El 24 de agosto de 1973 Daniel Lillo, Nemesio Campos y Jacinto e Ignacio Macías, vecinos de Albaladejo que roturaban la finca de Justo Leal descubrieron unos extraordinarios pavimentos romanos que los arqueólogos excavaron después. Empezaba así la historia moderna de Puente la Olmilla, una de las más grandes y lujosas villas romanas del bajo imperio (entre el siglo I y el V) descubiertas en la provincia de Ciudad Real.
En Puente la Olmilla se extrajeron en las décadas siguientes 238 metros cuadrados de mosaicos de pavimento polícromos que adornaban algunas de las estancias, verdaderas joyas patrimoniales sometidas a años de abandono y expolio.
El mosaico de los leopardos
Casi cuarenta años después de su descubrimiento, solo 35 metros están controlados y restaurados. Uno de esos mosaicos, el de los leopardos, se conserva en el Museo Provincial de Ciudad Real, pero nadie sabe que fue del bellísimo mosaico de los cuatro vientos, robado en algún momento de los años noventa, un claro caso de expolio del que solo quedan documentos fotográficos.
Recuperar el control de ese ingente material que ha pasado décadas abandonado a su suerte, se ha convertido en el objetivo principal de un nuevo equipo arqueológico dirigido por los arqueólogos Manuel Moreno (Universidad de Córdoba), José Luis Fuentes (Universidad de Granada) y Luis Benítez de Lugo (Universidad Autónoma de Madrid), que varios años después de vallar, limpiar y preparar el terreno (2016), han vuelto a excavar en Puente la Olmilla.
El museo de la musivaria
El objetivo ahora, con el apoyo financiero del Ayuntamiento de Albaladejo y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, es recuperar esta villa para el disfrute de los vecinos de Albaladejo; restaurar lo que se pueda y abrir un museo de la musivaria (técnica artística que crea pavimentos en el suelo a base de mosaicos), con las principales piezas encontradas en sus estancias. La idea es que tome forma en 2023, cuando se cumplan los cuarenta años del descubrimiento.
“Queremos abrir un centro de interpretación de la villa y la musivaria de toda la provincia, como opción visitable en 2023, en el lugar que es el máximo exponente de cómo se construían y para que servían los mosaico en las viviendas romanas”, señala el arqueólogo José Luis Fuentes.
Restaurar, cubrir con techumbre y proceder a reintegrar esos mosaicos, depositados en diferentes lugares (Museo de Ciudad Real, Casa de la Cultura de Albaladejo, museo local de Alhambra y Escuela de Conservación de Bienes Muebles de Madrid), forma parte de la “voluntad política y administrativa”, subraya Fuentes, en pleno proceso de “devolver ese brillo a esta villa romana”.
Vasos de Vicarello
Hablar de Puente de la Olmilla es hacerlo de una de las villas romanas más lujosas del territorio meridional de Castilla-La Mancha. En este enclave a las afueras de Albaladejo se levantó en torno al siglo I después de Cristo un palacete que en realidad era una entidad de producción y vida en la época del bajo imperio romano.
El palacio rural de Puente la Olmilla estaba inserto en la naturaleza, pero al pie de la vía de los Vasos de Vicarello, una auténtica autopista de la antigüedad que utilizaron íberos, romanos y cartagineses para comunicarse con Andalucía y el Mediterráneo. Era una vía de comunicación troncal entre Hispania e Italia desde el s. I a.C. En tono a ella proliferaron cientos de ricas residencias rurales.
“Un ejemplo de la riqueza de esta vía lo constituyen los importantes establecimientos vilicarios que en torno al camino se erigieron entre Mentesa Oretana (Villanueva de la Fuente) y Mariana (Puebla del Príncipe); las villas romanas de Casa Paterna y Puente de la Olmilla en Albaladejo, El Calvario y La Ontavia en Terrinches, representan a la perfección la explotación del territorio en el ámbito rural en época romana, articulado a través de la figura de la villa, y no como construcción o residencia de campo, sino como entidad autónoma de producción agropecuaria”, afirma Fuentes.
Mil metros cuadrados excavados
Los arqueólogos han podido documentar que Puente la Olmilla, habitada sucesivamente hasta el siglo V, tiene una superficie excavada de algo más de mil metros cuadrados, en los que se distribuyen cuarenta y cinco estancias o ambientes diferentes.
Su planta octogonal se desarrolla en torno a un amplio peristilo (patio), un diseño evolucionado del siglo I hasta el V, fecha de su posible abandono.
De los mosaicos destacan los pavimentos del conocido como ‘ambiente 2’: mosaico de los leopardos, con un emblema de temática aún indeterminada, con tres casetones en los que se presentaron dos leopardos polícromos. El ‘ambiente 4’ aportó restos de un pavimento polícromo en tessellatum que representaba a los cuatro vientos (expoliado). El ‘ambiente 1’, reproducía un rico pavimento del tipo alfombra, con motivos geométricos, esvásticas, nudos de salomón, coronas de dos cabos, así como múltiples elementos propios de la musivaria típica de hacia finales de los siglos III y principios del siglo IV d.C.
Los corredores de la zona del peristilo también se hallaron decorados con suelos geométricos, así como la estancia quince, en la que se documentó un ambiente absidado con un panel geométrico y otro formando por un mosaico en forma de venera de estilo alegórico y que podría estar relación con su uso como dormitorio o capilla.
En un ambiente de lujo y ostentación
“La vida de los propietarios, esclavos y sirvientes que habitaron este impresionante palacio rural, transcurría en un ambiente apacible de lujo y ostentación, en un momento complejo para el desarrollo de la vida urbana”, subraya Fuentes (en torno al siglo III), por lo que sus propietarios decidieron establecerse en ella para producir grano, vino y aceite, los tres productos estrella del modo de vida mediterráneo.
Los trabajos arqueológicos que empezaron en el año 2016 (vallado, limpieza, evacuación y primer estudio tridimensional), han tenido continuidad con este equipo en 2019, con una subvención de 18.000 euros del Gobierno regional (campaña arqueológica) que ha permitido volver a limpiar, empezar la excavación e iniciar un nuevo proyecto de investigación que cristalizará en 2023.