Los frondosos cultivos de maíz y hortícolas que en gran medida han tirado de la economía de Porzuna, El Robledo, Retuerta del Bullaque y Alcoba de los Montes desde que se recreció el pantano de Torre de Abraham a finales de los años noventa, desaparecerán este verano del paisaje provincial. No queda más remedio: apenas hay agua para consumo humano y la comunidad de regantes, con 33 hectómetros cúbicos anuales de concesión para regar 5.580 hectáreas, no podrá regar, es decir, más de mil familias afectadas.
“No regar significa la ruina de todos estos pueblos”, explica María del Mar Rodríguez, presidenta desde hace un año de la comunidad de regantes de la Torre de Abraham, la más importante de aguas superficiales de las afectadas por las “restricciones totales” que impondrá casi con seguridad la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) en la próxima junta de explotación de la cuenca oriental del río, a celebrar el 1 de febrero.
Los créditos hay que seguir pagándolos
“Desde que se recreció la presa no hemos pasado por algo parecido, el panorama es lamentable. Hay muchos jóvenes que se incorporaron al campo por la crisis de la construcción, se metieron en maquinaria y siguen pagando créditos. Si no riegan y no producen, ¿de dónde van a sacar el dinero, si no llegan ayudas de algún tipo por parte de los gobiernos autonómico y central nos hundimos”, señala Rodríguez.
Riegos de apoyo para los leñosos
La presidenta y su comunidad ya saben que no podrán plantar ni maíz ni hortícolas (brócoli y cebolla), pero solicitará que se les autoricen riegos de apoyo para los cultivos permanentes y leñosos (olivo en su mayoría) en la junta de explotación, mientras tanto no pierden la esperanza en que llueva. “Hubo una primavera que el embalse cargó 20 hectómetros”, rememora. A eso se aferran, aunque se preparan para lo peor.
“El verano pasado lo pudimos sobrellevar pero este es imposible. El embalse sólo tiene 15 hectómetros y lo primero es el abastecimiento humano, lo entendemos”, remarca la presidenta.
Si falla la agricultura de regadío, “la que más rinde”, dice Rodríguez, falla todo lo demás. “Estos pueblos comen del riego, los de las gasolineras, las tiendas, las fraguas, no regar es parar la economía como ocurrió en la primera mitad de los años noventa”.
“Antes se deberían secar las adelfas de las rotondas que los cultivos”
Unos kilómetros al sur, en el entorno del pantano del Gasset, otra comunidad más pequeña la de los regantes de este embalse (unos trescientos agricultores que cultivan mil hectáreas) ya están hechos a la idea de que sólo podrán hacer riegos de subsistencia para cultivos permanentes. “El año pasado ya pasamos por esto, no había agua, y este más de lo mismo”, explica Cesárea Salcedo, el presidente de una comunidad que además está intentando captar fondos y ayudas para modernizar el canal del Gasset, de momento sin éxito.
Salcedo entiende que el consumo humano tenga prioridad, pero consideran que las poblaciones deberían también ahorrar agua. “Antes de permitir que se seque una planta para comer se tendrían que secar las adelfas de las rotondas; no es de recibo que las zonas ajardinadas de las poblaciones de Ciudad Real y su comarca se riegue con agua potable con la sequía que tenemos”, apostilla.