En un mundo donde la población crece de forma tan acelerada que la arquitectura tendrá que aportar soluciones “radicales y poco apetecibles”, Rafael Moneo considera “casi como una fortuna” que en la España vaciada todavía existan territorios con baja densidad de población como La Mancha.
Así lo afirmó el pasado jueves en una entrevista concedida a Lanza minutos antes de recibir uno de los Premios de Arquitectura y Urbanismo de Castilla-La Mancha, entregados por el colegio profesional en el Paraninfo Luis Arroyo de la UCLM en Ciudad Real.
Para el arquitecto galardonado con el Premio Pritzker, considerado el Óscar de la arquitectura, responder a la superpoblación y a la sostenibilidad puede pasar por la vuelta de la ciudad al campo, y en ese contexto la arquitectura tiene que optar por “conservar, explotar, mantener y mejor todavía usar el patrimonio construido que tenemos”.
“La España vaciada, donde hay ciudades de tamaño medio hermosísimas y preciosas, nos permite enfrentarnos a los tiempos que vienen con más tranquilidad”, expresó el autor del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida y de la ampliación del Museo del Prado en Madrid.
La arquitectura manchega, un ejemplo de racionalidad
Sobre la arquitectura manchega confesó su interés. Rafael Moneo destacó que “la arquitectura popular ha sido siempre un modelo de racionalidad, de buen uso de los materiales, de claro reflejo de cómo una sociedad vive”, y en eso, añadió, “la manchega no es una excepción”.
El arquitecto destacó que, en la medida que la construcción de la vivienda se ha distanciado de los territorios, de las gentes que la habitan, ha perdido esa racionalidad, y consideró que “los arquitectos deberían hacer esfuerzos por rescatarla”. De hecho, Moneo defendió que la arquitectura del futuro tome como punto de partida “las ciudades antiguas” para enfrentarse a las necesidades de las nuevas formas de vida.