Casi una semana ha transcurrido desde que los niños tienen la posibilidad de pasear durante una hora al día por el entorno de su domicilio. La mayoría han disfrutado excelsos este regreso a la calle, sin embargo muchos niños han regresado a sus casas decepcionados porque “no era lo que esperaban”.
La psicóloga María Vela, directora de la Clínica Pediátrica Centro de Desarrollo Infantil de Ciudad Real, relata que bastantes familias le han consultado sobre esta frustración de los niños al regresar de la calle. “Los niños esperaban que cuando volvieran a salir a la calle todo fuera normal y se han encontrado con poca gente, mascarillas, los parques cerrados, en definitiva, no se han encontrado con la normalidad que conocían”.
En este sentido indica Vela que a los niños esta situación les genera una incertidumbre. “Nosotros comprendemos la realidad actual y que podrá volverse a la normalidad, pero los niños no disponen de la misma capacidad para razonamiento”, relata la psicóloga, que subraya que “para los adultos un año puede ser poco tiempo, pero para los niños es una eternidad”.
A pesar de este desamor que los niños pueden originar por las salidas, Vela incide que éstas son una necesidad para proseguir con su aprendizaje y avanzar en su día a día.
Readaptación
La psicóloga explica que, a nivel cognitivo, social, psicológico y motor, tras cincuenta días aprendiendo y comunicándose en casa de forma diferente, el cerebro ha notado esa diferencia y se ha acomodado a esta nueva situación. Por este motivo son importantes las salidas para los niños para que los niños se readapten a su entorno y poder beneficiarse de los efectos del mismo, como la ampliación de una comunicación ahora muy restringida a la casa y al ámbito familiar.
Del mismo modo subraya la importancia del desarrollo sensorial, con el procesamiento de sensaciones externas y el desarrollo del nivel de alerta de los niños. “Las sensaciones extremas se procesan y hacen un pensamiento más adaptado para los retos diarios”, explica la psicóloga, que detalla que los paseos permiten a los niños desarrollar sus ocho sentidos. “Además de los conocidos tacto, vista, oído, gusto y olfato”, la termocepción, capacidad para notar los cambios de temperatura, la nocicepción, la capacidad de sentir el dolor y la propiocepción. “Son muy importantes para regular nuestro sistema de alerta”.
Subraya la psicóloga que los paseos con restricciones (como no poder acercarse a sus amigos o abuelos) hace que los niños no encuentren en ellos la panacea que buscaban y puedan “desregularse, presentar problemas de conducta y una mayor irascibilidad”. Así, indica Vila que “el cerebro estaba tan restringido antes ha pasado de 0 a 100 y esta sobrecarga sensacional repercute en su conducta emocional”.
Adaptación
Por este motivo hay que ser pacientes con los niños y que sigan saliendo adaptándose al nuevo panorama. Al respecto añade Vila que la alta adaptatibilidad de los niños ha podido generar que muchos no quieran salir de sus casas y prefieran juegos más tranquilos en su hogar, sin embargo “es fundamental para su desarrollo que sigan saliendo y se preparen para los desafíos y la solución de problemas”.
Por otro lado la psicóloga advierte de que es normal que los niños y niñas, al igual que los adultos, adolezcan de dolor de cabeza durante sus primeras salidas. “Esto puede ser debido a que llevamos cincuenta días con distancias visuales de muy poco recorrido, y la vista necesita un tiempo de acomodación, por ello cuando salimos a la calle, percibimos enrarecido el ambiente, parece que vemos peor, o nos duele la cabeza. A estas dolencias, los adultos sabemos identificarlas e incluso ponerle nombre, pero para los niños es más complicado y abstracto identificarlo, y suelen exteriorizarlo desregulándose y con más irascibilidad”.
Explicar la situación
Para estos días Vela aconseja hablar a los niños y tratar de explicarles la situación, a cada uno conforme a su edad, y sin asustarles. “Hay que ser conscientes de que los niños tienen menos léxico y manejan menos los conceptos abstractos, y en casa oyen las conversaciones de sus padres y pueden hacerse una composición de lo que ocurre que no es la real y pueden generar rechazo”.
De forma paralela y en términos generales, la psicóloga subraya que la salud mental de los padres es fundamental para la salud mental de los niños, “porque sus padres son el pilar básico de su desarrollo”, y hay que trabajar para que la vida familiar sea lo más saludable posible.