Las Bodegas de Jiménez y Lamothe comienzan su actividad en 1860, en Málaga con una producción de calidad y un prestigio que se consolida día a día. Las bodegas de Jiménez y Lamothe fueron la base de las Bodegas Larios, pues las primeras botas con las que Larios se lanza a la aventura del vino proceden precisamente de aquellas.
Hacia 1920, los Larios adquieren la bodega de Jiménez y Lamothe iniciando una nueva etapa en su gestión y desarrollo. Al marqués de Larios se une el del Genal, de forma que ambos marquesados van unidos a la formación de las bodegas. En esta fecha la dirección de la Casa Larios está ya en manos de José Aurelio, tercer marqués, que regenta los negocios bajo la denominación de Larios y Cía.
Es el momento en que Jiménez y Lamothe pasan a ser propiedad de la Casa, tanto en lo que se refiere a las bodegas locales como a la destilería que ya tenían en Manzanares. Las bodegas malagueñas de Jiménez y Lamothe, eran un ejemplo industrial, y la destilería de Manzanares fue la primera en su género en toda España y, desde mediado del siglo XIX, fueron pioneros en la elaboración de los brandies, que entonces todavía se llamaban cognacs y de los que ha llegado hasta nuestros días el famoso l866.
Larios en Manzanares
El paso de Jiménez y Lamothe a la Casa Larios fue completo, puesto que Larios y Cía., con el marqués del Genal, adquieren las botas de añejar, la organización de la bodega, las líneas de embotellado, oficinas, aparatos para fabricar alcohol, viñedos, etc., por lo que su presencia en el mercado fue muy rápida. En el año 1933 desaparece Larios y Cía., dando paso a la nueva razón Larios, S.A., que por aquellas mismas fechas incorporó a sus elaborados la ginebra, tan famosa como el brandy 1866. En Manzanares había unas espléndidas instalaciones con un edificio industrial situado en zona próxima al ferrocarril. De su conjunto sobresalían las chimeneas de destilación y de forma especial sus instalaciones interiores con una maquinaria de primera calidad que había ido incorporando los avances del sector en cada momento.
En 1997 el grupo francés Pernod Ricard compra Larios en un proceso de concentración del mercado de producción de bebidas alcohólicas y decide trasladar sus instalaciones de Manzanares a una nueva ubicación. Una gran superficie en Las Labores es el lugar elegido para la nueva factoría. La fábrica de Manzanares queda sin uso y la empresa mantiene a alguno de sus trabajadores con el único cometido de vigilar las antiguas máquinas y el conjunto de la fábrica cerrada.
En las nuevas instalaciones se produce una decisión singular. El aprecio por la realidad fabril construida a lo largo de siglo y medio lleva a levantar un gran edificio, en el nuevo conjunto industrial, destinado a Museo. No se trata simplemente de trasportar objetos de sus fábricas a un espacio expositivo donde van a adquirir una nueva significación, sino de crear un lugar en el que sea posible entender cómo eran las fábricas que en tiempos pasados elaboraban los productos de Larios en Manzanares.
El Museo de Larios
Dentro de una nave industrial con estructura en diente de sierra para permitir una buena iluminación del conjunto se ubica la antigua fábrica con sus elementos constructivos, su maquinaria instalada y un desarrollo expositivo que va permitiendo entender todo un proceso histórico de desarrollo de estas instalaciones. Piezas de valor histórico de primera magnitud se van presentando en el conjunto que va recorriendo el proceso de fabricación de las antiguas instalaciones.
Desde el antiguo jaraíz con su estructura de cubierta en la que se combina la madera con los tensores metálicos y las piezas de fundición que los unen hasta las etiquetas de cada una de las épocas o los libros de correspondencia, el Museo hace un recorrido por todos los elementos que integran el patrimonio industrial.
En el gran espacio diáfano de la nave se sitúan las máquinas conservadas, pintadas con los colores didácticos que nos enseñan su forma de actuar. Los alambiques para la destilación, las columnas de destilación con sus acabados de cobre reluciente se sitúan a punto de comenzar a destilar las uvas de la Mancha que llegaban a sus instalaciones para producir la ginebra Larios.
A la entrada al conjunto, carros para el trasporte con las cubas que conservan las inscripciones de la bodega originaria de Jiménez Lamothe. En la gran sala una doble altura conserva dos grandes tinas de madera con aparatos como el generador eléctrico, primero de los que producían la energía necesaria para las instalaciones. Una de las grandes tinas conserva en su inscripción el recuerdo a tres de los trabajadores que murieron en 1904 como testimonio no sólo de las máquinas, sino también de las personas que desarrollaron su actividad en estas instalaciones.
Un peculiar montaje que supone el traslado de la maquinaria y los modos de producción de la fábrica abandonada a esta nueva instalación museográfica que debería acondicionarse en sus detalles para abrirse al público de forma más amplia. Una actuación en el patrimonio industrial con peculiaridades en su desarrollo. La antigua instalación que desaparece por el desarrollo urbano de la zona donde se situaba y la necesidad de una nueva estructura productiva se conserva en parte de su estructura arquitectónica y en el mantenimiento de su maquinaria y documentación de su actividad.
El torreón de Larios en Manzanares.
De la instalación originaria de Manzanares quedan dos pequeños restos: la torre de destilación y la chimenea, ahora situadas junto a un grupo de viviendas que ocupan los antiguos terrenos de la fábrica. Un testimonio importante por su significación como una de las instalaciones industriales más importantes de Manzanares.
El torreón ha sido rehabilitado por el ayuntamiento para ubicar allí una serie de servicios técnicos municipales. El antiguo edificio de la bodega de Larios se rehabilita para despachos técnicos, personal de administración y el área de medio ambiente dotándolo ascensor y aseos. Un pequeño volumen de 35 metros cuadrados útiles y tres plantas diáfanas en la actualidad.
Se ha proyectado una estructura interior completamente nueva para las oficinas del área de servicios técnicos, obras, servicios, y medio ambiente. La obra aborda la restauración de la fachada, y la transformación de la cubierta para acoger en su interior elementos de las instalaciones necesarias con aislamientos y mejoras de las condiciones térmicas.
Una pequeña construcción que se mantuvo en su momento cuando Larios abandona estas instalaciones pero que es un buen modelo de recuperación de la memoria industrial de esta ciudad. La nueva utilización que conserva el rótulo de Larios en la fachada conserva la memoria de estas instalaciones. Probablemente sería bueno que se recuperase de forma abierta la visita y la gestión de las instalaciones de Las Labores como muestra de una instalación que conserva el patrimonio industrial de forma especialmente interesante.