Historiadores han datado el origen de Manzanares en el siglo XIII como Encomienda de la Orden de Calatrava, sin embargo, los últimos estudios arqueológicos vislumbran que “es posible que la población tuviera un origen más remoto del que pensamos”. El historiador y antropólogo Alfonso Monsalve Romera aborda la Edad de Bronce en La Mancha en el marco de las VIII Jornadas Histórico-Turísticas ‘Manzanares medieval’.
Restos de cerámica encontrados por los paisanos en las últimas décadas demuestran la existencia de poblados dentro del término municipal de Manzanares durante la Edad de Bronce. A expensas de que alguna campaña arqueológica rastree los yacimientos de la época, Alfonso Monsalve Romera apunta que “cabe prever la existencia de edificios similares a las motillas, fondos de cabaña en la llanura y poblados en altura”.
El experto explica que “generalmente las personas de la Edad de Bronce se asentaban en zonas cercanas a puntos de agua y por donde pasaban las vías pecuarias tradicionales”, por lo que Manzanares reúne las características necesarias. De hecho, la Motilla del Azuer no es el único yacimiento de la Edad de Bronce que ha aparecido en el entorno, sino que también destaca el Castillejo del Bonete, en Terrinches, el Cerro de la Encantada, en Granátula de Calatrava, o el Cerro Bilanero, en Alhambra.
De las sospechas del Torreón de Moratalaz a los restos de la Sierra de Siles
A seis kilómetros del casco urbano, el Torreón de Moratalaz, construido durante la conquista árabe, reúne ciertas condiciones que llevan a pesar que descansa sobre una motilla de la Edad de Bronce. Monsalve Romera señala que “no hay nada demostrado”, pero la cultura de las motillas, “común en toda La Mancha”, y la cercanía de los ríos Azuer y Guadiana, podría haber llevado a los habitantes del bronce a fijar un núcleo poblacional en esta elevación del terreno cercana a Daimiel.
La Sierra de Siles ha sido el lugar donde más restos arqueológicos de la Edad del Bronce han aparecido, sobre todo, cerámicas, que es el material que mejor se conserva con el paso del tiempo. El historiador explica que “las labores agrícolas en muchas ocasiones han destruido los poblados en llanura y las motillas”, por lo que “es muy difícil encontrarlos”. No ocurre lo mismo con los poblados en altura, donde han permanecido ocultos a lo largo del tiempo, como ocurre en este paraje de Manzanares.
La vida en la Edad de Bronce manchega
Al hablar de la vida en la Edad de Bronce, Alfonso Monsalve Romera advierte que “hay que imaginarse un entorno que no tiene nada que ver con el actual”. La Mancha tenía una vegetación “mucho más exuberante”, había una masa forestal parecida a una dehesa que desapareció con las labores agrícolas. Además, era habitual la existencia de tablas, pequeñas lagunas, “ojos”, esparcidos por La Mancha Húmeda.
De esta forma, los pobladores “se asentaban en lugares donde tenían accesibilidad al agua, bien por el paso de ríos o por la construcción de aljibes y pozos”. También elegían lugares para “el control de paso de personas y mercancías”. El historiador indica que los restos de materiales exóticos, como conchas marinas, aparte de metales y piedra volcánica, demuestran la existencia de “importantes redes de intercambio en Albacete y Ciudad Real, que existían en el 2000 antes de Cristo”.
La agricultura y la ganadería era la clave de la subsistencia para los poblados de la Edad de Bronce en La Mancha. Cabras y ovejas dominaban en la ganadería, y de forma “anecdótica” han aparecido algunos huesos de animales de caza, cerdos o vacas. En cuanto a la agricultura, el trigo era el alimento base. En algunos yacimientos ha aparecido, por ejemplo, fibrolita para la construcción de hachas pulimentadas, “que ayudaban en las labores agrícolas”.
Llamamiento para la revalorización del patrimonio arqueológico
Dispuesto a concienciar sobre la recuperación de los orígenes, Alfonso Monsalve Romera aprovecha para hacer un llamamiento a las instituciones públicas, y en concreto a los ayuntamientos, para que inviertan en la “revalorización del patrimonio histórico y arqueológico” como elemento dinamizador de la economía local. El historiador destaca que la búsqueda del pasado de las poblaciones y el impulso de investigaciones arqueológicas “tiene mucho que aportar en la generación de conocimiento y riqueza a través del turismo”.
El ponente aprovecha para poner en valor la celebración de las VIII Jornadas Histórico-Turísticas ‘Manzanares medieval’, que contribuyen también a la revalorización del patrimonio y que “animan a muchas personas a valorar los bienes materiales e inmateriales que conforman su tradición y su historia de una forma lúdica y participativa”. Asimismo, considera que estas jornadas pueden ser “una buena oportunidad para recuperar el pasado de Manzanares y ampliar la perspectiva local sobre la historia más allá de la villa medieval”, y aplaude la iniciativa del colectivo cultural El Zaque de promover conferencias divulgativas.