Los usos, las costumbres, el vocabulario y los secretos de esos pastores que configuraron Manzanares como ciudad marcaron el inicio de la programación de las Jornadas Histórico-Turísticas ‘Manzanares medieval’ en el Museo del Queso Manchego y Colección de Arte.
El manzanareño José María Molina, acompañado de Francisco Contreras en representación del colectivo cultural El Zaque, ofreció este viernes una interesante charla sobre los pastores estantes y su forma de vida transmitida entre generaciones desde hace ochocientos años.
La concejala de Cultura, Silvia Cebrián, tras agradecer la implicación en la vida cultural del colectivo El Zaque, expresó que “Manzanares se traslada ochocientos años antes”, a la tierra “de pastores y campesinos” que fue, y qué mejor forma de abrir las Jornadas Medievales que con un acto en recuerdo.
Perteneciente a la “última generación de pastores estantes” en Manzanares, al frente en la actualidad de una ganadería de 1.400 cabezas junto a su hermano, José María Molina ofreció una charla muy distendida, llena de anécdotas y curiosidades de la gente del campo ante una sala abarrotada.
Las costumbres sobreviven durante 800 años
Antes de dar la palabra al ganadero, Francisco Contreras destacó que el origen de Manzanares está en la transhumancia, aunque “en los últimos ocho siglos ha habido costumbres relacionadas con el pastoreo estante que se han mantenido en el tiempo”.
Tras pasar unas diapositivas con pinturas y fotografías, poca duda quedó al auditorio, entre los que había algún que otro ganadero, sobre las pequeñas diferencias que existen aún hoy en día entre los pastores contemporáneos y sus antepasados.
Como tierra de dehesas y de libre pastoreo, documentos históricos avalan que Manzanares tuvo durante siglos abrevaderos para rebaños trashumantes y estantes, en frente del Ayuntamiento y en la Plaza de la Cruz de Piedra, donde llegaban esos hombres de capucha, capote, garrote y macuto desde tiempos anteriores al Honrado Concejo de la Mesta.
El pastor y el ‘romance de la loba parda’
Nieto de pastor y hortelana, José María Molina mamó el sabor del queso de oveja manchega y el olor a suero y estiercol desde pequeño. El manzanareño contó que, cuando apenas levantaba unos palmos del suelo, su madre le mandaba por la mañana con el abuelo a hacer queso encima del entremiso, y por la tarde a cortar alfalfa para alimentar al ganado en la noche tras el ordeño.
Mientras que recitaba uno de los versos del ‘romance de la loba parda’, después de que el guitarrista Alfonso Márquez-Villarejo abriera la conferencia con unos acordes, Molina diferenció entre la basura que crea la oveja en invierno y en verano, “la más buena para los majuelos”.
“Pastor de cuna”, José María Molina confesó hasta recordar el olor de los calzones tras el ordeño a mano y el gran “zaque” de agua de su abuela para abastecer al ganado. El manzanareño comenzó como zagal y en Manzanares también estaba el “mayoral”, que era el que organizaba las ovejas en grupos –“hatajos”- y el “ayudaor”.
Borregas, primalas, burracas y zorrunas. El pastor explicó las diferencias entre ovejas, la forma de elegir los corderos para conseguir buenos sementales y la forma de “encalostrar” a los recién nacidos para que cojan enseguida “las mejores defensas”.
Los pastores llaman “rabotar” a cortar el rabo a la oveja manchega, que antiguamente asaban en la lumbre y que “era una delicia”; “extremar” las corderas es acostumbrarlas a andar, porque de pequeñas “no tienen formalidad y se hacen un ovillo”, empiezan a dar círculos unas con otras; y “esquilar” es quitarles la lana, siempre en el mes de mayo.
Disputas, sementales, lana y nombres de ovejas
Para José María Molina, “es una maravilla ver entrar a un rebaño blanco en una mañana de rastrojera en un pasto bueno, verde y amplio”, y señaló la razón de que a la hora de procrear elijan las ovejas blancas.
Aunque la principal fuente económica de la oveja manchega es la leche, a diferencia de la merina que es la lana, sin embargo elijen blancas, porque la lana de las ovejas “burracas” –negras con pintas blancas- y las “zorrunas” –marrones- no se puede teñir.
Por su parte, la elección del semental tiene que ser cuidada: “hay que elegir corderos de cabeza y cuello gordo, que den hijos robustos y de pecho fuerte, y con los testículos partidos porque darán ovejas de ubre abierta”.
El tiempo del esquilo era hasta hace poco una fiesta, “era cuando mi abuela estrenaba mandil nuevo”, y las disputas con los agricultores con viñedos un continuo sobre todo en estos meses.
José María Molina comentó que “si en la feria de Almagro no llovía” al llegar el otoño apenas había campo verde donde llevar a las ovejas, por lo que más de una vez acababan en los viñedos.
Los nombres de las ovejas eran y aún son hoy otro cantar para un pastor que, pese a cambiar “el zurrón de cabra por uno del decathlon” y de llevar siempre el móvil a punto para prever la meteorología, todavía identifica a su ganado, pues casi todas las ovejas tienen nombre.
Así, José María Molina produjo la risa entre el público al final de la conferencia al recordar a la “Cienculos”, una oveja negra con arrugas en el trasero; a la ‘Primorosa’ en honor a la película de Joselito; y a la ‘Perestroika’, que vivió durante la caída de la URSS y el Gobierno de Mijaíl Gorbachov.