Son personas sin techo, personas que viven a diario en la calle, personas que pierden su ilusión, su autoestima y sus ganas de vivir, pero desde el Centro de Transeúntes Virgen de Gracia siguen apostando por ellos, por esos “invisibles” ante la sociedad. Este centro ha cumplido veinte años de andadura, de tesón y de trabajo diario y lo ha hecho atendiendo en todo este tiempo a más de 3.500 personas.
A lo largo de este año 2018 han sido un total de 227 personas las que han pasado por el mismo, de las cuales un total de 48 han elegido entrar en un proceso de adaptación a la vida social y de reinserción en la sociedad. Una cifra muy alta la que este año ha elegido “el camino más difícil” pero en el que ponen todas sus fuerzas para poder conseguir su reto final: salir de la calle.
Carmen López, trabajadora social del centro, explicaba que hasta el mes de junio han pasado por el centro un buen número de personas, de éstas tan sólo 12 eran mujeres, por lo que las personas sin techo tienen, en su mayoría, rostro de hombre. Hombre de entre 45 y 60 años, de nacionalidad española, de la región que llama a la puerta de este Centro de Transeúntes para pasar alguna noche y, gracias al trabajo de todos los que realizan labores en el mismo, aceptan buscar una nueva vida.
Para poder sacar adelante este Centro de Transeúntes, construido en el momento de la Coronación de la Virgen de Gracia, son muchos los voluntarios que pasan por estas instalaciones para poner su pequeño granito de arena, hasta un total de quince, y otras ocho personas que trabajan de manera directa en el mismo.
Las personas que deciden seguir en el centro y encontrar una nueva vida participan en diferentes talleres que les mantienen ocupados como manualidades, recuperación de la memoria, realización de un periódico, ejercicio como andar o jugar a la petanca para mejorar la salud que llega deteriorada después de estar tiempo en la calle o debatir tras la visión de algunos documentales que sacan temas a la luz para poder encontrar una respuesta.
“La vuelta a la vida normal al principio es difícil, las adiciones son difícil de superar, las personas si llevan 20 años en la calle tienen que volver a adaptarse a la convivencia, a las normas, a ajustar horarios y esto les resulta muy complicado”, indicaba López, quien además subrayaba que tienen que “ser capaces de tener un porvenir y entusiasmarse en él, ver que ese porvenir es bueno, pero tienen mucho miedo a qué va a ser de ellos cuando estén fuera”.
Un trabajo digno de elogiar porque en el Centro de Transeúntes de Puertollano se trabaja con las personas más deterioradas, pero aún así encuentran las ganas y la esperanza de poder seguir adelante para seguir ayudando a miles de personas más.