Todo un universo de minuciosos detalles se halla en las obras de la torralbeña Orfebrería Orovio de la Torre que, a golpe de cincel y martillo sobre el metal durante tres décadas y unos sublimes acabados, es actualmente referente del arte sacro en el país, con clientes también en otras latitudes como Estados Unidos, Italia, México o Panamá.
“Nuestros trabajos están repartidos desde Bilbao a Sevilla, desde Badajoz a Valencia, por toda España”, describe Ramón Orovio, que rememora cómo hace treinta años su padre inició la andadura de esta empresa familiar como autónomo en un local “muy chiquitito”, de apenas cincuenta metros, donde empezó a recibir encargos sobre todo de faroles para Hermandades ciudarrealeñas como las de Jesús Nazareno, el Prendimiento y la Santa Cena.
“A partir de ahí, empezamos y, cada vez, el nivel de exigencia que nos pedían era mayor, más comprometedor” con encargos desde otros puntos de dentro y fuera de la provincia. “Fuimos tirando para adelante con mucho trabajo, tesón y entusiasmo, afrontando pedidos de mayor envergadura” en un ‘in crescendo’ progresivo que convirtió sus actuales amplias instalaciones en “las mayores en este ámbito” con una plantilla muy especializada de veinte personas, lo que “nos hace producir muchas piezas todos los años”.
“Trabajar con mucha humildad, pensar que la obra maestra aún está por llegar”, el afán de superación y volcar idéntico cariño a todos los encargos, independientemente del presupuesto o lugar al que va destinado el producto final, son señas de identidad de esta orfebrería que, a diferencia de otras que cuentan con talleres externos auxiliares para trabajos como carpintería metálica o de madera e incluso el bañado en oro o plata, realiza de forma integral los trabajos con un personal “muy cualificado” en cada uno de los procesos.
Situadas sus naves con los talleres, oficina y zona de exposición de trabajos en la calle La Cuerda de Torralba de Calatrava, “tenemos unas instalaciones muy bien preparadas”, pero, “sin lugar a dudas nuestro mayor activo” es contar con “los mejores profesionales” en trabajos tan especializados, que son los que sacan adelante los encargos, sostiene Orovio, que destaca cómo gracias fundamentalmente a las Hermandades y las parroquias se mantienen vivos los oficios relacionados con la orfebrería, como ocurre de igual modo en otros ámbitos del arte sacro con la talla e imaginería.
Los proyectos de orfebrería empiezan por un dibujo que se desgrana en diferentes partes y se pasa al metal, habitualmente latón -aunque puede que se requiera que vaya directamente en plata u oro-, que se repuja, al que se le da el relieve y cincela para “sacarle todo el detalle”, para luego ir ensamblando y soldando las piezas con el trabajo de lampistería y “sacado de fuego”, tras lo que llega el pulido y la terminación en el baño de plata y en ocasiones dorada con recubrimiento de oro.
Una vez realizado el baño en el material precioso, se procede a su limpieza o darle una pátina para que, por ejemplo, la plata no quede en exceso “rutilante” y se inspecciona para que “todo esté perfecto”, cuidando con esmero hasta el más mínimo detalle.
De estilos próximos al barroco, aunque también las hay renacentistas y góticas, “sin menoscabar la calidad de los materiales y acabados”, se busca la máxima belleza y esplendor en estas piezas de arte sacro para que “impresionen, llamen la atención”, teniendo en cuenta que son “una expresión de fe. Cuando alguien encarga una corona, paso o candelabro lo está haciendo para el Señor, y para Dios, lo mejor”, sostiene Orovio, que resalta el objetivo de que sus trabajos, como ocurre con las piezas que les llegan para restaurar, “perduren en el tiempo. Que cuando pasen décadas e incluso siglos este trabajo siga hablando de nosotros”.
Se trata de la “mayor recompensa que podemos tener en este oficio que requiere de mucha dedicación, tesón y constancia. El dinero es necesario porque es la forma de sobrevivir pero la satisfacción mayor no es la económica, sino el trabajo bien hecho y saber que perdurará en el tiempo”, que quedará “vivo nuestro trabajo y recuerdo. Eso es un privilegio que tenemos y debemos de aprovechar”.
Se suele decir ‘me ha quedado niquelado’, pero eso no llega a lo que ‘se mueve’ en esta orfebrería, donde la mayoría de las piezas terminan bañadas en metales ‘rey’ como el oro y la plata, constata Orovio, que resalta cómo el trabajo con el metal “no es nada fácil, tiene sus comportamientos. En el momento en el que lo empiezas a trabajar, el metal parece que cobra vida y comienza a ir para donde quiere y te tienes que pelear con él para ir llevándolo a tu terreno”.
“Orgulloso de todas las piezas” que han salido de su taller a lo largo de estos treinta años y con el “pellizco de que la faena soñada todavía no está realizada”, Orovio cita, entre otras grandes obras que ha realizado, “un trono para Málaga con mucho volumen y bastante complejidad por el tamaño y exigencia del trabajo” y, más recientemente, un sagrario en plata de ley todo él para la ermita del Cristo del Consuelo, patrón de Torralba.
Cálices, sagrarios, copones y custodias son algunas de las obras que se realizan en Orovio de la Torre para parroquias y conventos, y para las hermandades desde la Cruz de Guía y faroles hasta los pasos de Misterio, como el de la Coronación de Espinas de Ciudad Real, concentrándose buena parte de los trabajos en los pasos de palio con obras que van “desde respiraderos, varales, jarras, candelabros y peana hasta la corona de la Virgen”.
Aunque la gran mayoría de los encargos son de arte sacro, también los hay de orfebrería artística civil para rehabilitaciones de edificios históricos, gabinetes de decoración y trofeos como los que elabora del Campeonato de Motociclismo de Jerez de la Frontera o las Rosas de Pasión de la Cadena Ser.
Dos años de calvario y otro de tránsito
Los dos años de pandemia han afectado en gran medida a la orfebrería por, sobre todo, el parón “en seco” de la actividad de las Hermandades. “Habrá habido sectores tan afectados como el nuestro, pero más no lo creo”, señala Orovio, que asegura que han “podido sobrevivir”, con una actividad reducida a entre el veinte y veinticinco por ciento respecto a la anterior al Covid, gracias a “la protección de los Ertes” y los encargos que les han seguido llegando en cierta medida de parroquias y conventos.
Las Cofradías, “en stand by”, ya no solamente no han podido en estos dos años hacer sus procesiones sino tampoco otras muchas actividades como verbenas, casetas de feria, conciertos u obras de teatro que les ayudan a generar dinero para poderlo invertir en este tipo de piezas, comenta Orovio, que percibe la llegada de la Semana Santa de 2022 con ilusión y esperanza, con el pensamiento de volver a recobrar poco a poco “la velocidad de crucero que traíamos antes de la pandemia”.
Cree que “esa recuperación se va a producir pero es necesario que vuelvan a tener plena actividad, a salir a la calle, ya no solamente las Hermandades de Semana Santa”, que es su “campaña más fuerte porque hay muchas procesiones en todas las poblaciones”, sino también las Hermandades de Gloria, las fiestas de los patrones y patronas y romerías que también les “aportan mucho trabajo”.
Aunque han realizado recientemente relevantes encargos como, por ejemplo, un paso para la Virgen del Rosario del municipio toledano de Navahermosa o respiraderos para las localidades jiennenses de Linares y Úbeda, muchos de los estrenos que se van a ver este año en la Semana de Pasión se corresponden con los que estaban previstos para la Semana Santa de 2020 que se quedó “en puertas”, sin que las hermandades, tras el parón del Covid, hayan tenido tiempo para reactivarse y afrontar nuevos proyectos, entre otras cosas, porque hasta hace un par de meses la situación sanitaria era de mucha incertidumbre.
Los cofrades se han convencido de que la Semana Santa de este año “iba para adelante hace prácticamente un mes”, estima Orovio, que destaca que a las dificultades originadas por la pandemia en el sector ahora se suma el encarecimiento, por un lado, de la luz y, por otro, de las materias primas. “Estamos teniendo problemas para ciertos materiales tan básicos como comprar láminas de latón que es una de nuestras materias primas principales y lo que encuentras en el mejor de los casos es a unos precios desorbitados que pueden ser el triple de lo que nos costaba hace unos meses”.
Colchonero y “cholista”, reconoce la complejidad de los momentos actuales, aunque también señala que “nos hemos acostumbrado a torear con esta difícil situación” después de dos años de vía crucis, de calvario con la pandemia, y “más los que somos del Atleti a quienes el Cholo lleva diez años inculcándonos que esto tiene que ser ‘partido a partido’, con lo que llevamos ventaja sobre los que no son atléticos”, asume con buen humor y confianza en que los diversos condicionantes que influyen en el sector mejoren.
“No nos falta trabajo”, pero “contamos con una infraestructura para atender una cantidad de pedidos que ahora no es tan grande”, siendo un problema de cara al presente y futuro, porque no se encuentran trabajadores tan especializados, reducir una plantilla muy cualificada, con muchos años de formación, en la que “cada uno es el mejor en lo suyo”, con lo que “tenemos que intentar hacer piña ahora más que nunca, luchar por ello y sacar adelante la situación de la mejor forma”.
“Que vamos a volver a lo de antes, estoy convencidísimo de que sí, pero necesitamos un período de adaptación”, ver las secuelas que han quedado respecto a lo que ha sucedido, y un tránsito que comienza con que en este año todo vaya volviendo a “la normalidad”.
