La canción de Pedro Guerra y la poesía de Luis García Montero crearon en el Gran Teatro un aura que apeló a la sensibilidad del ser humano para transformar la historia y al carácter cívico del verso para sustentar los valores democráticos en una gala donde la Escuela de Ciudadanos de Manzanares supo remover conciencias.
Difícil lo tenía la asociación que fundó en 2008 el periodista manzanareño Román Orozco para conmover a un auditorio de setecientas personas, después de traer a esta tierra manchega a sesenta y cinco personalidades del ámbito de la política, la literatura, el cine, el periodismo o la universidad. El resultado fue inmejorable: el público en pie y un sentido aplauso que consiguió, una vez más en la noche, erizar la piel.
Almudena Grandes, El Gran Wyoming, Elvira Lindo, Víctor Manuel, María Antonia Iglesias, Iñaki Gabilondo, Amelia Valcárcel, Baltasar Garzón. Tantos y más nombres de “profesores” de la Escuela de Ciudadanos, un espacio que desde el inicio plantó cara a la “degradación democrática” y que este domingo dio un paso más a la hora de invocar la “responsabilidad” social de todo ciudadano.
La poesía devuelve al ser humano la reflexión crítica
La música empezó a sonar pasadas las siete y media de la tarde, la de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat, entre fotografías y referencias a Rafael Alberti, Luis de Góngora y Antonio Machado. Poetas y cantautores que han sabido recoger versos, pues como dijo Luis García Montero, “cuando la poesía empieza a oler a cerrado, abrimos la ventana” para devolverla a la vida.
Escuchar a Luis García Montero es pensar en valores democráticos y el poeta granadino supo ser el gran “profesor” de la noche en esta escuela de la que se siente “no solo partícipe, sino implicado”. En esta sociedad experta en “controlar conciencias”, donde “no existe tiempo para pensar lo que decir”, la poesía devuelve al ser humano la reflexión profunda, la posibilidad de “reflejar opiniones y pensamientos”.
Convencido de que la poesía contribuye a educar la sensibilidad que sostiene junto a la razón las sociedades democráticas, porque también mueven la historia las pasiones, los sentimientos y la “forma de amar”, el poeta granadino confesó que “si no transformamos nuestra vida, nunca seremos capaces de transformar la historia”, y es cuestión no solo de políticos, sino de periodistas, educadores o médicos, de todos los ciudadanos.
Frente a la cultura de “usar y tirar”, Luis García Montero concluyó que en esta época de “mercantilización de la educación y la sanidad”, el trabajo de educadores y poetas “no es crear mano de obra barata, sino gente con una conciencia crítica”, y a eso ha respondido la Escuela de Ciudadanos durante los últimos diez años para suerte de Castilla-La Mancha.
Poesía con los “pies en la tierra” para dignificar la democracia
La poesía matiza, busca adjetivos, precisa, encuentra “el pequeño no que hay en el sí”, tan alejada del “ok” y del “me gusta” de las redes sociales, frente “al dogmatismo y el relativismo de la cultura neoliberal”, y por eso Montero defendió la necesidad de “mantener un idioma, un lenguaje”, que permita “hablar y escuchar”, que mantenga el diálogo en la “tribu”, también entre generaciones.
Puesto que es necesario “dignificar la democracia en la sociedad europea”, Luis García Montero defendió además que “la memoria no se puede olvidar”, y que debe de ser uno de los fines de la literatura y la poesía, “heredera del legado de los mayores” y siempre “con los pies en la tierra”, porque no puede dejar de estar en la calle y cuando corre ese riesgo debe de estar la música para sacarla de su encierro.
Tras la lectura del ‘Retrato’ de Antonio Machado y de ‘Blowin’in the wind’ de Bob Dylan por parte del también poeta Matías Miguel Clemente, acompañado de la violonchelista Cristina Olmedilla, Luis García Montero no pudo evitar cerrar su intervención con varios poemas, entre ellos, ‘La más bella niña’ de Luis de Góngora al cantautor Paco Ibáñez, y ‘Aunque tú no lo sepas’, poema del granadino, musicalizado por Quique González y Enrique Urquijo.
Pedro Guerra crea mareas de sensaciones a través del verso de Ángel González
Notas y versos caminaron de la mano en la segunda parte de la gala, cuando el cantautor canario Pedro Guerra consiguió transportar al público entre mareas de sensaciones a través de su homenaje al poeta asturiano Ángel González, con el que grabó hace ya quince años ‘La palabra en el aire’, entre alguna canción significativa de su trayectoria.
Guitarra en mano, Pedro Guerra, que hace dos años se convirtió en poeta con ‘Hurgando en la caja negra’ después de leer rimas “compulsivamente”, habló entre arpegios de forma distendida y muy cercana con el público de su relación con el fallecido Ángel González y le honró al poner música a ‘Tango de madrugada’ y ‘Vals del atardecer’, los dos con ciertas influencias de ritmos y composiciones lationamericanas.
Los ‘Sonetos y poemas para la libertad’ de Miguel Poveda, que incluye nueve canciones de Pedro, donde musicalizó composiciones de diferentes autores de la historia de la literatura seleccionados por Luis García Montero, también estuvieron presentes, y uno de Joaquín Sabina, ‘Sin puntos ni comas’, el que más gusta a su familia.
Del ‘Contamíname’ coreado a ‘Me basta así’
‘Así nunca volvió a ser’ y ‘Donde pongo la vida pongo el fuego’, las dos con versos de Ángel González, hicieron avanzar un concierto donde Pedro Guerra tocó mientras Luis García Montero recitaba unos versos y consiguió que hasta el público coreara la conocidísima ‘Contamíname’.
“Lázaro alegre, yo, mojado todavía de sombras y pereza, sorprendido y absorto en la contemplación de todo aquello que, en unión de mí mismo, recuperas y salvas, mueves, dejas abandonado cuando -luego-callas”. El cantautor cerró con “uno de los poemas de amor más bonitos” de Ángel González: ‘Me basta así’.
Un acto “por la democracia y la cultura”
Setecientos “alumnos” que han seguido cada conferencia en la Casa de Cultura o en el Castillo de Pilas Bonas abarrotaron el teatro, pero a la cita con las letras también acudieron numerosas autoridades. El presidente de la Diputación provincial, José Manuel Caballero, el senador Nemesio de Lara o el ex coordinador federal de Izquierda Unida, Cayo Lara, estuvieron en el Gran Teatro, junto al alcalde, Julián Nieva, y gran parte de la Corporación.
Tras asegurar la vuelta de la Escuela de Ciudadanos a los espacios públicos hace tres años, después de varios de “exilio” en el Castillo de Pilas Bonas, una vez que el anterior Equipo de Gobierno negó el uso de la biblioteca para celebrar la conferencia del exministro socialista Carlos Solchaga, Julián Nieva agradeció a la Escuela de Ciudadanos y a su fundador Román Orozco que hayan asegurado durante diez años la presencia de la élite de las letras en Manzanares.
El primer edil reconoció que las conferencias que ha habido en Manzanares en los últimos años han sido un “privilegio”, con premios nacionales de literatura, referentes del periodismo y la judicatura, y políticos de todas las sensibilidades. Frente al “ejercicio de fundamentalismo” que hubo hace unos años, Julián Nieva celebró que Manzanares haya demostrado que “la libertad está por encima de cualquier cosa”.
Así pues, para el edil, la Gala Música y Poesía de la Escuela de Ciudadanos, que contó con el periodista Juanjo Díaz-Portales como maestro de ceremonias, fue un acto por “la democracia y la cultura”, que tuvo una “respuesta contundente” por parte de la ciudadanía, que agotó las invitaciones “en cuestión de horas”.
El homenaje a Román Orozco
El fundador de la Escuela de Ciudadanos, Román Orozco, también tuvo su momento durante la gala, aunque sin preverlo, como referente del “periodismo democrático”. Una encerrona del alumnado, que quiso reconocer su esfuerzo por poner en marcha este espacio para el debate y la reflexión crítica.