Belén Rodríguez
Ciudad Real
La fiscalía de Menores de Ciudad Real está cada vez más sensibilizada respecto a la facilidad y tolerancia con la que menores de 18 años, y en ocasiones incluso por debajo de 14, acceden al alcohol y se cogen su primera borrachera.
Beber no es un delito, ni siquiera cuando se es menor de edad, pero sí objeto de una sanción administrativa cuando se hace en la calle (se tengan o no más de 18 años) y siempre que lo hagan menores de edad y lo detecten las fuerzas de seguridad. También está prohibido (se persigue con multa) vender alcohol a menores y hacerlo después de las diez de la noche a la población en general, aunque determinados establecimientos se siguen saltando esa norma.
Pero la fiscal Yolanda Gutiérrez, delegada de Menores de la fiscalía de Ciudad Real, considera que hay que dar un paso más y actuar ante permisividad de los padres y la facilidad con la que los adolescentes acceden al alcohol.
“Podemos y debemos intervenir”, subraya la fiscal, que asegura que todavía son pocas las comunicaciones que llegan a la fiscalía de chavales embriagados, sólo dos el año pasado, y casi ninguna en años anteriores.
“Está muy bien que las policías locales o cualquier institución u organismo público tenga como pauta normalizada comunicar a la fiscalía estos casos, o bien a los servicios sociales de esa localidad para que actuemos a efectos de protección. La cuestión es que se tenga conocimiento por órganos competentes en los que se puede intervenir”, explica Gutiérrez.
Algo está cambiando
Este año parece que algo está cambiando. En estos tres primeros meses del año han llegado quince comunicaciones con la filiación del menor y la hora en la que fue detectada la infracción. Todas remitidas por la Policía Local de Miguelturra y de los últimos carnavales, una fiesta muy popular entre los menores de edad de la comarca. Gutiérrez celebra el proceder de esta Policía Local, no tanto por lo que significa: quince menores bebiendo son muchos, sino por el precedente que supone.
“Lo que hacemos con estos casos que nos llegan es remitirlos a los servicios de Bienestar Social, a la sección de Familia y Menores con la finalidad de que los servicios sociales de la localidad concreta se entrevisten con ese menor y con esa familia. Para comprobar si hay situación de riesgo o no”.
En la mayoría de los casos “por los p ocos que estamos empezando a recibir”, señala Gutiérrez, lo que trasladan los servicios sociales es que el menor en cuestión o bien ya había alcanzado la mayoría de edad, y por tanto no se puede intervenir, o que son familias normalizadas en las que el chaval se ha emborrachado de manera puntual, “en cualquier caso se ponen en contacto con esos padres, basta con una llamada”.
Cuando es la policía la que llama directamente a los padres la intervención es inmediata, y en la fiscalía la actuación también es rápida.
“Cada minuta que nos llega por un caso de menores bebidos la sacamos adelante en dos días. El hecho de que a un padre lo llamen por este motivo ya supone que esa familia ponga unas pautas, o mire con más detalle lo que ha pasado. En el caso de que nos venga una segunda comunicación por un mismo chaval ya haríamos algo más, abriríamos un expediente y nuestro equipo o nosotros nos entrevistaríamos con ellos para recordarles que ser padre conlleva obligaciones: velar por el bienestar emocional físico e intelectual del chico, y en esto el alcohol no es nada favorecedor y su consumo cada vez aparece en edades más tempranas”.
La pauta en Ciudad Real: una “infracción administrativa importante”, de la que se informa en casos graves
El superintendente jefe de la Policía Local de Ciudad Real, Fernando Díaz Rolando, comparte la opinión de la fiscal de Menores Yolanda Gutiérrez de que hay una excesiva tolerancia al consumo de alcohol por parte de padres y sociedad, y explica que su departamento no se queda de brazos cruzados.
“Que un menor beba es una infracción importante; está prohibido por una ley autonómica y la ordenanza de ocio y convivencia municipal. En Ciudad Real lo que hacemos cuando se detecta a algún chaval consumiendo es retirarle la bebida, destruirla, y luego denunciar a quien se le ha suministrado. Si el chico está embriagado o en situación de coma etílico lo comunicamos a la fiscalía”, explica.
“Lo que más detectamos es consumo compartido, en grupos en los que hay algún chaval de 18 o más que bebe con menores. En la mayoría de las situaciones vemos mucha dejadez y falta de responsabilidad por parte de los padres”, añade.
Los meses que se avecinan, de buen tiempo y proliferación de fiestas populares, romerías, etc, son propicios para que se produzcan estas conductas.
“Y por supuesto los fines de semana. Hay mucha tolerancia al botellón y las fiestas universitarias en las que se supone que se controla el acceso de menores, pero la realidad nos demuestra lo contrario”, asegura el jefe de la Policía Municipal.
Los jueves y los sábados son los días de la semana en los que más beben los menores y los jóvenes en general, y rara es una fiesta patronal importante como la Pandorga en la que “no hay un coma etílico, dos o incluso tres al día”.
La Policía Local de Ciudad Real también ha detectado cómo las chicas se han incorporado al consumo de alcohol a edades cada vez más tempranas, hasta casi equipararse a los chicos en esta práctica nociva.
Los agentes también hacen campañas en los locales que venden alcohol a menores.