Podríamos decir que Ciudad Real está en deuda con muchos de sus ciudadanos que han dedicado parte de su vida, o toda ella, al beneficio de la ciudad. A engrandecer su cultura. En deuda porque no se les ha rendido el merecido homenaje, bien por el desconocimiento de la existencia de figuras como la de Luis Prado, bien por la propia dejadez y el paso del tiempo.
Luis Prado, desde muy joven, trabajó por recuperar las tradiciones populares y tradicionales de Ciudad Real y su provincia muy por encima de cualquier reconocimiento social. Los que lo conocieron saben bien de lo que hablo.
Luis Prado Fernández nació en Ciudad Real. Concretamente al final de la calle La Paz. Sus padres, Juana y Pablo, y el recién nacido, posteriormente se trasladaron a la calle del Río, donde nació su hermana Juani. Pablo era chófer de la familia Medrano y tenían casas por la zona que la familia pudo ocupar. Por último, se ubicaron en la calle de San Antón, concretamente en el número 6, en una casa que actualmente no se conserva. Su última vivienda se ubica en el número 54 de la calle Toledo, casa que ocupa hasta su muerte en septiembre de 2003.
Inicia sus estudios en “La Popular” de la calle La Mata. Posteriormente es matriculado en el colegio de “Los Marianistas”, y por último culmina su formación en la Escuela de Comercio situada enfrente del Mercado de Abastos.
Concluidos los estudios de Perito Mercantil, y gracias a las influencias de un tío suyo que trabajaba en el juzgado, el verano lo pasó en sus instalaciones, esperando que llegara el momento de incorporarse al servicio militar que realizó en Madrid.
De nuevo en la capital manchega, comenzó a trabajar en las oficinas de la empresa de carbón Calvo Sotelo en Puertollano. Una explosión cerca de las oficinas, donde un compañero perdió un brazo, acrecentó el continuo miedo que Luis siempre tuvo a las situaciones complicadas o de peligro. Ir al puesto de trabajo le supuso un verdadero quebradero de cabeza. En una ocasión, su padre, ejerciendo su profesión de taxista, visitó aquellas instalaciones, y la patrona le comentó que lo mejor que podían hacer era llevarse a Luis a otro trabajo, del miedo que le daba.
El último trabajo que tuvo fue en las oficias de Unión Fenosa en Ciudad Real, donde se jubiló.
Primer contacto con el folclore
Luis Prado comienza su andadura en los Coros y Danzas de la Sección Femenina hacia el año 1961. Es por entonces cuando Sección Femenina permite a los grupos de coros y danzas que sean mixtos, es decir, que sus componentes sean tanto mujeres como hombres. Él es uno de los primeros componentes masculinos de aquella época, invitando y animando a otros chicos que practicaban baloncesto para que formaran parte del colectivo. Un desasosegado afán le empuja, junto con otro grupo reducido de compañeros, a la elaboración de una exhaustiva investigación en cuanto a danza popular y música tradicional se refiere. En el año anteriormente citado la Sección Femenina contaba con un total de cinco danzas investigadas, las cuales componían el repertorio total del grupo de Ciudad Real. En tal sentido, deciden ampliar el repertorio investigando danzas de toda la provincia, así como canciones varias de laboreo, mayos, rondeñas, seguidillas, etc.
En 1965, y antes de viajar a la Feria Mundial de Nueva York, la Directora General de Sección Femenina, Maruja Sampelayo, le encarga la labor de confeccionar los historiales de las danzas, asesorar a la Delegada Local para la confección de las fichas de vestuario, danzas y canciones.
Apoyado por Maruja Sampelayo es a la vuelta del viaje a Nueva York cuando comienza a componer la visión de los nuevos trajes que el grupo debería lucir en sus apariciones. Pero encuentra grandes dificultades para llevarlo a cabo en parte por el continuo desacuerdo con las delegadas local y provincial de la Sección Femenina.
Adiós a la Sección Femenina
Desaparecida la Sección Femenina continúa la labor dentro de la Asociación de Coros y Danzas de Ciudad Real, ya bautizado en aquel entonces el colectivo como Grupo Mazantini. Es curioso que formara parte de la Asociación desde sus inicios y conste en los archivos de la misma que es socio de número y no fundador. En dicha asociación ostentó el elevado número 41, dadas las circunstancias anteriormente citadas. Jamás se quejó por ello.
Allí realiza un sin fin de investigaciones, consiguiendo un archivo sonoro no existente en ningún otro rincón de la provincia de Ciudad Real. No se ciñe a ningún tema en especial, cualquier vestigio popular queda recogido en una cinta de cassette.
A principios de los años 70 se toma un respiro por el nacimiento de sus dos hijos, pero inmediatamente vuelve con energías renovadas y con muchas ganas de poder ampliar el patrimonio del grupo Mazantini de la capital. Es a partir del año 1978 cuando diseña y produce la mayoría de trajes tradicionales que tiene el colectivo. Así, decide modificar, basado en los historiales anteriormente confeccionados, y la compilación de dibujos, grabados y fotografías, el denominado traje rico de Ciudad Real. Es conocido popularmente como traje de rayas, para las mujeres, y traje negro de paño, para los hombres. El traje femenino sufrió varias modificaciones, tales como el vuelo y el largo de la falda. En aquellos años de éxito de la cantante Marisol, a todos los grupos de Coros y Danzas de España les entró el gusanillo de cortar las faldas casi por encima de la rodilla, y el grupo de Ciudad Real no iba a ser menos. Pero Luis alargó su longitud, le dió más vuelo, utilizando cinco metros de tejido confeccionado en localidades de Albacete y de colores especialmente encargados para el grupo. Las medias se hacen con la misma lana del refajo y son tejidas a cuatro agujas. Las pañoletas estampadas también son más grandes, y el pañuelo blanco de raso que remata el torso de la mujer no cubre los hombros como antes. En los hombres se busca ajustar la polaina aún más a la pantorrilla, ajustar también el calzón y comenzar a utilizar cinturones anchos bordados en terciopelo negro con hilos multicolores, montada la pieza sobre una franja de cuero rematado con una hebilla metálica. El chaleco cambia su forma y deja de ser su escote de pico para pasar a ser cuadrado. La chaqueta adopta un corte más andaluz, y se utiliza un pañuelo de seda estampado anudado en la nuca debajo del sombrero, de ala ancha y copa troncocónica. El sombrero en el grupo Mazantini también ha sufrido variaciones, y ha pasado de tener la copa puntiaguda a tenerla troncocónica seccionada.
Lo que realmente enriqueció los trajes tradicionales fue la ingente cantidad de dibujos que hizo, todos distintos, para aplicar a refajos, mandiles, faltriqueras… además de los encargos que recibía por parte de particulares para hacerse trajes. Más de trescientos dibujos alberga su archivo personal.
Más tarde se embarcó en crear más trajes. Así, diseñó el traje que denominaba de “verano”, que en la mujer consta de refajo liso de color de lana bordado en lana de colores, y con dibujos alusivos a la tierra manchega (flores autóctonas, aplicaciones particulares, etc.). El último de sus diseños fue el denominado traje festero. El traje de hombre es de color marrón carmelita, con aplicacines de fieltro negro dibujadas y cosidas una a una para la ocasión. Faja de lana de color liso bordado. Este traje debió de ser completado por un cinturón de cuero repujado ubicado encima de la faja. En la actualidad aún no lo han llevado a cabo. La mujer viste refajo largo hasta los pies, de lana, de color liso y bordado en lana negra, además de contar con aplicaciones de azabache en todo el bordado. El torso viste camisa negra rematada en puños con terciopelo negro y aplicaciones de azabache. Ciñe el cuerpo un mantón de manila de seda bordado. Lazo sobre el moño de terciopelo negro y terminaciones en pasamanería negra con azabache. La faltriquera es de color liso, con aplicaciones en color negro.
Propuesta para Cioff España
Su gran amistad con Maruja Sampelayo, gran impulsora del Comité Internacional de Organizadores de Festivales Folklóricos en España, llevó a esta a proponerle la primera presidencia de la entidad. Esto no se llevó a cabo por motivos laborales y familiares del propio Luis Prado.
Europalia’85 y Roberto Carpio
Entrados los años 80, y gracias a los Festivales de España que se organizan en la Plaza de Toros de Ciudad Real, Luis conoce a uno de los escenógrafos y figurinistas más reconocido dentro del mundo artístico. En algunas erróneas publicaciones se le ha llegado a adjudicar la dirección del Ballet Nacional de España. Junto a Roberto Carpio llega a trabajar codo con codo para asesorarle sobre la indumentaria tradicional en la provincia de Ciudad Real para uno de los proyectos que el propio Carpio estaba llevando a cabo. Se trataba de las “Aventuras y desventuras de Don Quijote”, interpretado por el Ballet Nacional Español.
En el año 1985, y gracias a la amistad que les unía, Roberto Carpio, junto con Luis Prado. se encargan de escenografiar y diseñar el vestuario de uno de los montajes más populares del grupo Mazantini, la Boda Mozárabe. Fruto de la investigación en múltiples instituciones, cuyos documentos atesora su archivo particular, surge el vestuario de la novia, la forma de portar a la novia en una cesta, el rito de los asistentes, la espada toledana, etc.
El montaje fue el eje central de Europalia’85, cuya segunda parte del espectáculo giraba en torno a la boda, y cuyos invitados y asistentes fueron una pareja de los distintos grupos de España que participaron en dicho evento.
Actualidad
Después de que Luis falleciera en su Ciudad Real natal aquel fatídico mes de septiembre de 2003, su legado sigue más vivo y vigente que nunca. La prueba está en la gran cantidad de personas que visten sus trajes. Su archivo continúa intacto, catalogado y digitalizado, esperando que una administración pública se interese por él y pueda ser disfrutado y difundido como a él le hubiera gustado. Desde el anonimato. Del pueblo y para el pueblo. Sus fondos, en la actualidad, están incluidos en el Mapa del patrimonio de danza en España, perteneciente al Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), del Ministerio de Cultura.