Son lo más llamativo de las investigaciones que se están realizando del Carbonífero de Puertollano, los llamados tiburones del Carbonífero y el investigador y biólogo Rodrigo Soler lo ha desgranado en la tarde de este viernes en una charla ofrecida en el Museo Cristina García Rodero de Puertollano.
Los trabajos mineros que se han llevado a cabo durante casi 150 años en la cuenca minera de Puertollano han permitido ir descubriendo los diferentes niveles estráticos estos tiburones, “los más completos han aparecido en los niveles bituminosos, entre la capa cuarta y quinta de carbón que se explotó en Puertollano hasta la década de los sesenta, en esos niveles se han encontrado organismos casi completos, por ejemplo en el pozo Calvo Sotelo”, indica Soler. Este material se llevó al museo británico y a Australia, allí se hicieron radiografías. A lo largo de toda la serie hay restos de estos tiburones, variando los taxones.
Así, existen diferentes tipos de tiburones que habitaron en el Carbonífero de Puertollano y que se encuentran bien conservados, incluso esqueletos completos, dientes, espinas, escamas o huellas y excrementos fósiles que han servido para ir avanzando en el estudio de los mismos y que han sido todo un referente internacional, “puedes ver los restos fósiles como organismos vivos que fueron y sacar toda la información biológica e interpretar esa información en modelos para saber cómo se reproducían por ríos o estuarios”.
Así, Soler mostraba una filogenia de los xenacántidos, que es uno de los grupos de tiburones que hay en Puertollano mostrando su evolución y dónde se encontraban los tiburones del Carbonífero de Puertollano. A través de estas estructuras se puede obtener el parentesco de los diferentes grupos y conocer cómo han ido cambiando a lo largo del tiempo. Además, “el material fósil de los tiburones de Puertollano es tan excepcional que se pueden cortar las espinas o los dientes y se puede estudiar la estructura esquelética de esos elementos y saber el crecimiento o si analizas la geoquímica saber cuál era la temperatura del agua”, explica.
Por otro lado, a través de la histología también se puede saber cómo crecían esos organismos, si eran seniles o no, si crecían rápido o no porque “hay tiburones chiquititos pero pueden ser seniles y luego hay depredadores como los xenacántidos de tres metros que crecían rápidamente con una dentición especial o tiburones que se alimentaban de moluscos y que la dentición demuestra que era así, además la simbiosis con la información geológica”, explica.
En cualquier caso los tiburones del Carbonífero de Puertollano son un elemento interesante no solo por su investigación sino por conocer qué sucedía en esta zona hace 303 millones de años.