Esta lacra social, la violencia de género, ha servido de inspiración y de reivindicación a lo largo del tiempo en las diferentes manifestaciones artísticas que los y las artistas reflejan en sus obras. En el caso de ARTFEM en Puertollano –formada por 42 mujeres artistas de diferentes disciplinas- no es ajena a la realidad y los problemas sociales y, en muchas ocasiones, sus proyectos artísticos están relacionados con este tipo de problemas o con otras formas de violencia de género que no es, directamente, el maltrato físico o psicológico, pero que estas mujeres así también los sienten.
“Existen muchos tipos de violencia de género, porque cuando hablamos de esta violencia parece que siempre hablamos de maltrato, pero existen también otras formas de violencia contra la mujer”, puntualiza Laura Noguero, una de las mujeres artistas de Artfem en Puertollano. De hecho Laura ha plasmado en muchas de sus obras aquellos problemas, estereotipos a los que se enfrenta la mujer y otros conflictos internos: los sentimientos se proyectan sobre las obras artísticas y éstas, a su vez, sirven en muchas ocasiones de reflejo para aquellas personas que están viviendo también estos mismos problemas.
La violencia de género y el arte con reivindicaciones feministas ha estado presente en algunas de las muestras de las que ha formado parte Artfem. Así, Estefanía Sanz explica que se hizo una exposición en el Café Cultural Macondo con diferentes socias de Artfem –Rebeca Líbera, Tamara Incertis, Inés Rivilla y Laura Noguero- que sí mostraron sus obras relacionadas con la violencia de género junto con otras artistas que también aportaron su obra en una muestra auspiciada por Hartikas. Precisamente Laura Noguero ha reflejado a través de sus obras algunas temáticas feministas y ha criticado algunos cánones que las mujeres tienen que seguir y que les provocan problemas personales, es el caso, por ejemplo, de los trastornos alimenticios, un problema considerado como otro tipo de violencia de género hacia el cuerpo de la mujer que tiene que seguir los cánones marcados por la sociedad, “estereotipos que a las mujeres ahoga” y en el que la delgadez prima sobre otras cuestiones saludables y se crean “los perjuicios por conseguir esos cánones en las mujeres, es otro tipo de violencia hacia las mujeres”.

Un desahogo y liberación
Las experiencias personales de estas mujeres artistas acaban plasmándose en el arte como una forma de “desahogo y liberación” y en el caso de la violencia de género casi todas las mujeres artistas lo plasman en sus obras en algún momento de su trayectoria porque “o lo vives tú o lo vives de cerca y necesitas plasmar tus sentimientos, el arte es la expresión del alma, de las emociones”, matiza Laura Noguero.
Elena Ramírez de Arellano es otra de las componentes de ARTFEM en Puertollano y cuenta, a través de su experiencia personal, que el hecho de dedicarte al mundo del arte no conlleva que tengas un sustento económico como lo podemos concebir con cualquier otro trabajo y esto hace que el desarrollo personal tampoco sea tan grande como en otras esferas profesionales, por lo que se pregunta si esta situación se puede encajar como algún tipo de violencia de género o cómo se encasillaría esta situación.
Ramírez de Arellano pone sobre la mesa que el nombre de su marca Sindedal Creaciones viene dado por una crítica que le hacía siempre su abuela cuando la veía bordar sin dedal –algo inimaginable en las academias de costura de la época- y aquella frase que muchas generaciones habremos escuchado de “bordar sin dedal es de guarras”.
El hilo del tiempo
Precisamente para romper ese estereotipo marcado por una forma concreta de coser Elena pone nombre a toda su trayectoria y experiencia artística, “es una forma de reivindicar, era una forma de rebeldía, técnicas muy estereotipadas de la mujer bordadora, tierna, muy dulce, no, ahora hay otra forma de realizar también esos grandes bordados sin los encorsetamientos, en rebeldía y reivindicación, es otra forma de hacer y ver las cosas y para que nuestras niñas no se instalen en unos estereotipos que te digan cómo tienes que ser”. Y es que en el arte textil los estereotipos para las mujeres han sido muy grandes ya que se veían obligadas a aprender a bordar como visión de futuro, ahora Elena lo hace por amor a su arte, cambiando la forma de ver los bordados antiguos hacia un modo de expresión en la actualidad. Una tradición de mujeres que ahora Elena lo utiliza también a modo reivindicativo.
Las inspiraciones a través del arte textil son diferentes, porque tienen que utilizar el volumen como punto de partida en sus obras. Sin embargo, Elena es consciente de que también lleva adelante “el hilo del tiempo para llevarlo hacia el día de hoy, utilizar esas técnicas que antes eran esclavistas a una transformación de la mujer utilizando esas técnicas para construir algo nuevo”. En todas esas décadas pasadas de mujeres bordadoras y modistas que tenían entre hilos su vida también estaba presente, aunque de una forma muy callada, la violencia de género. Ahora estos mismos hilos pueden servir como puente y nexo de unión para sacar a la luz estos temas sociales y reivindicar el importante papel de la mujer en la sociedad.

Reflejarse en estas obras
El arte puede ser una herramienta de lucha contra la violencia de género, una forma de visibilizar este problema. Además, el hecho de que algunas mujeres que sufren maltrato se pongan delante de su propia problemática y la pueda ver a través del arte puede ser importante. Así se trata de “que te sientas reflejada e identificada, cuando ves una obra, con esa problemática que la propia obra está reflejando”, explica Estefanía Sanz, “estas mujeres también pueden ver ahí algo que no habían visto por sí mismas, quizá despertar esos sentimientos y hacerles ver que se puede tener una vida mejor”.
Elena considera que los niños y las niñas de hoy tienen que conocer artistas multidisciplinares, artistas que abarquen todas las disciplinas y que desde la educación también se haga ese trabajo. En este sentido pone el ejemplo de Lara Lars, una mujer joven, ilustradora, gallega, que transforma la mujer florero en una mujer heroína y destaca la importancia de que eso también lo conozcan en el entorno educativo, “creo que es fundamental para no repetir patrones ni estereotipos de antaño”.

Y es que, el hecho de ser mujer hace que en muchas ocasiones haya sido difícil despuntar en el arte y ser conocidas y reconocidas, algunas artistas así lo han vivido y sufrido. Sin embargo, las generaciones siguen adelante y viven tiempos diferentes, por eso estas mujeres de ARTFEM cuentan que delante de ellas ya ha habido mujeres que han sufrido esa invisibilización y ellas consideran que estas mismas mujeres ya les han abierto algunas puertas y que lo tienen más fácil, aunque los datos digan lo contrario y ponen como ejemplo que en las galerías de arte o en las exposiciones individuales tienen más carencia la presencia de la mujer, “a nivel personal creo que hay un mundo grande que se ha recorrido, pero también hay un mundo enorme por recorrer”.
Artfem trabaja sobre todo en Puertollano, aunque el arte de las mujeres asociadas a la misma traspase las fronteras de lo local hacia otras de mayor amplitud. Sin embargo, en la esfera local critican que se esté dando mucha más relevancia o proyección a los hombres artistas o que sean más conocidos los nombres de los hombres que los de las mujeres. Así esgrimen que muy pocas de estas mujeres –que también las hay- cuentan con ese reconocimiento, “mujeres mayores de cincuenta años que tengan una larga trayectoria artística también las hay y no se les ha hecho un reconocimiento como Graci Arias, Ana Mª Leal o María Navas, por citar solo algunos de estos nombres, sí se ha hecho este reconocimiento a otros hombres”.
Un arte curativo
En ARTFEM tienen muchos proyectos en mente para llevar a cabo, que poco a poco se van materializando, uno de estos proyectos también está relacionado con las mujeres que han sufrido algún tipo de violencia de género porque a través de un taller artístico también podrían tener su carácter curativo, como una forma de arteterapia, porque está comprobado que hay casos de mujeres que se ayudan del arte para salir de esa situación en la que se encuentra.
Además, el trabajo a nivel grupal también está demostrado que ayuda a volver a reencontrarte contigo misma, porque el arte es un reencuentro contigo misma, “a través de la creatividad, no hace falta ser artista, cada uno puede sacar su parte más creativa y a la vez que sale esa creación también salen a flote los sentimientos, te reconstruyes y vuelves a ser”, matiza Ramírez de Arellano.
ARTFEM sigue adelante con sus actividades, las próximas que ya están programadas es la presentación de un libro de Virginia Herrera, “Una tarde cualquiera”, será en el Café Macondo. Además, Estefanía Sanz ya está preparando en Ishvara Yoga una muestra con sus retratos de mosaicos. En enero también está prevista la presentación de “Katrina” de Noelia Frutos. Todo un abanico de actividades culturales para seguir dando visibilidad a la mujer y a su arte.