Las técnicas de abordaje para frenar la propagación de la mixomatosis en la liebre ibérica (Lepus granatensis) entre los cazadores ha centrado este sábado una de las conferencias de la Feria de la Caza, la Pesca y el Turismo (Fercatur).
Ha sido a cargo Christian Gortázar, ccatedrático de Sanidad Animal en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) de la Universidad de Castilla-La Mancha, quien ha señalado que las herramientas “ilusionantes” como la vacunación de los ejemplares infectados a pie de campo “es muy complejo”, dado que los animales tienen que estar en condiciones adecuadas para que la inmunización funcione.
En ámbitos más restringidos con poblaciones manejadas en cautividad las vacunas “tienen bastante más utilidad”, ha señalado a lanzadigital, y ha recordado que el IREC participa en el grupo de investigación ‘Mixolepus’, donde hace sus aportaciones en el aspecto más biológico para analizar la evolución del virus y para incidir en las alternativas para recuperar la liebre común.
Así Gortázar ha hablado de otras alternativas para el campo como son “monitorizar las poblaciones, trabajar con el hábitat y reducir de manera eventual la mortalidad, ya sea mediante alguna gestión de la predación como por regulación de la caza”.
Ha recordado que por ahora trabajan con vacunas de conejos “confiando en que seguramente tengan un efecto protector”, así como se están haciendo ensayos y pruebas para que la vacuna sea 100% eficaz, una condición que depende de distintos factores como la forma de la inoculación, intradérmica o subcutánea.
El virus mutado del conejo causó mucha preocupación en 2018 desde que se detectaron los primeros casos en la comarca de La Mancha, un brote que se extendió en pocos meses a más de un centenar de municipios de la región, según confirmó la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente, además de a otras comunidades como Andalucía, Extremadura, Murcia y Madrid.
El experto ha asegurado que “no es algo tan excepcional los saltos de los virus entre especies y no siempre es catastrófico, de hecho, el impacto en las poblaciones puede que sea menor del que pensábamos al principio”.
En el marco cinegético, según el catedrático, los cazadores han mostrado su compromiso con la lucha para proteger a la liebre, con la recogida de liebres, la autorregulación y la restricción de la actividad “para suavizar un poco más la presión” sobre los ejemplares que han sobrevivido o no están afectados.
Los vectores (mosquitos y pulgas) que transmiten la enfermedad se redujeron en invierno y junto a las medidas preventivas han hecho que este año la incidencia sea menor, aunque la enfermedad infecciosa siga presente.
Este año los brotes “son más esporádicos y en zonas periféricas”, más alejados de dónde surgieron los primeros brotes.