Mercedes Millán es uno de los nombres propios de la centenaria Cooperativa El Progreso, de Villarrubia de los Ojos, que tiene 2.300 socios y una producción media de 100 millones de kilos de uva y cinco de aceituna.
Vive y trabaja en su pueblo por opción y decisión, y a sus 42 años es una mujer rural del siglo XXI: preparada -es licenciada en Filología Inglesa-, comprometida con su trabajo -fue una de las impulsoras del actual departamento de comercio exterior de la entidad cooperativa que preside Jesús Julián Casanova-, y empática con un medio que le proporciona tranquilidad, acceso al ocio y nutridas relaciones familiares y sociales.
Actualmente gestiona la documentación y el soporte logístico para la exportación de los vinos y aceites de la empresa, además de coordinar los grandes eventos de la cooperativa, como sus emblemáticas Noche del Vino, y otras acciones de enoturismo.
Desde que se ganó la plaza como técnica de la industria agroalimentaria, lleva 12 años tramitando la burocracia de internacionalización para que el vino, y ahora también el aceite de El Progreso lleguen a mercados de diferentes latitudes.
Igualmente, por su dominio del inglés y los conocimientos de francés e italiano que posee, ha ido “complementando el trabajo” de promoción de sus productos entre clientes extranjeros, con su presencia en ferias o misiones del IPEX, la DO Mancha o la Cámara de Comercio.
Dentro y fuera de Europa, ha viajado a Alemania, Polonia, Lituania, Noruega, Francia, República Checa, Japón, China, Singapur o EEUU. Precisamente, este mercado como importador del 25% de sus vinos etiquetados ha puesto una china en el zapato a la empresa con la subida de aranceles, que Millán espera decaiga para que “no sea un palo demasiado gordo”.
Papel de la mujer rural
Este amplio bagaje, sumado a sus primeras incursiones en la vida profesional en Madrid, tras terminar la carrera en la UCLM (fue profesora en academias como Berlitz y trabajó como teleoperadora), hacen que Millán tenga una perspectiva con criterio respecto al importante papel de la mujer en la sociedad en general y en entornos rurales en particular, todavía poco visibilizado.
A su juicio, “aporta riqueza y fija población”, tanto a través del empleo como del emprendimiento empresarial, tal y como lo ponen de manifiesto numerosos ejemplos en su localidad natal de mujeres que han impulsado negocios de servicios u hostelería.
Por ello valora, políticas y normas como el Estatuto de la Mujer de Castilla-La Mancha que “promueven la visibilidad y la aportación de las mujeres a su entorno”, y demanda más apoyo al emprendimiento femenino y “a lo que conlleva”. Hacen falta, en opinión de Millán, más infraestructuras, comunicaciones, y apoyo a la conciliación laboral sobre todo en núcleos más alejados, con el fin de “que repercuta en el crecimiento de la mujer”
De lo contrario, las mujeres de los pueblos “se verán abocadas a salir fuera a trabajar”.
Respecto a la cuota femenina en la cooperativa, la distribución arroja luz sobre la asimetría de los roles: todos varones en la bodega, al 50% en el laboratorio (hay dos ingenieras químicas) y mayoría absoluta en el departamento técnico, administrativo, de exportaciones y de calidad.
En el consejo rector, órgano de toma de decisiones, hay tres mujeres sobre de 14, “un gran avance” para este tipo de entidades agrarias, así como también suma en centenares el número de socias.