Plaza de toros de Puertollano (Ciudad Real). Novillada sin picadores del certamen «Promesas de Nuestras Tierra». Algo menos de un cuarto de entrada.
Se lidiaron seis novillos-erales de La Quinta, bien presentados y de gran juego en general. Primero excelente, ovacionado en el arrastre. Segundo, enclasado y algo blando, premiado con la vuelta al ruedo. Tercero de embestidas más desordenadas. Cuarto bueno. Quinto de vuelta al ruedo por su bravura. Sexto bueno.
José «El Candela»: oreja y dos orejas.
Israel Aparicio: oreja y dos orejas y rabo.
Julio Norte: dos orejas y ovación.
Los tres novilleros salieron a hombros.
Hacía tiempo que queríamos volver a la plaza de toros más cómoda de la provincia de Ciudad Real.
Hablamos del coso de Puertollano. Demasiado tiempo sin toros hasta que ayer volvieron en forma de novillada sin picadores. Y muy buena, de La Quinta, con dos erales de vuelta al ruedo. Un festejo de los que, a pesar de ser sin picadores, hacen afición. Un encierro que, incluso con el molesto viento racheado, permitió torear y ver -o intuir- cosas de gran interés por parte de los novilleros que se enfrentaron a ella. Fundamentalmente a cargo de Israel Aparicio, quien, como sus dos compañeros, no se libró de ser volteado.
El novillero de Arenas de San Juan (Ciudad Real) evidenció una considerable evolución respecto al pasado año, a pesar de apenas haber visto los pitones de tres vacas durante invierno y primavera.
El primero de su lote, segundo de la tarde, fue más blandito que el gran primero, pero tuvo una calidad distintiva, y el ciudarrealeño estuvo al nivel por momentos, como en dos verónicas de pies asentados y muy lentas, y más tarde en fases de la faena de muleta. En el quinto, que resultó muy bravo, Aparicio brindó faena a su mentor, el banderillero Valentín Cuevas, quien cumplía años. El novillo, algo rebrincado pero muy bravo, se dejó mucho, y el de Arenas anduvo vertical, valiente y sereno, salpicando su trasteo de momentos -destellos- para ilusionarse con el futuro de este prometedor novillero. Además, rubricó su obra con una gran estocada al primer intento tirándose a matar muy de verdad, paseando un rabo.
El primero fue un gran novillo, sobre todo por el pitón derecho, yendo hasta el final por abajo. José «El Candela» lo llevó embebido por momentos aunque el tramo final hubo toreo menos limpio, siendo el novillo de revolución. No obstante, no debemos olvidar el escaso bagaje del alumno de la Escuela Taurina de Miguelturra. En el cuarto, el viento impidió que El Candela pudiera controlar capote ni muleta, aunque en el tramo final de la faena se entonó. El novillo iba donde lo llevaban, aunque reponiendo levemente.
El tercero fue el menos clase de la novillada, moviéndose más desordenado y humillando menos. Era más alto también. Lo mejor de la labor de Julio Norte, que pegó muchos pases, fue la gran estocada al primer intento. Lo demás, demasiado acelerado, dando pases sin saborearlos . En el que cerró festejo anduvo muy fácil aunque algo adocenado, fallando con la espada.