3.500 ovejas y 250 vacas cruzaron este viernes el parque natural de las Lagunas de Ruidera camino de los pastos frescos del invierno en Andalucía, un viejo ritual de la Cañada Real Conquense que se limita ahora a dos veces al año: junio, cuando el ganado trashumante sube al norte; y noviembre, cuando regresa al sur.
Los responsables de que la trashumancia perviva en esta cañada real, de las pocas que se mantienen en uso en España, son la familia Belenchón de Guadalaviar (Teruel), en la sierra de Albarracín, que huyen con sus ganados del duro invierno aragonés hasta La Carolina (Jaén), pasando por Castilla-La Mancha.
“En el pueblo siempre hay costumbre de salir a ver los rebaños trashumantes, antes incluso pasaban vacas bravas”, explican fuentes de Protección Civil de Ruidera. Lo único es que no lo anuncian, y su llegada siempre es una sorpresa.
Abrevan en la Laguna del Rey
El paso de los pastores trashumantes sorprendió ayer a los vecinos de Ruidera a la hora de la comida. El ganado pasó por en medio del pueblo y después abrevó en una parte de la Laguna del Rey preparada para eso, para continuar su camino hacia Jaén. “Son unos rebaños impresionantes”, explican algunas de las personas que los vieron ayer en Ruidera, un parque natural en excelentes condiciones este otoño por las lluvias excepcionales de septiembre.
En Guadalaviar más de la mitad de la población sigue viviendo de la ganadería trashumante y existe un museo dedicado a la trashumancia.
La Cañada Real Conquense sigue activa
Según el estudio ‘Ganadería extensiva y biodiversidad a través de la Cañada Real Conquense’ esta vereda recorren los pastores entre Guadalaviar (Teruel) y Andújar (Jaén). Tiene una longitud total de 450 kilómetros y es la más transitada de España por ganados tras humantes de Andalucía, Castilla-La Mancha y Aragón. Desde el sur, por las dehesas de Andújar y Linares, en el valle del Guadalquivir, se dirige hacia el noreste (La Carolina y Vilches) para atravesar Sierra Morena por el Castellar de Santiago, donde se divide en dos ramales.
El meridional, más bravío y con sierras, montes y dehesas, discurre por las localidades de Viveros, El Bonillo, La Roda, Motilla del Palancar y Huélamo. Es el que utilizan las 600 vacas bravas de la familia Chico, desde Vilches hasta frías de Albarracín.
Los pastores de Guadalaviar cogen el ramal más septentrional que a través del Pozo de la Serna y Alhambra llega a las lagunas de Ruidera. Desde aquí, por Tomelloso, Socuéllamos y Las Pedroñeras se dirige hacia la ciudad de Cuenca. El itinerario más utilizado actualmente, y que termina en la sierra de Albarracín, bordea la capital por Chillarón, para internarse en los pinares por Villalba de la Sierra y Las Majadas.
Cruza el río Júcar en las proximidades de Tragacete, donde se une con el ramal meridional procedente de Huélamo, para remontar las estribaciones de la sierra hacia Guadalaviar, en la que cruza el río Tajo cerca de su nacimiento.