La cueva de Los Toriles de Carrizosa mantiene intacto el misterio. Una leyenda cuenta que se oye rugir el agua desde el interior y que atravesándola, es decir, cruzando el acceso con aspecto de fosa nasal y adentrándose en la oscuridad, te transportas a otro lugar.
Pedro R. Moya Maleno (Universidad Complutense), arqueólogo codirector de las excavaciones en esta cueva famosa por el hallazgo de fósiles del Pleistoceno, no ha tenido experiencias místicas en el interior, pero asegura que el misterio sigue ahí.
Lo último ha sido la constatación de presencia humana en época romana en el siglo I, durante el Imperio, asociada posiblemente a un uso mágico-religioso vinculado a ritos con divinidades de las profundidades.
Ocupación romana en la cueva
Los vestigios romanos de la cueva se analizan en el artículo ‘Ocupación romana en la cueva de Los Toriles (Carrizosa): ocupación romana y trascendencia’, publicado recientemente en la revista de arqueología ‘Saguntum’. La investigación da cuenta de la relevancia del hallazgo de fragmentos cerámicos “lo suficientemente relevantes como para confirmar el conocimiento y entrada a la cavidad durante la Antigüedad”.
Los restos, hallados en la primera campaña de intervención en la gruta (2019), son fragmentos de cerámica romana. Un análisis ha concluido que pedazos de terra sigillata, una producción muy típica del mundo romano, que se ha podido fechar con la ayuda de los especialistas de la Universidad de Granada Macarena Bustamante y Alberto Dorado, para concluir que son restos de una vasija de presentación (no era un recipiente de cocina o almacenaje) de época julio-claudia, fabricada en torno al siglo I, en el momento álgido de Laminium (actual Alhambra), en esa zona de la provincia de Ciudad Real.
Ofrendas propiciatorias a los dioses de las cavernas
La cerámica encontrada pertenece a varias vasijas de presentación de alimentos que alguien llevó allí. Aunque no se descartan otros usos difíciles de vislumbrar a la luz de los vestigios arqueológicos, los arqueólogos se inclinan a pensar que era un lugar al que acudían puntualmente pobladores de la zona a hacer ofrendas a los dioses de las cavernas, a conectarse con el mundo subterráneo, “las ofrendas se harían con fines propiciatorios, ya fueran cívicos o individuales, en ambos casos lo importante sería el contenido de productos naturales”, dicen.
Descripción de las piezas
De los tres fragmentos hallados en las prospecciones de 2019 dos son de terra sigillata (cerámicas inequívocamente romanas) procedentes del interior de la cueva y uno de cerámica de imitación tipo Peñaflor localizado en los aledaños. “Su presencia en un contexto de difícil acceso como éste apunta directamente a la frecuentación del sitio y no a hallazgos casuales ni a procesos postdeposicionales”.
Si fuera un lugar de habitación o refugio aparecerían más elementos de la vida diaria romana, de ahí que la investigación se inclinase en un primer momento por un uso económico (podía servir para almacenar alimentos tipo fresquera), esto último también lo han descartado, “no se dan las condiciones óptimas para eso, ni hay poblado en los alrededores que lo justifique”.
Que la cavidad esté a la espalda del santuario de la Virgen de la Carrasca parece afianzar la hipótesis de la conexión religiosa, “sabemos que había más cuevas en este barranco, pero esta es la única que se ha conservado”.
Este nuevo hallazgo acrecienta el interés en esta gruta, de unos 70.000 años de antigüedad, con evidencias de la Edad del Bronce y una cronología de antes y después de la Prehistoria reciente, incluidas la Hispania romana y la Edad Media.
Seguir con el proyecto
Moya Maleno, arqueólogo con varios proyectos en la comarca -entorno Jamila (Villanueva de los Infantes), Santa Catalina (Fuenllana) y el Ager Laminitanum (Alhambra)- ,y miembro del Centro de Estudios del Campo de Montiel, forma parte junto con el paleonatropólogo Daniel Martínez (Centro Nacional de la Evolución Humana) del equipo que lleva solo tres años investigando una gruta única, “no es frecuente, menos en Ciudad Real, encontrar una cavidad con esta cronología, todo lo que encontramos nos abre nuevas vías de investigación”.
Fósiles y restos del Bronce, romanos y medievales
Si el hallazgo de los fósiles de la dentadura del tejón del Pleistoceno fue singular, no lo es menos esta cerámica romana, las hachas de piedra del Paleolítico Medio, cerámicas de la Edad del Bronce o los vestigios de armamento medieval, “y eso que la cueva sufrió muchas alteraciones en el siglo XX, cuando se destruyó en parte”.
Sin financiación en la campaña de la Junta 2021
El equipo, al que se le denegó financiación en la última campaña de la Junta de Castilla-La Mancha de ayudas a yacimientos arqueológicos (2021), “incomprensiblemente”, opina Moya, mantiene el interés en seguir investigándola, “hay pocas cuevas excavadas con cronología secuenciada desde el Pleistoceno”, insiste.
Apoyo del Ayuntamiento de Carrizosa
De momento cuentan con el apoyo del modesto Ayuntamiento de Carrizosa, que ha aportado financiación y medios a las intervenciones de los últimos tres años. Por delante muchos retos, para empezar desconocen hasta la topografía de la cueva, “tenemos indicios muy fuertes de que hay más galerías y salas colapsadas por derrumbes y colmatación, también ha habido avenidas de agua que han cerrado espacios”.
Una gran sala pendiente de explorar
Los arqueólogos tienen claro “que hay una gran sala pendiente de explorar y que para llegar a ella tendremos que habilitar corredores, lo que implica seguir excavando”, “trabajar aquí es muy difícil hay lugares en los que tenemos muy poca capacidad de movimiento; esto no es como investigar en Alarcos, a cielo abierto por poner un ejemplo, los inicios han sido agobiantes. Hemos trabajado con el techo a un palmo de nuestra nariz y reptando”.
Bajo la órbita de Laminium
El artículo publicado en ‘Saguntum’ concluye que la cueva de Los Toriles fue frecuentada en el primer siglo de nuestra era y bajo la órbita territorial y económica de Laminium (Alhambra), un importante cruce de caminos entre la alta Andalucía y la meseta a doce kilómetros, y uno de los municipios más romanizados de la Oretania (territorio ibérico en la actual Ciudad Real antes de los romanos).
Ni uso funerario ni cantera ni cueva de pastores
En cuanto a la función durante época romana, se explica la dificultad de sistematizarlos, “por la amplia cronología, calidad y/o ambigüedad del registro que necesitará completarse con futuros hallazgos (…) a día de hoy en Los Toriles carecemos de inhumaciones, distintos equipamientos cerámicos, tesorillos o testimonios de explotación, hemos de descartar el uso funerario, la exploración, de cantera o un hábitat pastoril o rupestre El relativamente escaso valor de la tierra sigillata en comparación con otros elementos suntuarios también descarta una intencionalidad de ocultación. Es por ello que consideramos más viable el uso económico, para resguardar un pequeño rebaño o fresquera; o el uso mágico-religioso, como lugar de contacto con algún numen o divinidad de las profundidades, el ultramundo, a las que se le realizarían ofrendas con fines propiciatorios”.