campo, en un momento de la paridera, porque las estructuras no están preparadas”, a la hora de engordar a los corderos. Igualmente, sobre la irremplazable raza manchega, muy demediada en la provincia de Cuenca, ha confiado en las medidas profilácticas para que se mantenga, una vez se ha consolidado en la región “tras numerosas investigaciones”.

El cordero manchego, preservado por ahora
De su lado, Francisco Alfaro, director técnico de la IGP Cordero Manchego, ha alertado de la consecuencia de la inmovilización de todo el ganado ovino y caprino, como es la posibilidad de que se cree “un tapón” en los mataderos de la región, al ser éstos los únicos permitidos para sacrificar a corderos y cabras. Al parecer, hay cebaderos que trasladan a los animales ya engordados a otras comunidades autónomas para su inmolación, un traslado prohibido desde hoy y hasta dentro de dos meses.
No es el caso del ovino que gestionan dentro de la figura de calidad, con cuatro mataderos autorizados para garantizar su sistema de trazabilidad, aunque las consecuencias “en el mercado global del cordero” podrían “afectar al manchego” a medio plazo. “No sé en qué medida, pero podría pasar”, ha señalado Alfaro.
No alarmar a los consumidores
La ganadera tomellosera Pilar Ramírez ha lamentado la situación de los sectores ovino y caprino, que trabaja, y ha mostrado su interés, como productora, por dar cumplimiento de manera escrupulosa a las medidas “para evitar contagios”, una vez se ha conocido un posible caso en la cercana localidad alcazareña.
Es un ejemplo del nuevo escenario, sólo puede sacar a sus ejemplares de ovejas Lacaune (tiene 900) y cabras murciano granadinas (60) al matadero, aunque le están recogiendo puntualmente la leche.
También ha pedido a la administración ayudas compensatorias y, sobre todo, ha llamado la atención de la sociedad y los consumidores a la hora de valorar las noticias del sector, porque “no es una zoonosis”, y “el virus no se contagia a las personas, ni tampoco a los alimentos derivados del sector”.
Ramírez sí ha reconocido la “rápida propagación” de la infección, a través del contacto con los fluidos y por vía aérea, además del ‘peligro’ las camas y el estiércol, donde perviven restos vivos de las pápulas o nódulos generalizados que sufren en la zona del vientre y las ubres os ejemplares enfermos.
En otro momento, la ganadera ha lamentado las “drásticas medidas” impuestas en caso de un solo positivo, con la obligación “de sacrificar a todo el rebaño”, que “es la muerte y la ruina también para nosotros”. Por contra, ha apostado por la observación de los animales para ver su evolución en caso de contacto con positivos. “Los tratamos todos los días y sabemos si están enfermando, pierden peso, están tristes o tienen otros síntomas”.