Este jueves 26 de abril, fue premiada con un reconocimiento a nivel nacional, Claudia Gómez Muñoz, siendo para la Asociación Regional de Químicos (ARQUICMA) motivo de satisfacción, ya que forma parte de esta asociación.
Claudia Gómez sorprendió con su buen escribir, capacidad de síntesis, redacción y lectura, durante la cena de San Alberto del pasado año, donde tras el homenaje realizado a su padre, Alberto Gómez Sánchez, leyó a todos su carta de agradecimiento para los socios de Arquicma, en aquella ocasión, tuvimos la suerte de descubrir a una persona con esas capacidades, no dejando a nadie de los presentes indiferentes.
Claudia, estudiante de 1º Bachillerato de Ciencias Tecnológicas del IES Galileo Galilei, ha sido galardonada por su posición finalista nacional en un concurso del Ministerio de Defensa y la Subdirección General de Reclutamiento y Orientación Laboral, que trataba de escribirle a un militar una carta en la que se le demostrara su apoyo, agradecimiento y sentimiento hacia su trabajo, de una manera atípica a lo que se les suele decir. Tras el envío y selección de trabajos, quedó su carta finalista nacional.
La entrega de este premio ha sido llevada a cabo en la Subdelegación de Defensa en Ciudad Real con la presencia del Capitán de Corbeta Luis Fernández Borra, del Director Provincial de Educación, Cultura y Deporte, Francisco Navarro y del subdelegado de defensa Juan Manuel del Hierro Rodrigo.
CARTA DE CLAUDIA GÓMEZ
Claudia Gómez Muñoz
1ºBachillerato A
IES Galileo Galilei
POR TI, A TI
A ti, soldado. Ya que tengo el honor de transmitirte todo aquello que pueda, aprovecharé el momento.
No sé cómo empezar esta carta, porque no te conozco a pesar de que tú sí me conoces.
Sí me conoces y sabes de mis ganas de vivir tranquila; es por ello por lo que decidiste sacrificar tu tranquilidad por la mía y por la de aquellos a los que vas a ayudar en tierras tan lejanas de tu patria, como Irak o Afganistán. Muy lejos de lo tuyo, pero muy cerca de los tuyos. Porque llevar nuestra bandera en el uniforme no es llevar una insignia, es llevar el orgullo de saber que, estando tan lejos, nos defiendes de lo que a todos nos aterra: la muerte, la guerra.
Haces de valores que llevamos dentro tu insignia, y tú haces que de tu valentía hagamos nosotros el orgullo de teneros. Porque es orgullo, y no vergüenza, lo que se siente al hablar de los militares españoles que ayudan allí donde están; porque es orgullo, y no vergüenza o indiferencia, lo que siento al oír hablar de ti. Porque es rabia, y no condescendencia, lo que siento cuando no se te honra, cuando se te aparta como si no fueras nada.
Como si no fueras uno de los mayores exponentes de lo que es España, demostrando que las fronteras de nuestro país no existen cuando se trata de cooperar y darlo todo por el otro. Allí donde estáis y donde habéis estado, demostráis siempre el orgullo que sentimos al saber que estamos en buenas manos.
Representáis mucho de lo bueno que tiene nuestro país. Solidaridad, respeto e igualdad no sólo son palabras para vosotros, son vuestra verdadera bandera, la que confecciona la rojigualda que brilla más cuando va en vuestros hombros. Juras morir por nuestra bandera, porque sabes que detrás de ella estamos nosotros, está todo lo que hemos construido y por lo que merece la pena luchar, la libertad de todo un país y de su gente.
Aunque no lo digas, porque ése es otro de tus logros, no necesitas decir que eres grande para que sepamos que lo eres. La humildad con la que vestís el uniforme que decoráis con vuestra profesionalidad es vuestra mayor medalla.
No sabía cómo empezar esta carta para ti, pero sí sé cómo terminarla. Dándote las gracias.
Gracias por ser el incansable defensor de aquello que nos hace grandes dentro y fuera de nuestro país, por ser el ejemplo de trabajo, sacrificio y valentía. Gracias por acompañarnos en la defensa de todo cuanto merece la pena, y en la conquista de lo que a veces se considera perdido, el tremendo orgullo de sentirse español.
Por tierra, mar y aire, en Oriente y con nuestros hermanos americanos, en el frío este de Europa o en el África más profunda, nunca te rindes, y sabes que no estás solo. Tienes detrás a todo un país que, aunque no te lo diga, te quiere, aprecia y agradece lo que haces por él.
Discúlpanos por no saber apreciar tu trabajo y el riesgo que supone cada día el sacrificio que haces por nosotros; espero que esto no te haga olvidar que te sentimos como un hermano y que te queremos como tal. Aunque no lo digamos, empezaremos a decirlo.
Reiterándote mi más cordial saludo y confiando en tu profesionalidad, me despido.
Gracias por tu atención.
Claudia.