El Ayuntamiento de Miguelturra, a través del Área de Igualdad y en colaboración con el Centro de la Mujer de Miguelturra, celebra diferentes actos de reivindicación y sensibilización dentro de las actividades programadas con motivo del 25 de noviembre, Día Internacional de la Lucha Contra la Violencia Hacia las Mujeres.
Así, desde la mañana del 25 de noviembre el balcón del Ayuntamiento luce ya la pancarta con el lema «Miguelturra contra la violencia de género», una actividad que contó con la participación del alcalde de Miguelturra, Luis Ramón Mohíno y miembros de la corporación municipal.
El alcalde quiso en primer lugar leer el manifiesto oficial de la FEMP delante de todos los vecinos de Miguelturra que han querido acercarse entre los que se encontraban los mayores del Centro de Día de Miguelturra que han acudido también con su propia pancarta en contra de la violencia de género.
Después, el regidor quiso reflexionar acerca de esta lacra como sociedad «estamos sufriendo». «Creo que es importante que sigamos actuando, visibilizando y mostrando que realmente es un problema que no está cerrado, que sigue estando ahí».
Tenemos dos grandes problemas: el primero es el negacionismo. No puede haber nadie que hoy por hoy,en una sociedad como la que estamos, niegue que esto es un problema, ya que día a día están muriendo mujeres a manos de sus parejas o de sus ex parejas, y están muriendo niños y niñas a manos de sus padres y dentro de un contexto de de violencia. No entendemos, continúa el regidor, que alguien se atreva a negar esta realidad y dejar de colaborar en este tipo de reivindicaciones».
«No podemos negar que esto está pasando y desde las administraciones tenemos que poner todo lo que tengamos a nuestro alcance para intentar evitar y atenuar las consecuencias, empezando desde la educación para la prevención».
«El otro problema sin duda es la división, no podemos permitir que un problema que debe unirnos a todos, que debe ser un grito unánime en contra de esta lacra, se use como arma arrojadiza en el terreno de la política. Creo que es responsabilidad de los que estamos aquí la de reconstrucción de esa unidad de madera madura.»
Por último, ha dado las gracias Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Estado que hacen un grandísimo trabajo, para a ir poco a poco mitigando pues esta enfermedad que tenemos inoculada en nuestra sociedad.
Vivimos esos días inmersos en una tragedia colectiva de Valencia y Castilla-La Mancha que tiene vencida nuestra voz. Uno de los fenómenos meteorológicos más devastadores como la DANA que ha arrasado varios pueblos de Albacete, Cuenca y, de manera más dimensionada, de Valencia, ha traído la hecatombe y ha desatado la indignación de los afectados y familiares de desaparecidos. Y no es para menos ante la respuesta de las administraciones. Terrible. Quién podía pensar que ante una catástrofe con centenares de muertos fuera a haber una inhibición aparentemente deliberada de las fuerzas militares por decisión del máximo mandatario del país. “El Gobierno central está listo para ayudar,… si necesita más recursos (el presidente de la Generalitat Valenciana), que los pida”, declaró Pedro Sánchez cuatro días después de la gota fría. ¿En serio?
Mensaje sumado a la descoordinación que hubo en los primeros días en el mando de gestión de la crisis, que nutrió la desesperanza de encontrar más sobrevivientes aunque los equipos de rescate trabajaran día y noche sin descanso.
Toda esta actividad política fue un campo de cultivo que provocó tensión, abucheos, insultos y reproches a los Reyes en su visita a los puntos ‘cero’ de la tragedia, una escena insólita que ambos afrontaron con verdadera integridad. Entre la frustración, también hubo una agresión a Sánchez. La violencia no es justificable en ningún caso pero no hay consuelo para quienes lo han perdido todo.
Esas personas desesperadas y desoladas, a punto de explotar a cada momento, forman parte de la actualidad mediática, que está mostrando la cara exterior de la devastación, con vías anegadas y bloqueadas por pilas de vehículos, edificios lastrados por la marea ‘tsunámica’ del agua, calles convertidas en vertederos y lodazales, aparcamientos transformados en ratoneras y trampas mortales, o infraestructuras doblegadas a la imponente y brava naturaleza.
Los miembros de los servicios de rescate arriesgando su vida en las labores de recuperación de supervivientes, la inestimable ayuda solidaria de los voluntarios… De los testimonios de las víctimas y supervivientes sólo recogen las que tienen “valor humano”, esto es, aquellas en las que los vecinos afectados lloran y se lamentan de la perdida de sus seres queridos, de la destrucción de sus hogares, o cuentan en primera persona las peligrosas circunstancias en que se vieron atrapados…
Las inundaciones repentinas y mortales destruyeron puentes y cubrieron pueblos de barro, arrasando con todo a su paso y dejándolos sin agua, alimentos ni electricidad.