Valorizar el cultivo del pistacho, buque insignia en la región, a través del control local de su transformación -secado, tostado y desarrollo de subproductos-, para obtener valor añadido y generar riqueza en el entorno es el gran desafío por el que trabaja el sector en Castilla-La Mancha.
Como líder nacional en este leñoso -con cerca de 60.000 hectáreas, 83%, y 11.300 toneladas producidas (en 2021), 70%-, el objetivo es, según Esaú Martínez, investigador del Centro de Investigación Agroambiental ‘El Chaparrillo’ (CIAG), ubicado en Ciudad Real alcanzar mayor rentabilidad a través de tres retos.
Así lo ha dicho en una jornada sobre subproductos de diferentes cultivos de la región con los que trabaja la biorrefinería I+D CLaMber, en la que ha marcado como punto de partida la mejora de la productividad y la rebaja de los costes de producción, para, así, compensar la bajada de los precios del pistacho conforme aumente la cifra de hectáreas en producción.

Igualmente, es necesario aumentar “la capacidad instalada” de industrias de procesado, y la habilitación de maquinaria en las diferentes plantas de tratamiento, un reto que va ”a buen ritmo”, según Martínez, a tenor de los datos que maneja: hay 45 plantas de procesado, la mayoría en Castilla-La Mancha, y otras 15 en proyecto para su desarrollo en los dos próximos años. Igualmente, hay 14 expedientes en trámite para solicitar ayudas a inversiones en transformación, comercialización o desarrollo de productos agrícolas y al fomento de la calidad agroalimentaria (Focal).
El tercer reto, para el investigador de leñosos del CIAG, es “buscar” una marca cualificada que diferencie “nuestra calidad y nuestro origen como pistacho de Castilla-La Mancha”. Es una ventaja, a su juicio, que hay que aprovechar, ante la idoneidad entre el cultivo y el clima y los suelos.
Colección de variedades, tipología genética y polinización artificial
Martínez también ha repasado algunos ensayos y proyectos del CIAG para la optimización y aprovechamiento de este fruto seco.
Para destacar es, ha subrayado, la colección de 60 variedades de pistacho y la docena de tipologías de patrones, que les ha permitido estudiar “las más óptimas para nuestro clima y nuestros suelos”.
Son análisis que ampliarán con las conclusiones de una tesis doctoral y varios proyectos, en colaboración con el Ministerio de Agricultura, en relación a la obtención de “la correcta calidad sanitaria” y la habilitación de “una planta certificada oficialmente”. Para ello, facilitan las varetas de injerto a los viveros.
Desde El Chaparrillo también trabajan para instalar un centro de examen de nuevas variedades y patrones “que nos va a ayudar a aumentar la productividad en los próximos años” con plantaciones “más exitosas” entre los agricultores. Se trata de un proceso que “necesita una acreditación y, una vez que estén estudiadas, se podrán registrar y proteger como si fuera un producto de propiedad intelectual”.
Otro proyecto, colaborado por el MAPA y el Laboratorio de Biología Molecular del IVICAM, es el de marcadores moleculares para controlar que “la planta que se da desde los viveros” sea de la variedad descrita y “no haya mezcla”.
En esta línea, han iniciado una investigación genética para conseguir “un ensamblaje del genoma de referencia del pistacho”. El objetivo es “localizar genes que se adapten al cambio climático”.
Martínez ha informado, del mismo modo, de otras dos iniciativas investigadoras vinculadas a la agricultura de precisión, centradas en la polinización artificial y el control fitosanitario con drones. Aumentaría, según el investigador, un 10% la producción de las plantaciones.
El fomento del pistacho castellano-manchego también ha sido abordado desde el CIAG, en colaboración con las SAT, ya acabado, para fijar las nuevas estrategias de nuevos productos ecológicos y el tratamiento de las plagas.
Esaú Martínez ha destacado la figura del doctor José Francisco Couceiro, recién jubilado, impulsor del pistacho en la región, que “puso por encima de su interés, la visión de conjunto del sector”.

Polilla del racimo
Y por último, dentro del apoyo de la Consejería de Agricultura, han abordado otra propuesta piloto de innovación, con los expertos de la estación de avisos, para hacer un seguimiento de la polilla del racimo. “Es un proyecto muy interesante, ha sostenido Martínez, en el que gracias a las curvas de vuelo vamos a poder detectar cuándo aparece esa polilla en el racimo que deteriora la calidad del producto”. El objetivo es adelantarse a los tratamientos para que “con menos producto, consigan mejores resultados”.
También, desde el área de experimentación de cultivos herbáceos, han trabajado sobre 18 campos experimentales en los que prueban distintas variedades de cereales, leguminosas y colza. “Manejan 1.692 microparcelas que cada año cosechan puntualmente”, ha indicado Martínez.
Además de esta actividad en el área agraria, Martínez ha repasado algunas iniciativas en la parte medioambiental, con varios estudios sobre el efecto y exposición a determinadas productos fitosanitarios y herbicidas en poblaciones de liebre, en colaboración con el Instituto de Recursos Cinegéticos (IREC). La finalidad es combatir “los efectos subletales en fauna silvestre y avícola, como la perdiz roja”, a través de “repelentes para que no consuman semillas tratadas con fungicidas”.
Potencia del pistacho
El consejero de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural, Francisco Martínez Arroyo, que también ha asistido a la jornada, ha destacado el liderazgo del pistacho en Castilla-La Mancha: “una potencia”, gracias, en buena medida a la labor que se lleva a cabo en El Chaparrillo desde hace varias décadas, donde “se está haciendo un buen trabajo”.
Como “centro de referencia nacional”, ha desatacado a su personal «cualificado” y la proyección nacional de su asesoramiento técnico. “A mí me gusta decir que todos los pistachos de España han salido de aquí, de alguna manera”, ha indicado el consejero, en referencia a las varetas de pistachero que durante años se han repartido desde este Centro.
Por eso, “tenemos que estar preparados para que, cuando entren en producción, se quede en la región el valor añadido, que “seamos capaces de procesarlo”, detallando que no solamente secarlo, tostarlo, salarlo o trocearlo, sino también hacer productos, como “el polvo de los helados que venden los italianos”, todo en Castilla-La Mancha. “Hay que pensar”, ha pedido Martínez Arroyo, “en la investigación, en la innovación y en la producción de economía”.