Los nueve adoquines con el nombre de los nueve puertollanenses víctimas del Holocausto ya están para la posteridad junto a la fachada del antiguo Ayuntamiento de Puertollano, actualmente Museo Cristina García Rodero.
Los nueve adoquines se han instalado en este lugar como símbolo de su antiguo Ayuntamiento, el que ellos conocieron, y además junto a la fachada para no ser pisados por ningún viandante. Los nombres y el recuerdo emocionado y emocionante de Jerónimo Domínguez Navarro, Canuto Rodríguez López, Onésimo Giménez Rodríguez, Francisco López Rodríguez, Andrés Rodríguez Molina, Gregorio Cantón Vieco, Francisco Escobar Ramírez, Santos González Barreda y Antonio Rosas Sánchez ya tienen su lugar en su ciudad natal, en Puertollano, de la que salieron y no pudieron regresar.
Tomás Ballesteros, investigador de Mapas de la Memoria, ha sido el artífice de llevar a cabo este homenaje a estas víctimas, “es un acto de justicia celebrar este 27 de enero la liberación del campo nazi de Auscwitch, los hombres de Puertollano murieron en Mauthausen y los liberaron el 5 de mayo de 1945, unos meses después del de Auswitch”, de estos nueve hombres tres murieron en este campo de concentración y otros seis pudieron ser liberados aunque no volvieron a su país. “Fueron luchadores por la libertad, por la democracia, los acabamos de homenajear” y afirmaba que “muchos murieron en los campos de batalla y otros murieron en Mauthausen que era conocido como el campo de los españoles”. Todos ellos tuvieron que exiliarse a Francia al perder la guerra en España.
Victoria Novalbos, sobrina de Jerónimo Domínguez, asistía a este acto en recuerdo de su tío; pocos recuerdos de su tío en la familia al ser un tema que poco se trataba, “todos se murieron pensando que no lo habían visto, él tuvo que huir a los 17 años y no volvieron a saber de él”, explica, aunque las fechas son borrosas para esta familia al ser un tema que poco se hablaba en el seno familiar, “han contado poco de él”. Un acto que para esta familia supone “una alegría, que por fin se reconozca algo que sucedió”.
Jose Antonio Rodríguez es hijo de Canuto Rodríguez, tenía 10 meses de vida cuando su padre se exilió pero su madre siempre le transmitió su recuerdo. “Mi padre estaba en Barcelona, era guardia de campo pero antes de terminar la guerra tuvo que exiliarse porque era del servicio secreto y tuvo que exiliarse a Francia, al llegar allí le dijeron: aquí hay dos caminos, o alistarse en la Legión francesa o ponerlo en la frontera española. Y ya sabíamos lo que pasaba, por lo que se alistó en la Legión francesa, cayó prisionero y lo llevaron a Mauthausen y allí lo gasearon en las cámaras de gas”. José Antonio Rodríguez recuerda que a casa no llegó ninguna carta, fruto de la censura, pero su madre conservó detrás de un cuadro el carné de guardia de Canuto Rodríguez y que sigue conservando con mucho mimo, el gran recuerdo de su padre.
Herminia Cantón, nieta de Gregorio Cantón, relataba emocionada los recuerdos de su abuelo. “Yo lo conocí y recuerdo que le tatuaron un número en el brazo, que cuando murió Franco mi padre lo trajo de vacaciones un año aquí pero estaba deseando irse porque tenía mucho miedo de estar en España”. Gregorio Cantón fue uno de los que logró salir con vida y ya permaneció en Francia, “siempre tuvo miedo de volver a España aunque hubiera muerto Franco”. Un acto que considera que es “toda una honra” para su abuelo.
Un homenaje para esos puertollanenses que estuvieron en el campo de concentración nazi de Mauthausen y donde vivieron las atrocidades de esta negra época histórica. Puertollano ya les rinde honores con los nueve adoquines con los nombres de cada uno de ellos.