A. R.
Ciudad Real
De palmas blancas y ramas de olivo se llenó la ciudad para recrear la aclamación al Señor en su entrada en Jerusalén desde la humildad de su propia cabalgadura, una borriquilla, y rodeado de niños. Con un sol espléndido, la procesión del Domingo de Ramos comenzó con la salida, de rodillas, del paso del Misterio de la entrada principal del colegio Hermano Gárate Salesianos, y el azul y blanco de los penitentes de la Hermandad de las Palmas predominó por las calles en una mañana con el cielo completamente despejado.
El brío de 35 tambores de la Banda Infantil de Pilatos abrió el desfile procesional, en el que se estrenaron cinco palermos portados por los diputados de tramo, obra de Paula Orfebres de Córdoba, y el estandarte del Grupo Joven de la Hermandad, bordado en los talleres Perales de Torralba de Calatrava y con mástil también de Paula Orfebres.
Así mismo, se definió en la procesión el tramo del Grupo Joven, con 24 hermanos entre 12 y 22 años, y en la presidencia de la procesión estuvo Juan Carlos Pérez Godoy, inspector de la provincia Salesiana Santiago el Mayor.
16 jóvenes portaron al Niño de la Paz, imagen custodiada por sus camareras el resto del año, y cuyo paso lució de exorno floral astromelias blancas, mientras que el del Misterio, que avanzó con la solidaria solidez de 34 costaleros, se decoró con claveles blancos y astromelias rosas. La Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Redentor de Moral de Calatrava, con 85 miembros, ambientó el avance del paso de ‘La Borriquilla’ con Jesús, tras las que se sitúan las figuras de dos niños dichosos por conocer al recién llegado, un hebreo con bastón en una mano y una palma en la otra, y una frondosa palmera con hojas naturales.
Emotivos momentos
De solemnidad, devoción y magnetismo mezcladas con la vitalidad, alegría e inocencia de los niños fue la soleada mañana de Domingo de Ramos, con emotivos momentos como el saludo a la Virgen del Prado por parte tanto del Niño de la Paz como por Jesús en la Borriquilla, cuyo paso dejó muestras de su cariño por la Patrona de Ciudad Real con un ramo de claveles blancos en el Camarín. También fue seguido por muchos ciudarrealeños el tránsito por el Pasaje de la Merced, con las puntas de las hojas de la palmera rozando las paredes, así como el recorrido por la Plaza Mayor y un gran número de fieles se congregaron en la calle Ramírez de Arellano, donde los hermanos se dispusieron en dos filas para que entre sus palmas pasara la imagen de Jesús en la borriquilla.
Tanto ante la antigua Casa de Cultura, en el Prado, como a las puertas del colegio Hermano Gárate en su regreso, la devoción más sentida se mostró en forma de saetas y fueron numerosos los aplausos de los ciudarrealeños al avance y maniobras, siguiendo los ritmos de la música, del paso de Jesús, que retornó al interior del colegio gracias al “todos por igual valientes” seguido por los costaleros de rodillas.