Los dieciséis primos que llevaron ante la Audiencia Provincial a otra prima, por la presunta estafa de más de 180.000 euros a una tía nonagenaria en Ciudad Real, no recurrirán la absolución de la acusada, M.R.P.C., juzgada a mediados de marzo en la sección segunda.
La fiscalía acusó de estafa agravada y solicitó cinco años de cárcel para la acusada, que ha mantenido su inocencia desde el principio del pleito, en el año 2022. La acusación particular acusó de apropiación indebida agravada, y también pidió cinco años de prisión, además de las costas, que el tribunal ha declarado de oficio.
La sala falla que no ha probado que M.R.P.C. cometiera una estafa informática al usar de manera fraudulenta las tarjetas bancarias de la anciana, el tiempo que estuvo a su cuidado o cuando frecuentaba su casa, en el periodo 2015-2018, cuando falleció con 94 años.
Deterioro cognitivo leve y principio de Alzheimer
La nonagenaria P.C.G. fue diagnosticada en 2012 de un deterioro cognitivo leve que le afectaba a la memoria y en 2015 de un posible inicio de demencia tipo Alzheimer que puede estancarse y en cuyos inicios no implica que la paciente no pueda tener autonomía de decisión, considera probado el tribunal. “En 2016 se le diagnosticó disnea, que no implica imposibilidad de salir a la calle y llevar una vida normal con ayuda, y en 2018 adenocarcinoma gástrico pobremente diferenciado, enfermedad que la llevó a su fallecimiento”, dice textualmente la sentencia.
Además se considera probado que la fallecida contrataba productos de ahorro de forma regular con entidades financieras con plena capacidad de obrar.
Retiradas en efectivo y pagos en comercios y bares
Respecto a las retiradas de efectivo, compras en comercios y bares que aparecen en los extractos bancarios de sus cuentas, que según las acusaciones serían incompatibles con su estilo de vida y su situación cognitiva y física, el tribunal dice que no se ha podido formar una opinión concluyente para condenar a la acusada, “el plenario fue testigo de dos versiones contradictorias”, dicen, por un lado la de los querellantes, que decían que la fallecida una mujer que no tenía una vida ostentosa porque era muy ahorradora; y por otro la de que era una persona muy generosa y que hasta el último momento gestionó sus bienes con ayuda de familiares de forma autónoma.