Pionera en la provincia de Ciudad Real, Manzanares fue la primera localidad en contemplar todos los niveles de intervención social con jóvenes que contempla Empu-G a través de sus proyectos de prevención selectiva e indicada, y del nuevo programa de educación de calle para drogodependientes. Los educadores han llegado este año a cerca de 500 personas y el número va en aumento.
La concejala de Servicios Sociales de Manzanares destaca que el Equipo de Gobierno entendió desde el inicio de la legislatura las enormes posibilidades de este proyecto que “es completo, está bien definido y que engloba tanto la prevención de adicciones como la intervención social con jóvenes dependientes”.
Beatriz Labián confiesa que “hay que mejorar las opciones para que la juventud pueda tener una vida plena y sana”, y los resultados de este proyecto a la hora de promover “el abandono de conductas de riesgo, la inclusión laboral y social” son “significativos” según las valoraciones de los educadores. No cabe duda a juzgar por el incremento progresivo de la inversión en este programa que venía de la anterior legislatura, pero que desde 2016 abarca todas las áreas de actuación.
La edil confirma que este 2018 el proyecto de prevencion indicada y selectiva ha recibido una inversion de 52.200 euros de la Junta de Comunidades y 50.100 euros del Ayuntamiento, mientras que el plan de educacion de calle ha contado con 22.500 euros de inversión, de los que 7.100 euros ha aportado el Consistorio. De esta forma, Empu-G es la derivación del antiguo programa Alcazul, pero gestionado ahora desde las administraciones locales.
Por programas
Tan solo en Manzanares, el programa de prevención selectiva para jóvenes en riesgo ha atendido este 2018 a 45 menores a través de las salas de ocio nocturno y otros 45 a través del área educativa. De forma indirecta, en la asociacion calculan que habrá llegado a 100 jovenes. Los chavales acuden dos días a la semana a la Casa de la Juventud y los viernes y los sábados de 8 de la tarde a 11 de la noche. Como novedad, las coordinadoras adelantan que este curso también incorporará una hora de apoyo escolar para menores con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años.
Por su parte, según apunta Beatriz Labián, el plan de prevención indicada ha atendido de forma directa a 50 chavales de entre 11 y 21 años, y de forma indirecta, a través de grupos de iguales, a otros 150. Las directoras del programa, Yolanda Pérez, Lidia Prieto y María Serrano, explican que en esta área valoran la situación de cada individuo y su relación con el entorno, “abuelos, vecinos, hermanos”. A partir de ahí trazan “un plan estratégico del individuo para la comunidad, en el barrio, entre grupos de iguales, a nivel laboral”; pues el objetivo es que el menor “sea autónomo en la sociedad”. En este caso hay un acompañamiento individual, una escucha activa y encuentros semanales.
Educación de calle hasta los 35 años
La línea más agresiva de acción es la educación de calle, proyecto piloto de tratamiento y acompañamiento a nivel provincial que empezó a funcionar en Manzanares en 2016 y que ha transformado las fórmulas de intervención. Yolanda explica que “ahora somos mucho más accesibles, llegamos a barrios donde hay consumo de drogas, hacemos educación de calle en las barriadas más estigmatizadas y llegamos a jóvenes mayores de entre 18 y 35 años con dependencias”.
El trabajo es mucho más complejo, ya que la edad aumenta, los perfiles varían y la coordinación es a través de los Servicios Sociales u otros recursos como las Unidades de Conductas Adictivas (UCA). A lo largo del año 42 personas han recibido acompañamiento individualizado, 20 acompañamiento integral y han trabajado con 16 grupos. Además, han trabajado con 38 familias y con 114 individuos en red.
Los intercambios con Europa
Motivación, idiomas y convivencia. En otro orden, la directora de proyectos europeos, María Serrano, habla de los efectos positivos que tienen también los intercambios con otros países dentro del programa Erasmus Plus, que implica a institutos de toda España. A nivel europeo, Pokhara es “prácticamente la única asociación” que trabaja con estos perfiles, por lo que la “oportunidad es doble” de cara a la inclusión comunitaria de estos jóvenes, ya que los intercambios son en situaciones normalizadas.
La primera acogida fue hace tres años en Armenia y desde entonces no han dejado de proporcionar a los chavales una “experiencia vital”, más allá del barrio, de la familia. María explica el potencial para adquirir nuevas habilidades sociales que tienen los viajes totalmente gratuitos para los participantes, cuando en algunas ocasiones es “la primera vez que hacen una maleta para diez días”.
Los chavales desarrollan su autonomía, siguen horarios, asumen responsabilidades, se enfrentan a hablar en otro idioma durante 24 horas y toman conciencia sobre otras culturas. También, es una oportunidad para trabajar temas que “habitualmente no tratan en sus casas”, como el respeto al medio ambiente, la igualdad o la interculturalidad. En resumen, una forma más de transformar sus vidas con protección social, familiar y personal, y de manera positiva.