Kilómetros de tierra volcánica, agua salada, hielo y nieve en la tierra de los pingüinos por Nochebuena. La estampa invernal que protagoniza cada postal navideña ha cobrado realidad para una veintena de científicos y trece militares del Ejército de Tierra. Desde hace varios días surcan los mares y atraviesan la Antártida con la vista puesta en la isla Decepción, un volcán bajo los glaciares.
Natural de Membrilla, el subteniente Juan Jimenéz Andújar confirmó hace dos días a Lanza que habían llegado a la base Juan Carlos I en la isla de Livingston y que desde allí saldrían para isla Decepción, para abrir la base Gabriel de Castilla, donde permanecerán si no hay ningún contratiempo “100 días”. El objetivo de los militares es prestar “apoyo logístico” a los científicos, que realizarán proyectos de investigación relacionados con el medio ambiente.
Después de meses de preparación y especialización, la compañía salió el pasado 5 de diciembre de España en dirección al hemisferio sur. Visitaron la Embajada de España en Buenos Aires, al Comando Conjunto Antártico Argentino, a la Embajada Española de Santiago de Chile y al Instituto Antártico, en Punta Arenas, uno de los centros de “civilización” más cercanos a Isla Decepción. Otro de las poblaciones de referencia es Ushuaia en Argentina.
Peligros en el volcán
Once días después, los militares y una parte de los científicos, ya que realizan turnos a lo largo de los tres meses, embarcaron en Sarmiento de Gamboa. Lidiar con el tiempo es uno de los principales problemas de la zona y “debido a las malas condiciones para cruzar el Paso de Drake”, tuvieron que estar en el estrecho de Magallanes fondeados dos días, “hasta que se abrió una ventana para cruzar entre dos tormentas por el Mar de Hoces” para llegar a la Isla Livingstone.
El viaje hasta isla Decepción es uno de los retos más peligrosos que asume la expedición. “El peaje que tienes que pagar para llegar esos paisajes impresionantes es el Cruce del Mar de Hoces, el más peligroso del mundo”, destaca el subteniente, que hace referencia a “olas de diez metros durante siete días”, complicadas de sobrellevar si no tienes espíritu marinero.
Aunque la estampa navideña cambia al conocer las características propias del lugar. Isla Decepción es un volcán en activo y uno de los pocos lugares que no se congela nunca en el continente: el resto son 14 millones de kilómetros cuadrados de hielo. La tierra es oscura; hay aguas termales, fumarolas y terremotos.
A vista de pájaro, tiene forma de herradura, abierta por la zona suroeste, lugar por donde el mar accede a la caldera del volcán, los conocidos como Fuelles de Neptuno. Por ello, la isla es el único volcán navegable del mundo. En su interior puede entrar un barco y el ecosistema bajo el hielo es impresionante. “En 200 metros de distancia puedes ver los glaciares a un lado y, al otro, 80 grados de temperatura”, explica el militar.
El reto medioambiental detrás del proyecto ‘Apadrina un pingüino’
Hace un mes, el subteniente Andújar avanzó a Lanza algunos de los detalles de la misión tras una charla que ofreció en Membrilla. La protección del medio ambiente es uno de los retos de la XXXII Campaña Antártica y el militar realizó varias charlas en colegios para divulgar el proyecto ‘Apadrina un pingüino’, que persigue implicar a toda la sociedad en la sostenibilidad.
El año pasado se apadrinaron “más de 250.000 pingüinos” de forma gratuita y este 2018 como novedad han establecido un reto de 5.000 pingüinos para recaudar fondos para la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). El 100% de las donaciones irán para la organización.
Resulta llamativa la implicación de este grupo de militares en la lucha contra el cambio climático. El subteniente destaca que “toda la sociedad se tiene que implicar en salvar el planeta”, porque, independientemente de las causas, “existe”. De hecho, Jiménez Andújar afirma que “el planeta es el que tenemos y si todos seguimos haciendo ciertos disparates, con el tiempo será poco habitable”.
La campaña es realmente significativa en este lugar, ya que la Antártida tiene el “único tratado en que se pusieron de acuerdo todos los países del mundo para salvar el continente”, a pesar de que hay problemas con las reclamaciones territoriales. En isla Decepción solo está la base argentina y la española.
Antes existieron otras dos, la británica y la chilena, “destruidas durante la erupción del volcán en los años 70”. La otra base española, en la isla Livingstone, está gestionada por el Centro Superior de Investigaciones Científicas.
El clima, la mayor dificultad
El espíritu aventurero ha llevado a este membrillato por segundo año consecutivo a la Antártida. Solo dos repiten y es el único castellano-manchego. Todos los participantes son especialistas en comunicaciones, transporte en condiciones de dificultad climatológica y otras cuestiones de logística. Serán los encargados de mantener en buenas condiciones la base para que los científicos trabajen y de facilitar sus traslados para experimentos.
Nieve, frío y aire. El clima es la dificultad “más grande”, confesó Jiménez Andújar. Llegan en verano y la temperatura oscilará entre los 0 y los -15 grados centígrados, pero el viento es “brutal” y “complica bastante la vida”. Puede cambiar “en apenas 10 minutos”, por lo que en cada salida tienen que llevar un equipo mínimo para sobrevivir un día por si no pueden volver a la base.
En la actualidad, los expertos monitorizan el volcán para que no exista ningún peligro que conlleve la evacuación inmediata, que tendría que ser en barco. En los últimos cuatro o cinco años el volcán ha permanecido estable, aunque siempre existe la posibilidad de “erupciones anormales”.
En el caso de que exista alguna emergencia sanitaria también está disponible la pista de aterrizaje con helicóptero que existe en isla Jorge, a tres horas, pero el problema es que “el 80% de los días la climatología impide su utilización”. Ahora bien, llevan médico y disponen de telemedicina, en contacto directo con el Hospital Central de la Defensa.
El pingüino, el animal estrella de la isla
En isla Decepción nunca ha habido población humana nativa, aunque tuvo gran trasiego en el siglo XIX por la actividad de compañías balleneras británicas y cazadores de focas noruegos. Incluso, en la conocida como Bahía de los Balleneros, hubo varias factorías flotantes para el despiece de ballenas.
Los pingüinos forman parte del paisaje, “el animal estrella de la isla”, sobre todo el barbijo. Juan Jiménez Andújar señaló que en la isla existen “cuatro pingüineras enormes, con unos 200.000 pingüinos cada una en época de cría”, que coincide con el periodo en el que estarán en la Antártida, “desde diciembre hasta mediados de marzo”.
Poco tiempo de ocio y festejos tendrán los componentes de la Campaña Antártica esta Navidad, pues trabajan desde las ocho de la mañana hasta las diez y media de la noche, momento en el que aprovechan para jugar a las cartas o echar algún campeonato de futbolín. Sin duda, habrá algo de celebración, pero el “banquete” tendrá sobre todo comida congelada recalentada y algún producto fresco que les reponen cada 15 días.
Con sus familias, la compañía del que nació como Refugio Observatorio Vulcanológico sí tendrá contacto directo, pues incomunicados no están y esta información es prueba de ello. El subteniente confirma que existe satélite del Ministerio de Defensa, de manera que toda la compañía puede realizar videoconferencias y el contacto con las familias vía Whatsapp es permanente.