El médico odontólogo Martín Romero Maroto (Valdepeñas, 1960), protagonizó este domingo en el Museo del Vino, el Reencuentro con el Valdepeñero Ausente, que reunió a unas 150 personas en un acto organizado por el Semanario JARAIZ, con la colaboración del Ayuntamiento de la ciudad y de distintas empresas.
El Reencuentro, cerrado por el alcalde Jesús Martín, fue toda una cita con la nostalgia. Martín Romero, miembro de una popular familia valdepeñera con todos sus miembros vinculados a la sanidad, acompañó su intervención con una sucesión de fotografías, en la que se mezclaron imágenes familiares, con las de la Valdepeñas de las décadas de los 60 y 70. El Valdepeñero Ausente 2016 evocó sus años de estudiante y deportista. Desde el público le acompañaban muchos de los amigos de esa misma época.
Entre las imágenes que ilustraron su intervención, las del colegio Jesús Baeza tras su reconstrucción a principios de la década de los 70, las de los cines Proyecciones e Ideal, hoy inexistentes y el reportaje de NODO de la inauguración del Ángel de la Aguzadera, escultura erigida por el régimen de Franco para conmemorar el 25 aniversario del fin de la guerra civil y volada con una bomba el 18 de julio de 1976 por el FRAP.
En su posterior intervención, el alcalde dio cuenta de las dificultades, por ahora insalvables, de acometer una rehabilitación, tanto de la estatua de Juan de Ávalos, como del propio cerro de la Aguzadera y su camino de subida, muy deteriorado. Jesús Martín también elogió la iniciativa del periódico JARAIZ, de mantener un acto que pone de relieve el espíritu valdepeñero de quienes hacen su vida lejos de su localidad.
Martín Romero, al final de su discurso, reivindicó su profesión, frente a la proliferación de franquicias de odontología promovidas por inversores ajenos al sector y que tienden a sacrificar la calidad de la atención, en pro del negocio.
Al término del pregón, miembros del medio de comunicación organizador le entregaron una placa conmemorativa, dedicada a “cuantos desde la distancia, hacen grande de Valdepeñas”.
Todos los asistentes compartieron al final, una típica “limoná” Valdepeñera.