El detenido como autor confeso de la muerte violenta del ferretero de Miguelturra Jesús Mora Antequera no llamó inmediatamente a la policía para entregarse. Se arrepintió casi de forma espontánea de lo que hizo, pero en su confesión intervinieron sus hermanos, en especial un varón que vive en Villarrubia de los Ojos y una hermana que reside en Rumanía, su país natal.
Con 25 años y sin antecedentes delictivos I.G.M. pensó en suicidarse o huir “lejos” antes de recapacitar, escuchar los consejos de su familia, y llamar a la policía. Entre ambas secuencias de acontecimientos pasaron horas, según se ha sabido hoy en la reconstrucción de los hechos realizada a instancias del juzgado de instrucción y primera instancia número 2 de Alcázar de San Juan que lleva el caso (el cuerpo apareció en el término municipal de Herencia).
No da detalles de por qué discutieron
“La reconstrucción ha sido un éxito porque ha colaborado en todo momento, excepto en explicar por qué mató a su amigo”, ha explicado a Lanzadigital.com el abogado que ha asumido su defensa José Carlos Madrid.
Entre las 18.30 y las 19.00 horas del jueves
La hora del crimen de Mora se sitúa entre las seis y media y las siete de la tarde del jueves, aunque no fue hasta la madrugada del viernes cuando el presunto homicida se entregó a la policía. A media tarde Jesús iba en el vehículo del joven rumano (se supone que en dirección a Quintanar de la Orden, donde reside el acusado), y empezaron a discutir, “a manotazos y puñetazos”.
Le seccionó la yugular
I.G.M., que iba conduciendo, detuvo el vehículo en un determinado momento –siempre según la versión de su defensa- se apartó cerca de un camino rural del arcén de la CM-420, la carretera que va de Herencia a Alcázar de San Juan, y allí mismo, sin pensarlo dos veces y cuando su amigo estaba seminconsciente, “le da un golpe certero con una herramienta que tenía en el coche que le secciona la yugular”, apostilla el letrado.
El presunto homicida lo deja tirado allí mismo, sube al coche y conduce, pero reflexiona y vuelve para apartar el cuerpo del camino (era evidente que lo había matado) y deshacerse de él en un olivar cercano. Para eso arrastra el cuerpo de Jesús Mora y lo deja cuando cree que ya no está tan a la vista.
En las horas que transcurren entre ese momento y las dos y media de la madrugada, cuando contacta con la policía, se supone que intentó huir. Regresó a Miguelturra, se aseó, y decidió emprender la fuega lo más lejos posible, pero antes descargó su conciencia con su hermano de Villarrubia, al que le contó por teléfono lo que había pasado. Este hermano fue la primera persona que le aconsejó que se entregara. También telefoneó a otra hermana en Rumanía, que le dijo lo mismo.
A su hermano le explicó algo así como que “su amigo le había fallado, que estaba muy mal y se quería matar”. Entonces fue el propio hermano –siempre según la versión de la defensa-, quién avisó a la Policía Nacional e incluso les dio el teléfono de I.G.M., que terminó telefoneándoles diciendo: “He hecho algo muy feo”.
En la reconstrucción de los hechos han participado también los agentes de la brigada de policía judicial y científica de la comisaría de la Policía Nacional de Ciudad Real que llevan la investigación.
La defensa intentará demostrar que el presunto homicida no está en sus cabales, “tiene depresiones, hay muchos factores externos que le han llevado a cometer esta locura”, asegura el letrado.
También han testificado ante el juez dos hermanos del fallecido que han corroborado lo estrecha que era la relación entre Jesús Mora, de 59 años, y el joven rumano. Eran tan amigos que compartían vacaciones y celebraciones familiares.
Testigos circunstanciales
El juez instructor, que el domingo envió a prisión provisional al presunto homicida, también pretende tomar declaración a dos posibles testigos circunstanciales del crimen, dos personas que circulaban por la CM-420 el jueves por la tarde y vieron algo raro en un coche que se apartó de la carretera.