A sus 27 años Laura Comendador es una joven ganadera de Retuerta del Bullaque que ama profundamente su profesión. A pesar de reconocer el sacrificio que conlleva tener que trabajar con animales, dedicándoles 24 horas al día durante todo el año, confiesa que no lo cambia por nada del mundo: “La ganadería es un oficio muy bonito, porque no sabes con lo que te vas a encontrar en tu día a día. Y los animales te enseñan muchas cosas. De hecho, yo aprendo mucho de ellos”.
Su amor por los animales hace que pueda sobrellevar mejor los ciertos sinsabores que también encuentra dentro de su oficio pues, a pesar de ser una profesión que le aporta muchas cosas, reconoce que este trabajo no siempre es fácil. Pero todo ello se lleva mejor cuando “ves a una novilla de parto que tiene a su primera cría. El otro día me emocioné bastante al contemplar como una ternera había tenido a su primera cría, a la quiere con locura”.
Laura emplea muchas horas durante su jornada laboral. Y no solo en lo que al trabajo físico se refiere, que le resulta agotador, ya que también le dedica mucho tiempo a pensar y a preparar lo que va a hacer al día siguiente, por lo que prácticamente no desconecta.
Normalmente esta joven ganadera se levanta a las 7 de la mañana para empezar trabajar con el cuidado y la atención de los animales, para posteriormente darles de comer. Después de un descanso de media hora para el almuerzo, suele montarse en su tractor para sembrar, con el fin de que los animales tengan comida con la vista puesta en el futuro. Es por ello que su jornada diaria no termina hasta tiempo después de que se haya puesto el sol.
Pero este esfuerzo bien merece la pena cuando “te sientes bien contigo misma, una vez que analizas el trabajo que has realizado. Por todo ello, son muchas satisfacciones las que encuentro cada día en este trabajo, ya sea cuando un ternero se ha curado gracias a ti o cuando le salvas la vida a una vaca porque tiene dificultades con su ternero momentos antes de parir”.
Laura es una ganadera relativamente joven si uno se atiene a su fecha de nacimiento (27 años) aunque también puede considerarse como una veterana dentro del sector, pues lleva dedicándose a la ganadería toda su vida. En este sentido, recuerda con cierta nostalgia, aunque también con alegría, cuando iba con su abuelo a ver las vacas de su familia: “Creo que mi vínculo hacia los animales viene, en gran parte, gracias a él, pues desde que era niña me montaba en un tractor antiguo y disfrutaba muchísimo. Y ahora conduzco un tractor de 250 caballos”.
Laura Comendador, que ha seguido la tradición familiar, tiene en la actualidad 400 cabezas de ganado de diferentes razas en una finca dentro de Retuerta del Bullaque.
“Me siento afortunada por trabajar en el campo”
Explica que se siente afortunada por trabajar en el campo, al indicar que “una persona que trabaja de cara al público en ocasiones se amarga la vida al tener que aguantar a determinada gente, pero en mi caso, al trabajar en el campo no tengo que soportar a nadie. Estoy con mis animales y mis circunstancias. De hecho, durante la pandemia me sentí, entre comillas, una privilegiada, pues pasaba mucho tiempo en el campo, ya que los animales tenían que comer”.
También reconoce que la excesiva carga burocrática a la que se ven sometidos los agricultores y ganaderos es lo que peor lleva.
Dentro de las sombras también apunta que “llevamos años sin cobrar la PAC, pues nos dicen que la tienen retenida”, a la vez que describe que ahora mismo en el campo “podría decirse que vivimos como una especie de dictadura pues nos indican lo que tenemos que sembrar en determinadas hectáreas, aunque no estemos de acuerdo con ello ni necesitemos sembrar lo que nos dicen”.
Importancia del Día Internacional de la Mujer Rural
Laura también quiere poner en valor la importancia de celebrar el Día Internacional de la Mujer Rural, al afirmar que “supone un agradecimiento al trabajo que hacemos las mujeres rurales que verdaderamente trabajamos cada día”.
Por este motivo destaca que “las mujeres que trabajamos diariamente en el campo, ya seamos ganaderas o agricultoras, somos muy valientes y un motor muy importante para este país. Considero que con este ejemplo se identifica el verdadero feminismo, pues solemos realizar nuestra labor en el campo dentro de un trabajo que, supuestamente, es para los hombres”.
También quiere romper una lanza a modo de reconocimiento por todas sus antepasadas y por aquellas mujeres que anteriormente ya trabajaban en el campo, haciendo una labor callada o quizá menos reconocida de que la que desempeñaban los hombres, aunque fuera igual de valiosa. O incluso más.
Desde su propia experiencia, Laura Comendador, considera que “aquí las mujeres de toda la vida trabajaban más que un hombre en el campo”. De hecho, explica que sus abuelas ya iban a segar o a ordeñar las cabras, por poner algunos ejemplos.
Amante de su tierra y del lugar en el que vive, Laura quiere acabar con ciertos estereotipos o tópicos que, cargados de grandes dosis de maldad, señalan que las personas que viven en el campo o en los entornos rurales son ‘paletos’ o ‘catetos’ y que viven ajenos a las nuevas tecnologías y a lo que sucede en el mundo: “Las personas que vivimos en un pueblo podemos tener la misma educación y los mismos conocimientos que las que viven en las ciudades. O incluso más que ellas”.
Muy activa en las redes sociales
Esta joven ganadera también es muy activa en las redes sociales (tiene una cuenta de perfil en Instagram y otra en TikTok). Considera que las nuevas tecnologías son propicias para compartir algunos pasajes de su día a día en el trabajo y con sus animales. Asimismo, opina que el estar activa dentro de las redes sociales permite mostrar y viralizar la importancia que tiene la ganadería dentro del tejido socioeconómico del conjunto del país, pues “cuando hace algunos meses comenzamos con las movilizaciones por la situación del campo, desde ciertos sectores se nos criminalizaba, como si fuésemos los culpables de todo y olvidando la labor esencial que realizamos durante la pandemia”.
Por todo ello, Laura se siente muy feliz y orgullosa de ser una mujer rural, ganadera, apegada a sus costumbres y enraizada con su territorio: “No cambiaría mi nivel de vida ni aunque me pagaran todo el dinero del mundo”.