Serafín Delgado todavía recuerda cuando siendo un chavalillo de cinco o seis años, en los cincuenta del pasado siglo, su madre María Paz Martín renegó de él. “Calla niño, que yo no soy tu madre”, le espetó en plena calle. Era un día de Carnaval, fiesta prohibida y perseguida sobre todo en los primeros años de la dictadura, y su madre una de las muchas mujeres que salían de máscara por las calles de Miguelturra a dar bromas, exponiéndose a una multa de 50 pesetas o a algo peor si las cogían. Pero él no era consciente del riesgo y no paraba de llorar y lamentarse, “¡Ay mi madre, que la van a meter en el calabozo!”, recuerda que decía.
La anécdota, real, refleja cuál es el arraigo del primer carnaval que consiguió la categoría de fiesta de interés turístico regional en Castilla-La Mancha y que “incomprensiblemente”, dice Delgado, no ha logrado ascender a fiesta de interés nacional, como si lo han hecho los carnavales de Villarrobledo (Albacete) y Herencia (el año pasado). Eso sobre el papel, en afluencia de público e interés juvenil está claro que los carnavales de Miguelturra se llevan la palma en la comarca de Ciudad Real, por saber adaptarse a los nuevos tiempos sin perder su esencia.
El Carnaval de las mujeres
“Los carnavales de mi niñez eran de las mujeres. En estos meses de febrero o marzo, como no había recolecciones, estaban más en casa, con las faenas domésticas, y se disfrazaban más que los hombres, ¡fíjate si tenían picardía y afición que no querían ni que los muchachos nos arrimásemos mucho!” De aquellos tiempos le viene a Serafín, actual Rey del Carnaval, una afición que no ha perdido en sus 72 años -bien llevados- de vida, buena parte de ellos ligado a hacer grande el Carnaval churriego. “Siempre he participado, y cuando trabajaba fuera en Madrid o donde estuviese procuraba venir”, dice.
En 1981 fundó la peña La Cabra, “inventó”, junto a otros, el entierro de la sardina que sigue organizando su peña desde 1982, ha presidido la Asociación de Peñas de Carnaval casi veinte años (1994-2013), máscara mayor en 2006, “el cargo que más me ha emocionado”, señala, para remate es el “rey” desde 2014.
Y todo por aquellos carnavales de su infancia. “A mi madre no llegaron a cogerla y yo me fui dando cuenta de que el Carnaval estaba prohibido pero era bonito”, rememora en la sede de la peña La Cabra, un anexo de su casa.
Expulsado de la alcaldía por máscara
Claro que también hubo circunstancias menos bonitas. “Lo malo que teníamos en Miguelturra es que nosotros estábamos cerca de la capital y la Guardia Civil venía a caballo con más facilidad aquí que a Herencia o cualquier otro sitio”, y algunos alcaldes consentidores se jugaban el cargo, como según Delgado le pasó a Manuel Ramos. “Este alcalde de hace muchos años fue la primera máscara en salir a la calle el primer domingo de Carnaval, los guardias lo ‘cazaron’ y lo quitaron de alcalde”.
Pero la constante que mantiene el Carnaval de Migueltura con el de Herencia y otros es que nunca desapareció de la calle, donde está la esencia de la fiesta, y Delgado cree que no lo hará nunca: “La máscara callejera no va a acabar, antes puede acabar un desfile que se necesita dinero para financiarlo ¿pero, una máscara que se hace uno con los cuatro trapos viejos de casa?, eso no puede acabar nunca”, responde convencido cuando se le pregunta por la solidez de la fiesta.
Desfile de carrozas desde 1981
Delgado también ha vivido el resurgir del Carnaval con la democracia. “En los ochenta es cuando de verdad se empieza a valorar esta fiesta. Nosotros fuimos los primeros en celebrar un desfile de carrozas en 1981, antes que Ciudad Real”. A partir de ahí se crearon peñas y se fundó la asociación de peñas con grupos como El Jamón, la más antigua, y la suya: la peña La Cabra, inspirada en una mascarada callejera. “En el año 81 el día 1 de marzo fue primer domingo de Ccarnaval y no me acuerdo bien si fue el lunes o el martes cuando me encontré por la calle con unos amigos que iban de los Picapiedra y llevaban un macho cabrío de verdad, que les había prestado un ganadero, paseándolo por el pueblo. Me gustó como iban y pensé en fundar una peña y llamarla La Cabra”.
También en esos primeros años ochenta surgió el entierro de la sardina, que organiza desde entonces la peña de Serafín. “En 1982 un grupo de espontáneos, diecinueve, salimos de cortejo fúnebre del bar de mi tío [El Ganadero], de luto y paseando una sardina normal de comer en un cajoncito, acompañados de un tambor. Era miércoles de Ceniza y aquello cayó fenomenal y el alcalde, ya Román Rivero, nos pidió institucionalizarlo y eso hicimos a partir de 1983” (hoy el miércoles de Ceniza es fiesta local en Miguelturra y su entierro uno de los más divertidos de los que salen en Carnaval).
De máscara sí pero no trapacero
Participar en la organización de un Carnaval como este es una tarea ardua que comienza meses antes, en octubre. Serafín admite que le gusta salir de máscara “pero no trapacero”, es decir, que quiere ir “bien”, lo que supone un esfuerzo adicional para su mujer que no le gusta disfrazarse (ni siquiera fue su pareja cuando lo nombraron máscara mayor), pero que colabora cosiéndole los trajes “al cien por cien, también hay que reivindicar a los que no les gusta vestirse de máscara pero sí ver, son importantes por qué si tu vas de máscara pero nadie se acerca a verte o a que le des un broma pues te aburres”.
¿Y cuál es el mejor día para disfrutar del Carnaval de Migueltura?, según su soberano cualquier día desde este viernes 9 y a hasta el Domingo de Piñata es bueno, depende de lo que se busque, comida, diversión, “para evitar las aglomeraciones es casi mejor venir el lunes de Carnaval, los chicos jóvenes lo están revitalizando con mucha máscara callejera y sin los agobios del martes, que sigue siendo nuestro gran día”.
