Una detective privada espió en mayo del año pasado a la presunta víctima de la violación de Porzuna. La profesional ha testificado en el juicio que se sigue en la Audiencia Provincial contra el presunto violador, V.G.R., de 21 años, a propuesta del abogado de la defensa Francisco Víctor, que pide la absolución.
Ha explicado que siguió a la muchacha –se supone que contratada por la familia del acusado- y la fotografió participando en las fiestas de san Isidro de 2018 y otros eventos sociales de Porzuna los días 12, 15 y 25 de mayo de ese año, un mes después de la denuncia. Además hizo una comprobación del tiempo que se tarda en llegar a la zona de la quesería a pie (el lugar de la supuesta agresión), desde el sitio del parque en el que los jóvenes quedaron en verse la madrugada de la presunta violación, el 15 de abril.
La chica intentó seguir con su vida
La presidenta del tribunal que juzga el caso en la sección segunda, Carmen Pilar Catalán, ha aceptado oír a la detective como testigo, pero ha advertido antes que la considera una prueba innecesaria: “La joven ya dijo ayer que siguió con su vida social”. La acusación particular que ejerce la perjudicada no se enteró de estos espionajes hasta la fase de calificación del caso.
Quedaron de forma voluntaria
En la breve sesión de este miércoles han declarado también dos de los tres amigos con los que la denunciante estuvo horas antes de la presunta agresión sexual. Ambos han confirmado que la joven de 19 años, algo que ella misma reconoce, quedó voluntariamente con el acusado después de chatear por ‘whatsapp’.
“Se levantó y se fue con normalidad”, ha explicado la dueña de la casa en la que estaban. Ni ella ni el otro amigo leyeron el contenido de los mensajes, pero aseguran que la perjudicada y su amiga (declaró ayer) “estaban con el cachondeito”, chateando con el ‘Pollo’. El chico además presupone que la joven se fue de allí “para tener sexo con él, como otras veces”.
“Vengo de echar un polvazo”
Otro joven del pueblo, amigo tanto de uno como de otro, ha explicado que la madrugada de la presunta violación, la noche del sábado al domingo 15 de abril, se encontró sobre las tres de la madrugada al acusado en el parque (se supone que después de la agresión). “Le pregunté que de donde venía y me dijo que de echar un polvazo, pero no me dijo con quién”. Según este chaval V.R.G. estaba tranquilo, “normal”. Al día siguiente la presunta víctima le contó que había sido violada.
La defensa también ha llevado a declarar al joven que llevó a V.G.R. al encuentro de la presunta perjudicada. Ese sábado por la noche este chico y el acusado se encontraron en un bar, “él estaba todo el rato con el móvil”, hasta que le pidió que lo llevara con su coche a casa a por una chaqueta. De ahí lo trasladó hasta “la tienda de chuches del parque”, en la que había quedado con la denunciante. Por lo que este testigo apreció no hubo nada raro, “él se bajó, se acercó a ella, y se fueron caminando, como novios”.
No había videos sexuales en el móvil
Otro de los testigos de hoy ha sido el guardia civil que examinó el teléfono móvil del acusado y lo envió después al servicio especializado de la Guardia Civil. “No había ningún video de contenido sexual” (la chica dice que accedió a quedar porque la amenazó con difundir un video sexual suyo). El agente ha explicado a preguntas de las acusaciones que detectaron tres archivos borrados el 8 de abril.
V.R.G., en prisión preventiva desde el 17 de abril del año pasado, después de la denuncia de la muchacha, a las pocas horas de la relación que él dice que fue consentida, se enfrenta a penas que oscilan entre los 11 y los 15 años de prisión por los delitos de agresión sexual y amenazas.
Las indemnizaciones oscilan entre los 12.000 euros que solicita el ministerio fiscal por el estrés agudo y el daño moral, y los 15.000 que pide el abogado de la acusación Ángel Rico.
El juicio, que siguen muchos amigos del investigado, dándole ánimos y apoyo, continuará este jueves con las pruebas periciales.